sábado, 8 de junio de 2019

(Día 852) Los terribles indios de la zona de Timaná torturaron y mataron a casi todos los españoles de una tropa. Iba mandada por el capitán Pedro de Añasco, y la muerte que le dieron a él fue lenta, sádica y espantosa.


     (442) Tiempo atrás, vimos cómo fue la muerte de Añasco y por qué. Él había matado a un cacique de la zona, y su madre, la cacica Gaitana, consiguió apresarlo y matarlo de manera especialmente sádica. Cieza deja de lado el protagonismo de esta mujer, pero sí explica muy bien la tragedia de Añasco y la brutalidad de aquellos terroríficos indios. Se enteraron de que los españoles, que habían salido de Popayán bajo el mando de Añasco, se iban acercando, “y desearon hartar sus malditos vientres de la carne humana y robarles lo que traían”. Algo le habían avisado a Añasco, pero iba excesivamente confiado. Tomó algunas precauciones, aunque escasas. Cuando detuvieron su marcha para el descanso, envió de inspección a algunos hombres: “Los indios, antes de que hubiese la claridad del día, dieron con grandísimo ruido contra los españoles que estaban velando, los mataron, y, hechos pedazos, los llevaron para comer. El capitán Pedro de Añasco, oyendo el ruido, cabalgó en su caballo con los suyos, y, animándose unos a otros, aguardaron el furor de los indios. Añasco era de crecido cuerpo e bien entendido, y de los caballeros principales de Sevilla, y, por sus pecados (expresión habitual), o permitiéndolo Dios, vino a morir de muerte cruelísima y muy indigna de tal varón”.
     Veamos el desastre: “Los indios, con gran tropel, habían ya dado contra los cristianos, y el capitán Añasco e Baltasar del Río arremetieron con sus caballos hacia ellos, pero no pudieron mostrar su fuerza frente a tanta lancería como pusieron a los rostros de los caballos. El otro de a caballo quedó muerto, y el  capitán Añasco, que salio herido y con el caballo desenfrenado, tornó a arremeter con su ensangrentada lanza, y cargaran tantos sobre él, que, después de haberle matado el caballo, lo tomaron vivo. Los demás españoles fueron todos muertos de heridas espantosas, y, a otros que cayeron heridos, de presto los desollaban vivos, y a otros les sacaban los ojos y las lenguas, y los empalaban por las partes inferiores”. Solamente pudieron escapar dos españoles llamados Cornejo y Mideros. Habían peleado valientemente, y consiguieron salir corriendo de aquel infierno, “anduvieron cuatro días sin comer, si no era algunas hierbas, los siguieron, y los cercaron muchas veces, y, siendo Dios servido, pudieron llegar hasta Timaná”. Otros cuatro españoles que habían salido a comprobar la situación fueron atacados cuando estaban durmiendo. Tres pudieron marcharse espoleando los caballos, pero a su capitán le alcanzó la fatalidad: “Pedro de Guzmán había maniatado el suyo, y, como no le dieron tiempo para soltarlo, fue muerto de las muchas lanzadas que le dieron”.
    Cieza detalla luego el horrendo destino de Pedro de Añasco: “Los indios lo tenían vivo, y lo llevaban por la provincia para que en todas las plazas y mercados fuese visto, diciéndole mil denuestos y haciendo en la persona del esforzado capitán mil martirios. Le mataron con muerte larga y cruel, porque un día le cortaban un brazo, y otro le sacaban un ojo, y en otro le cortaban los labios, y así se fue consumiendo el ser que tenía de hombre, hasta que se le acabó la vida y fue sepultado en el vientre de los que le mataron”.

     (Imagen) Es dramático que PEDRO DE AÑASCO apenas haya dejado rastro de su importante actividad como capitán en Colombia, y, sin embargo, sea considerado, por su horrenda muerte, como un símbolo de la reacción indígena contra la ocupación española. En PARES solo veo dos registros que lo mencionan. Uno señala que era sevillano (ya lo dice Cieza), y que partió hacia México, en 1527, con el importante Gobernador de Yucatán Francisco de Montejo. En el otro, fechado en 1539, Carlos V le escribe a Belalcázar recomendándole como capitán a Pedro de Añasco. En mala hora, porque, un año después, Añasco entraría en las crónicas como uno de los españoles que sufrieron muertes atroces. Pedro de Añasco fundó la ciudad de Timaná, pero, para conseguirlo, quemó vivo por rebelde al cacique principal, Timanco. Era un inhumano medio para lograr un fin. Los indígenas, liderados por la brava cacica Gaitana, madre del abrasado, reaccionaron con furia incontenible, atacaron a los españoles y mataron a casi todos. Pedro de Añasco tuvo la mala suerte de que lo cogieran preso, porque lo torturaron con refinado sadismo, gozando de su venganza morosamente mientras su cuerpo resistiera vivo. Fray Pedro Simón describió su espantosa situación: “Gaitana mandó sacarle los ojos. Luego ella misma le horadó por debajo de la lengua, metió una soga y, dándole un grueso nudo, lo llevaba tirando de ella de pueblo en pueblo, celebrando todos la victoria, hasta que, habiéndosele hinchado el rostro con mostruosidad y desencajado las quijadas por la fuerza de los tirones, viendo que se le acercaba la muerte, comenzaron a cortarle las manos, los brazos, pies y piernas por las coyunturas, y las partes pudendas, todo lo cual lo sufría el esforzado capitán con paciencia cristiana ofreciendo a Dios su muerte”.



1 comentario:

  1. Soy colombiano y vivo muy cerca de Timana, la historia esta perfecta, a excepción de un detalle, Timanco no era el cacique principal, era la Gaitana, pero Añazco la desestimo por ser mujer, Timanco era segundo al mando.

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