martes, 18 de junio de 2019

(Día 860) Alonso de Alvarado tiene un incidente con otros capitanes. Gonzalo Pizarro comienza a acentuar su protagonismo. Para controlar las ambiciones de varios capitanes, su hermano lo envía a Quito con el título de Gobernador.


     (450) Por entonces volvió a Lima el gran Alonso de Alvarado tras su exitosa campaña en las tierras de los indios chachapoyas, y, sin que Cieza explique los motivos, nos cuenta que discutió violentamente con otros capitanes de Pizarro: “Tuvo, en presencia del Marqués, algunas porfías con los capitanes Francisco de Chaves y Gómez de Alvarado, e llegaron a tanto, que él y Gómez de Alvarado se desafiaron e salieron al campo (para pelear); lo cual, sabido por el Marqués, lo remedió e los puso en paz. Luego favoreció mucho a Alonso de Alvarado por haber conquistado e poblado la ciudad de La Frontera, adonde este se volvió con permiso del Marqués”.
     Llega ahora un momento clave en la biografía de Gonzalo Pizarro. A pesar de su enorme valía, que, según Cieza, quedaba algo mermada por falta de sensatez, siempre estuvo a la sombra de sus hermanos, incluso del único que tuvo de padre y madre, Juan Pizarro, quien fue el primero que murió (durante el cerco que pusieron los indios a la ciudad el Cuzco). Le ha llegado el momento de volar en solitario, viviendo terribles dramas. Le tocará sufrir lo indecible al mando de una expedición que fue a las tierras amazónicas. Cuando vuelva, se enterará de que Francisco Pizarro ha sido asesinado. Quedará solo en el mundo porque Hernando estaba preso en España. Estará metido hasta el cuello en las guerras civiles y cometerá la insensatez de dirigir una rebelión frontal contra la Corona. En el proceso, alcanzará fugazmente la gloria porque sus cómplices lo nombrarán Gobernador de Perú. Todo terminará el triste día en que, derrotado por las tropas de Pedro de la Gasca, el genial enviado del Rey, perderá lo más valioso que tenía: su cabeza.
     Lo que nos explica ahora Cieza es un laberinto de ambiciones entre varios candidatos a gobernar por las tierras de Quito y de la actual Colombia, guiados más por la pasión que por la razón y el respeto a los derechos. Van a crear un ambiente nada tranquilizador. Tras la muerte de Almagro, el gran jefe de Perú era Pizarro, pero sus competencias en estas tierras del norte no estaban bien definidas. Ya sabemos que, entre Belalcázar, Andagoya y Robledo, el riesgo de conflicto militar era muy alto.  Conociendo el panorama, Pizarro hizo valer su prestigio y los grandes poderes que ostentaba para tratar de tenerlos a todos supeditados a su autoridad. Y, con ello, aumentó la inestabilidad. El medio que empleó fue enviar a la zona a su hermano Gonzalo con  nombramiento de gobernador de Quito. Lo justificaba basándose en un documento de Carlos V. Pero, según Cieza, hacía una interpretación del mismo que iba más allá de su contenido: “Y, en verdad, la provisión del Rey no decía que Don Francisco Pizarro pudiese dividir la gobernación de Quito, sino solo que, si le pareciese, la pudiese dejar a cualquiera de sus hermanos o a quien le pareciese; pero su intento fue dar poder a su hermano Gonzalo en aquella provincia para que Su Majestad no le diese la gobernacón a Belalcázar. Y, cuando se supo que D. Pascual de Andagoya venía como Gobernador de Río de San Juan, recibió mucho enojo, y proveyó por teniente de Cali y de Anserma a Isidro de Tapia, por grandes presentes que, según se dijo, dio este al secretario Antonio Picado”.

     (Imagen) Llega a Quito GONZALO PIZARRO luciendo con orgullo el título de Gobernador de aquellas tierras que le ha concedido su hermano. Se trataba de cortarle las alas a Belalcázar y de organizar una expedición por el inmenso río Amazonas. No podía imaginar cuántos acontecimientos catastróficos se le iban a venir encima. Volverá fracasado de la campaña (pero supondrá la gloria para Orellana, por recorrer todo el Amazonas), y se enterará de que han asesinado a su hermano. Más tarde, el responsable de su muerte, Diego de Almagro el Mozo, será ejecutado por Vaca de Castro, el enviado del Rey. Y después, Gonzalo, antes de que él mismo sea decapitado por el gran Pedro de la Gasca, acabará con la vida del virrey Blasco Núñez Vela (que venga Shakespeare y lo narre). El  eco de estos acontecimientos circulaba por Perú lentamente pero si cesar. Sirva de ejemplo la carta de la imagen. Unos meses después de esta última desgracia, le escribían al Rey los miembros del ayuntamiento de Nombre de Dios, puerto de la costa atlántica de Panamá y centro de todo el tráfico entre Perú y España. Resumo el texto: “Ha llegado aviso de que en el Perú hubo batalla entre el Virrey y Gonzalo Pizarro hará unos tres meses (hacía seis meses) dentro de Quito, en la que murió el Virrey, y su gente fue desbaratada, y hubo muertos de ambas partes, los más, de la parte del Virrey. Parece que el Virrey dio ocasión a ello porque vino a la gobernacón de Belalcázar con mucha menos gente y menos aderezada que la de Gonzalo Pizarro”. Luego dicen que la flota de Gonzalo estaba en Panamá y que su capitán, PEDRO DE HINOJOSA esperaba órdenes del Rey. Como ya sabemos, Hinojosa se puso después con todos los barcos a las órdenes de Carlos V, y esta traición fue clave en la derrota del rebelde Gonzalo Pizarro.



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