(553) Después de hacernos Cieza la confidencia de que le parece
abrumadora la tarea que le queda por delante para contarnos el resto de las
guerras civiles, y asegurarnos que está dispuesto a morir en el empeño, enlaza
de nuevo con el inicio de la campaña de la zona en la que nace el Río de la
Plata, fronteriza con Bolivia. Resumiré a lo esencial lo que va a narrar. Nos servirá
para comprender que, aunque la batalla de Chupas ya había terminado, quizá
quedara entre aquellos soldados un clima de violencia. Los integrantes de esta
expedición eran todos pizarristas, y habían sido enviados por Vaca de Castro,
el representante del Rey, pero veremos enfrentamientos salvajes entre sus
capitanes.
El caso es que Vaca de Castro había establecido unas normas muy claras
sobre el liderazgo, e incluso el mecanismo de sucesión en caso de muerte del
capitán de mayor mando, pero de poco sirvió. Así lo había dispuesto: “Nombró
como General al capitán Felipe Gutiérrez, al capitán Diego de Rojas como
Teniente del Gobernador en la primera ciudad que fundasen, y a Nicolás de
Heredia como Maese de Campo. Proveyó también que, si Dios permitiera que Felipe
Gutiérrez fuese muerto, el cargo quedase en los otros dos, y, si de ellos
muriese el uno, quedase en el otro”. Con esa distribución, el mando supremo
correspondía a Gabriel de Rojas, puesto que era el representante del gobernador
Vaca de Castro.
Reunieron una tropa de ciento treinta soldados, e hicieron algunos
nombramientos de oficiales: “Como Alférez General salió Hurtado, Pedro López de
Ayala como Capitán e Rodrigo de Cantos como Oficial del Rey, y entre estos iba
el animoso mancebo Diego Álvarez, quien después fue Alférez General en la
derrota de Huarina (durante la próxima guerra civil contra Gonzalo Pizarro)”.
Partió primero desde el Cuzco Diego de Rojas con sesenta soldados, para
llegar al valle de Chicuana y esperar allí a los demás. La idea inicial era ir
descubriendo por la zona del río Arauco (tierra de los temibles araucanos),
pero Rojas encontró unos indios que le hablaron de la prosperidad del
territorio de Tucumán (Cieza dice que eran fantasías) y pensó dirigirse hacia
allá. Parte de los que se habían quedado en el Cuzco, se pusieron en marcha
antes que sus capitanes y alcanzaron a Diego de Rojas, llegando algunos con
comentarios que solo servirían para encizañar: “Es cosa muy usada que los
españoles que andan en esta tierra sean amigos de bullicios, y, sin haber causa
para que inventasen tan gran maldad, algunos de los que llegaron adonde el
capitán Diego de Rojas, le decían que Felipe Gutiérrez venía acompañado de
algunos de sus amigos con intención de quitarle la vida para tener un mando
absoluto. Diego de Rojas se alteró al oír lo que decimos, pero, como era hombre
prudente, no creyó por entero que sería verdad, pero tampoco dejó de tener
sospecha y cuidado para mirar por sí”. Este incidente puede aclararnos un
detalle confuso. Se diría que Vaca de Castro le había dado a Felipe Gutiérrez
el máximo mando militar, pero, quien estaba nombrado como jefe de la expedición, era Diego de Rojas.
Enseguida nos hará Cieza un comentario elogioso sobre el burgalés Diego
de Rozas, admirando sobre todo su experiencia, ya que había participado en las
gloriosas correrías de Hernán Cortés por México. Ya le dediqué una imagen que
hacía referencia también a la campaña que tiene ahora entre manos. Mucho va a
lograr, pero morirá en el empeño. Digamos también de paso que Vaca de Castro,
después de la batalla de Chupas, le confió la misión de apresar y ejecutar a
varios cabecillas almagristas. Y lo hizo con la eficacia y la sangre fría
propias de su veteranía.
(Imagen) Como de pasada, Cieza menciona a RODRIGO CANTOS DE ANDRADE. Pero
se trataba de un tipo sorprendente y de agitada biografía. Nació en Zafra
(Badajoz). Entre otras cosas sorprendentes, hizo en 1573 un informe sobre la
zona de Pachacámac, que está editado pero que me va a ser difícil obtener.
(Curiosamente, Cieza solía llamar a los almagristas ‘los de Chile’, y, a los
pizarristas, ‘los de Pachacámac’, por tratarse de la zona de Lima). Rodrigo
presentó en 1561 una relación de sus méritos, que resumo. Después de estar 15
años peleando por Perú, fue a la zona de Río de la Plata. Explica que, al
volver, fue él quien convenció a Nicolás de Heredia para que se uniera a Lope
de Mendoza y lucharan contra Gonzalo Pizarro bajo el mando del virrey Núñez
Vela. En la batalla de Pocona fueron derrotados por Francisco de Carvajal,
“quien cortó la cabeza de Heredia y
Mendoza, y estuvo a punto de hacer lo mismo con él”. Cuando le soltaron,
“se vio forzado a andar huyendo por despoblados hasta saber que el licenciado
La Gasca había venido”. Entonces se puso bajo sus órdenes, participó en la
batalla de Jaquijaguana, y, tras la muerte de Gonzalo Pizarro, estuvo todavía
en misiones de captura de partidarios suyos. Después vivió azarosamente. En
1548 era Alguacil Mayor del Cuzco, pero abandonó el cargo por estar mal pagado.
Hizo varios viajes a España, volviendo a Perú en 1558 (con un hijo suyo) y, en
1565, acompañado de “un criado y dos mujeres para su servicio”. En uno de los
viajes, se había casado en Zafra, a pesar de que ya lo estaba en Perú. No
consta que le causara problemas legales por bigamia. Tuvo más suerte que
Francisco Noguerol de Ulloa (hablé de él anteriormente), quien, por la misma
razón, estuvo sometido a un larguísimo pleito. Otra de las hazañas de RODRIGO
CANTOS DE ANDRADE (y no pequeña en aquellas tierras) fue vivir casi 90 años.
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