(459) Al saberlo Andagoya, tuvo que temblar por la próxima llegada del temible
Belalcázar, pero, según cuenta Cieza, se sobrepuso como mejor pudo: “Procuraba
conseguir amigos e favores para resistirle la entrada y tener de su parte a los
regidores del Cabildo de aquella ciudad,
y, aunque todos le daban buena esperanza, deseaban ver ya a Belalcázar para,
llegando, negar a Andagoya e pasarse a él. Belalcázar llegó a la ciudad de
Cali, y, como si por las armas se hubiera de averiguar quién tenía mejor título
para gobernar (se diría que Cieza pensaba
en el pleito de Pizarro y Almagro), se pusieron en armas los dos, y
estuvieron muy cerca de enfrentarse, pero, interviniendo algunos religiosos, se
concertó que el gobernador Belalcázar presentase sus provisiones en el Cabildo,
y, si le recibiesen, quedara admitido a la gobernación, y, si no, que la
tuviera Andagoya. Vistas las provisiones, los del Cabildo lo recibieron como
Gobernador y expulsaron del cargo a Andagoya, el cual, a los pocos días, fue
apresado y llevado a la ciudad de Popayán”.
Y va a entrar en escena otro que terminará destrozado por Belalcázar:
“El gobernador Belalcázar escribió al capitán Robledo, y envió a tomar posesión
de las ciudades de Cartago y Anserma a Pedro de Ayala. Cuando este llegó a
Cartago, el capitán Jorge Robledo, que había repartido los caciques entre los
conquistadores, determinó ir con los
españoles que quedaron sin repartimiento a descubrir tierras para darles
indios. Fue a la villa de Anserma, desde donde le escribió cartas a Belalcázar,
e supo que algunos, movidos de envidia, hablaban mal de él en presencia de
Belalcázar, e que el mismo Belalcázar se alegraba, porque, como era de poco
saber y bajo entendimiento, no sabía entender con prudencia a los que le iban
con injustas informaciones”. Aunque Belalcázar era analfabeto, resulta chocante
que, según Cieza, tuviese pocas luces. Quizá fuera principalmente un puro
hombre de acción, poco dado a comprender a los demás, y, a veces, brutal, pero
su prestigio de líder nato estaba muy consolidado.
Jorge Robledo partió para su plan desde Anserma, llevando como Alférez
al capitán Álvaro de Mendoza Carvajal. Cieza comenta que “era el principal
caballero de los que andaban por aquella provincia, y hacía muchos años que
servía a Su Majestad”. Y nos va a cambiar de tema: “Dejando las cosas de
aquella gobernación en este estado, volveremos a la materia principal, y
diremos cómo en España fue nombrado Gobernador del Perú el licenciado Cristóbal
Vaca de Castro”.
Se le nota a Cieza con ganas de meterse de lleno en el tema de las
guerras civiles. Nos cuenta que, cuando ejecutaron a Almagro, no solo vino a
España Diego de Alvarado con la idea fija de denunciar lo ocurrido, sino que
hubo otro almagrista de relieve que reaccionó de la misma manera: “El alcalde (del Cuzco) Diego Núñez de Mercado, como
siempre fue fiel amigo del Adelantado D. Diego de Almagro, después de que el Comendador
(de la Orden de Santiago) Hernando
Pizarro le hubo cortado la cabeza, salió con toda presteza y con la mayor
disimulación que pudo, y embarcado en un navío se fue a Panamá, y, desde allí,
se vino a la Corte de Su Majestad, y dio noticia de la batalla de las Salinas y
de la muerte de Don Diego de Almagro, e de todo lo demás que había pasado en el
Perú, como bien lo sabía por haber sido tercero (mediador) en todos los conciertos que había habido entre los dos
gobernadores”.
(Imagen) El investigador Julio Carmona Cerrato ha detectato un error
curioso (caso bastante común en cuanto a los personajes de Indias). En Don
Benito (Badajoz) le han dedicado una calle a Alonso de Mendoza como
“dombenitense ilustre y fundador de La Paz, capital de Bolivia”. Pues bien: ni
lo uno ni lo otro. Alonso de Mendoza era el hijo de ÁLVARO DE MENDOZA CARVAJAL,
a quien Cieza ahora se limita a elogiar diciendo que era “el principal
caballero de los que iban con Jorge Robledo”. Álvaro sí había nacido en Don
Benito (Badajoz), pero Alonso vino al mundo en las Indias. Por si fuera poco,
el Alonso de Mendoza que fundó La Paz no fue este, sino otro del mismo nombre,
nacido en Garrovillas de Alconétar (Cáceres), y a quien el gran Pedro de la
Gasca le confió la misión. Hay partidarios de no cambiar el nombre de la calle.
Pero es un sinsentido. Además, hay una solucion perfecta: ponerle el de su
padre. Porque resulta que era un tipo excepcional. ÁLVARO DE MENDOZA CARVAJAL fue
a las Indias en 1534. Estuvo a las
órdenes de Pedro de Heredia (con cuya sobrina, Francisca de Heredia, se casó) y
de Jorge Robledo en momentos clave de la historia de Colombia (fue gobernador
de Popayán). En los muchos conflictos que hubo entre españoles, Álvaro se
decantó a favor de Pedro de Heredia y en contra de Belalcázar. En 1555 llegó a
España con su hermano Francisco de Carvajal, sobreviviendo ambos a un naufragio
y obteniendo muchas concesiones de la Corona. Hizo después otro viaje a España
en 1559, del que retornó pronto. Tuvo que lidiar muchas veces con los piratas
franceses e ingleses, como, por ejemplo, contra John Hawkins en Cartagena de Indias (fundada por Pedro de
Heredia), y sufrió, ya anciano, la ocupación de la ciudad por parte de Francis
Drake. Murió con más de 90 años. (Dejo constancia de que a Julio Carmona
Cerrato, nacido en Don Benito, no lo han desterrado).
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