(449) Pero no perdamos de vista que, además de estos viejos soldados
almagristas incorporados al ejército pizarrista, quedaban otros que, muy
descontentos, fueron haciendo una piña con Diego de Almagro el Mozo y maquinaron
el asesinato del Marqués Don Francisco Pizarro. Cieza nos cuenta el inicio de
esta deriva: “En este tiempo, los de Chile (almagristas
derrotados) pasaban muy grandísima necesidad, y andaban por los pueblos de
los indios para que les diesen de comer, desnudos y con mucha miseria. Como
todos ellos sabían que D. Diego de Almagro el Mozo estaba en Los Reyes, venían
a buscarlo desde Charcas, Arequipa y el Cuzco. Pero los que estaban en Los
Reyes no pasaban menos necesidad que los que venían, porque ya el Marqués hacía
muchos días que había mandado salir fuera de su casa a Don Diego, y, aunque
después estuvo en la de Francisco de Chaves, también le echaron de ella. Juan
de Rada y Juan Balsa, criados antiguos de su padre, le buscaron lugar donde
estuviese. Juntáronse con él unos cuarenta de los que habían seguido al
Adelantado Almagro, y padecían gran necesidad, y el Gobernador Pizarro de
ninguna cosa les mandaba proveer, ni se acordaba de que, sin Almagro, él no
habría sido lo que era, ni llegado a tener el mando que tenía”. Impesiona el
relato de Cieza, y también extraña que el Mozo siguiera vivo, porque lo lógico
era pensar que el odio concentrado que llevaba dentro acabaría convirtiéndolo
en un enemigo mortal para Pizarro. A eso se añadía la vengativa actitud de no
dar ninguna ayuda a los derrotados
almagristas sumidos en la desesperación y en la más absoluta pobreza. Hambre y
humillación, malas consejeras. ¿Resultado?: a Pizarro le quedaba un año de
vida.
De nada sirvió que le advirtieran del evidente peligro; en este caso el
aviso vino de los hermanos Suárez de Carvajal (a quienes ya conocemos): “El
factor Illán Suárez de Carvajal, al enterarse de que muchos de los de Chile se
iban a los Reyes con la posible intención de hacerle algo al Marqués, le envió
una carta cifrada; la descifró el licenciado Benito Suárez, y le dijo al
Marqués que su hermano, el factor, le avisaba en ella que se cuidase de que los
de Chile no le matasen, porque iban a Los Reyes a juntarse con D. Diego de
Almagro el Mozo. Y, aunque el Marqués tuvo esta noticia, no dio ninguna orden,
ni puso en su persona ninguna guardia”. Lo que demuestra que Pizarro, tras
haber derrotado a Almagro, estaba tan confiado, que había suprimido la guardia
personal que siempre tuvo a su lado durante el conflicto.
Todos los almagristas derrotados tenían un malvivir, incluso el Mozo:
“Los que estaba con él, por no tener más que una capa, cuando salía uno
cubierto con ella, los otros se estaban en casa quietos. Y, además de los que
se juntaron con Almagro el Mozo, había otros en la ciudad que no hallaban en
ningún vecino caridad para solamente darles de comer, y él de ninguna manera se
pudiera sostener, ni los que con él estaban, si Domigo de la Presa no le
hubiera dado un pueblo pequeño, en el que los indios le proveían de maíz, leña
y otras cosas necesarias”. (El vasco Domingo de la Presa era uno de los
secretarios de Pizarro, al que ya le dediqué un par de imágenes anteriormente).
(Imagen) Los capitantes JUAN BALSA y Juan de Rada se convirtieron en los
protectores y servidores del huérfano Diego de Almagro el Mozo. Incluso
encabezaron los dos el asesinato de Pizarro. El Mozo pronto tuvo iniciativa y
coraje para dirigir la gobernación heredada de su padre, y acaudilló el
enfrentamiento contra Vaca de Castro, el representante del Rey. Fueron
derrotados en la batalla de Chupas (Rada ya había muerto), al Mozo lo
ejecutaron, Juan Balsa huyó adonde Manco Inca, y sus indios lo mataron. Muchos
años después, en 1581, sus descendientes solicitaron mercedes por la brillante
historia de toda la familia. En el documento de la imagen se habla, entre otras
cosas, de los méritos de Juan Balsa. Resumo el contenido: Juan Balsa emparentó
con incas de la alta aristocracia a través de su mujer, Inés Tocto Ocllo
Caitore, de la que tuvo una hija llamada Francisca Balsa. Fallecida Inés,
volvió a casarse con otra princesa, de la que nació un hijo, también llamado
Juan Balsa. Luego se habla de que Juan Balsa (el padre), que sirvió como criado
a Diego de Almagro, fue con él a luchar en Chile. Al tratar de la vuelta de
Juan con Almagro al Cuzco, se hila fino para no meter la pata. Se dice que
luchó contra los indios que estaban cercando la ciudad, lo cual era cierto.
Pero se da la versión de que, en la batalla de Las Salinas (primera guerra
civil), hizo un gran servicio a la Corona (en realidad fue una rebeldía que
molestó mucho al Rey). Y, con un burdo camuflaje, se pasa directamente a las hazañas
de otros descendientes (en primer lugar, las del hijo de Juan Balsa), dejando
de lado su participación en el asesinato de Pizarro y en la batalla de Chupas
frente a Vaca de Castro. Si la de Salinas fue una guerra no autorizada, la de
Chupas alcanzó la categoría, por primera vez, de abierta sublevación contra la
Corona.
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