sábado, 15 de junio de 2019

(Día 858) Pizarro fue a Lima. Repartió encomiendas entre los vecinos, pero muchos se sintieron agraviados. Por encargo suyo, Gómez de Alvarado fundó la ciudad de Huánuco.


     (448) Coincidió que entonces regresó también a Lima Pizarro. Llegaba muy cansado tras fundar las ciudades de Huamanga y Arequipa, y por haber visitado toda la provincia del Collado. Era admirable que ni la vejez, ni los achaques, ni la enorme preocupación por el clima de enemistad entre los españoles y de rebeldía de los indios le impidieran mantener viva su responsabilidad de fundar y de gobernar lo ya fundado. Lo primero que hizo en Lima fue llevar a cabo algo que siempre fue conflictivo, el reparto de encomiendas de indios entre sus hombres. Tema delicado porque hacía falta mucha honradez a la hora de aquilatar los méritos de cada uno. El Rey había ordenado que todo fuera supervisado por el obispo fray Vicente de Valverde, quien, como sabemos, tuvo gran protagonismo hasta entonces en la historia de la conquista de Perú, y murió  un año después, en 1541, al igual que Pizarro. Pero, al parecer (Cieza, con su típica prudencia, a veces excesiva, no se define) el reparto no fue justo: “El obispo y el Marqués Pizarro juraron solemnemente hacer el repartimiento sin mirar  otra cosa que a los servicios que cada uno hubiese hecho, mas, aunque esto juraron, dicen algunos que lo guardaron mal, porque a muchos conquistadores dejaron pobres, y a muchos de sus criados dieron los mejores y más ricos repartimientos”.
      Se diría que los soldados andaban escasos de bienes, y hasta es posible que fuera algo habitual en todas las Indias. Cada decisión que daba origen a oportunidades, también provocaba malestar por agravios comparativos. Pizarro quiso fundar una  nueva ciudad, la de Huánuco. Para nombrar al jefe de la campaña escogió a alguien que ya conocemos. Cieza nos cuenta el porqué de su elección y las protestas que surgieron: “El Marqués, mirando a quién mandaría como Capitán para que lo hiciese, pareciole que Gómez de Alvarado, hermano del Adelantado D. Pedro de Alvarado, lo haría bien, y que así ganaría su amistad (eso explicaría también que antes Pizarro le perdonara la vida, a pesar de haber luchado al lado de Almagro), e incluso ayudaría a que muchos de los de Chile (almagristas) perdiesen el odio que contra él (Pizarro) tenían por causa de las diferencias pasadas”. Gómez aceptó, pero fueron inevitables las protestas del cabildo y los vecinos de Lima, porque consideraban que la fundacion de esa nueva ciudad se hacía a costa del territorio que le correspondía a la suya. De nada sirvió la reclamación. Gómez de Alvarado partió con su gente y logró hacer realidad el encargo de Pizarro, nombrando como alcaldes de la nueva ciudad a Diego de Carvajal y a Rodrigo Núñez, quien en otro tiempo había sido Maestre de Campo del difunto Diego de Almagro. Sin embargo, Pizarro intentó calmar a los que protestaban, para lo que hizo un gesto que tampoco sirvió de nada: “Los de Lima no dejaron de reclamar, y el Marqués (para contentarlos) mandó que (a Huánuco) se le quitara el nombre de ciudad, poniéndole el de villa, e que fuese tributaria de la Ciudad de Los Reyes. Sabiéndolo Gómez de Alvarado, vino de la nueva ciudad o villa de Huánuco a Los Reyes con la determinación de, si no mandaban que fuese ciudad, no volver a ella”. Lo que sí ocurrió, cuenta Cieza, fue que más tarde Pizarro dejó de lado a Gómez de Alvarado y le otorgó el mando sobre Huánuco al capitán Pedro Barroso.

     (Imagen) Nos cuenta Cieza ahora que Pizarro, a pesar de su edad y de los achaques, seguía pendiente de todo. En 1540, un año antes de ser asesinado, estableció la peruana ciudad de AREQUIPA. Le encargó al capitán Garci Manuel de Carvajal los últimos detalles. Veamos (resumido) el texto del acta de la fundación: “A 15 días de agosto de 1540, el Capitán Garci Manuel de Carvajal, en cumplimento de lo ordenado por el Gobernador Don Francisco Pizarro, fundó LA VILLA HERMOSA DE LA ASUNCION DE NUESTRA SEÑORA (era la festividad del día) DEL VALLE DE AREQUIPA. Su Señoría mandó poner una cruz en el sitio que viene señalado para iglesia, y puso la picota (donde eran públicamente avergonzados los delincuentes) en la plaza. Mandó pregonar que las personas que tienen solares en la dicha villa hermosa (el reparto que había hecho Pizarro creó conflictos) los pueblen y edifiquen sus casas en ellos dentro de seis meses cumplidos, bajo las penas que el señor Gobernador manda, de no hacerlo. Y así pregonado por el pregonero Pedro Ires, Su Merced (el capitán Carvajal) lo firmó de su nombre, siendo testigos Hernando de Silva, Hernando de Torres, Juan de la Torre, Luis de León, el Padre Rodrigo Bravo, Fray Bartolomé de Ojeda, Fray Diego Manso, Diego Hernández y otras muchas personas que estaban presentes. Todo lo cual pasó ante mí, Alonso de Luque, escribano público”. Hay un detalle curioso. En la imagen anterior vimos  el triste final de Sebastián de Torres. Pues ahora, dos años después, aparece en este documento una referencia a su hermano mayor, HERNANDO DE TORRES. Firmó como testigo en el acta, siendo uno de los recién nombrados regidores (concejales) de Arequipa. Hay constancia también de que vivía en Granada en 1552 y de que era cuñado del escribano Alonso de Luque, quien seguía residiendo en Arequipa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario