(446) Todo tiene sentido. Andagoya se estaba aprovechando de que
Belalcázar se encontraba en España gestionando ante el Rey el ser ratificado
como Gobernador de todo lo que había conquistado, algo absolutamente lógico y
justo. Andagoya, no solo se lo arrebataa, sino que maniobraba para desacreditar
a Belalcázar con la intención de que el Rey
no le reconociera sus derechos.
Y Cieza, como suele hacer, nos deja en ese punto para seguir contando
otros acontecimientos simultáneos: “Volvamos a Jorge Robledo, y digamos cómo
descubrió la provincia de Quimbaya y fundó en ella la ciudad de Cartago”.
Robledo siguió avanzando para ampliar las conquistas. Estuvieron a punto de
volverse porque no veían más que cañaverales, pero la constancia tuvo un
premio. Llegaron a una zona muy poblada, en la que los indios los recibieron
bien porque ya tenían noticias de su poder militar. Le entregaron regalos al
capitán Robledo, y Cieza pone de relieve, sin morderse la lengua y a pesar de
lo que le amiraba, un feo detalle suyo, aunque fuera habitual entre los
capitanes: “De toda la comarca venían indios principales con cantidad de oro;
lo cual se lo quedó para sí, sin haber otra ley que lo permitiera más que el
poder que los capitanes de acá tienen, que son amos de gran tiranía”.
Y se fundó allá una nueva población: “El capitán Robledo pobló y fundó
en el año mil quinientos cuarenta la ciudad de Cartago en nombre del emperador
Don Carlos, de la Corona de Castilla y de D. Francisco Pizarro, Gobernador de
todas las provincias de Perú (puesto que
Almagro ya había muerto). Púsole a la ciudad aquel nombre porque a todos
los que andábamos en aquella conquista nos llamaban los cartagineses, por haber
salido de la gobernación de Cartagena de Indias. Nombráronse por alcaldes a
Pedro López Patiño y a Martín de Arriaga”. Se confirma que las poblaciones tenían
siempre dos alcaldes (y varios regidores, equivalentes a concejales). El nombre
de Cartagena se lo puso Rodrigo de Bastidas en 1502 a la bahía que descubrió en
la costa caribeña de Colombia, y fue debido a que se parecía a la de la
Cartagena española. Es de suponer que a Cieza y a sus compañeros los llamaran
catagineses con cierto sentido del humor, que resultó cosa seria, puesto que
bautizaron a la fundación con el sonoro nombre de Cartago. Casi todo lo que
fundaban duraba para siempre: hoy esta ciudad tiene más de 130.000 habitantes.
Establecida la fundación, Jorge Robledo dejó en ella como teniente suyo
a Suer de Nava, y partió hacia Anserma y Cali para verse con Pascual de
Andagoya, el insaciable gobernador, porque, “por cartas, supo todo lo que
pasaba, y había recibido mucha pena al saber la muerte de los capitanes Juan de
Ampudia, Pedro de Añasco e Pedro de Guzmán de Herrera, con el cual había tenido
gran amistad. Cuando llegó a Anserma, Robledo se enteró de que “algunos vecinos
habían hablado mal de él, y, disimulando el odio que les cobró, se partió para
Cali, donde estaba el Adelantado Andagoya, siendo doce los españoles que íbamos
con él”.
(Imagen) No cabe duda de que el vasco PASCUAL DE ANDAGOYA, nacido hacia
1495, era un hombre de convicciones religiosas, pero también ambicioso de
gloria y riqueza. Así le vemos ahora, trampeando para arrebatar sus derechos
territoriales a alguien tan peligroso como Belalcázar, quien, aun siendo
analfabeto, tenía mucha inteligencia y un mortífero instinto de defensa. Y
ello, a pesar de que conocía bien su durísimo carácter, porque llegaron juntos
a las Indias el año 1514 en la poderosa flota (la mayor nunca vista en aquellos
parajes) del también temible Pedrarias Dávila, quien, al parecer, le tuvo
cierta estima. Andagoya era muy joven, pero pronto fue alcanzando éxitos y
riqueza, porque tenía grandes cualidades y bastante cultura. El gran cronista
Fernández de Oviedo dice que estaba al servicio de Pedrarias cuando se fundó
Panamá (año 1519), y que “le casó con una doncella de su mujer, (la extraordinaria) doña Isabel de
Bobadilla”. Por entonces tuvo Andagoya la gran oportunidad (terminada en
fracaso) de ser el primero en descubrir el Perú. Así lo dice Oviedo: “Estando
ya rico Andagoya, pidió licencia a Pedrarias para ir a descubrir adonde el
cacique del Perú, e le nombró capitán de la empresa”. Ya sabemos que, cuando
tuvo que volverse por naufragio y enfermedad, Pedrarias no le permitió
intentarlo de nuevo. Y es ahora, hacia 1540, cuando va a tener la peligrosa
rivalidad con Belalcázar. Pero también piensa en su hijo Juan, que, aunque solo
tenía unos 20 años, estaba bien zurrado, y le pide al Rey que, siendo él ya
Mariscal de Castilla del Oro (en territorio colombiano), le traspase a su hijo
esa misma dignidad. Ya comenté que
Andagoya murió en 1548 de las heridas recibidas luchando en Jaquijaguana contra
Gonzalo Pizarro.
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