(444) Los españoles decidieron volver a Popayán. García de Tobar estaba
inquieto porque no se veían indios por
ninguna parte, y le dijo a Ampudia que convendría ir por sitios altos para
evitar que les atacaran tirando pedruscos, pero no le hizo caso porque les
faltaba poco para detener la marcha: “Caminaban todos con una tristeza
grandísima; ni los hombres hablaban, ni los caballos bufaban, ni los
perros ladraban. Yendo de esta manera,
oyose el gran estruendo de los indios, los cuales, al ver el camino que
llevaban, allegaron gran cantidad de piedras crecidas, y se pusieron en lo
alto. Comenzaron a lanzar muchos dardos y galgas, tantas y tan grandes, que los
españoles se dividieron en varias partes. Luego bajaron los indios, y los
españoles pelearon con tanto ánimo, que parecía cosa no creedera, pues, estando
Dios con ellos, hacen siempre hechos tan famosos. Después de haber matado a muchos indios,
vieron que se retiraban espantados de lo que habían visto”.
Pero algo salió mal: “Francisco García de Tobar estaba herido con tres
heridas. Se habían juntado él, Juan de Ampudia y dieciséis españoles. Fueron a
dar contra otro escuadrón de indios, y, aunque pelearon como lo habían hecho
antes, eran tantos los enemigos, que de ninguna manera podían pasar, y les
convino, para salvar la vidas, retraerse para juntarse con los de a caballo, y,
cuando lo hacían, como el capitán Juan de Ampudia fuese hombre pesado en
carnes, no pudo andar tanto como los otros, y alcanzárole los indios, y
atravesáronle el cuerpo con muchas lanzas, de manera que murió con mucha
miseria, y lo desnudaron sin le dejar más que unas calcetas de lienzo. Era Juan
de Ampudia natural de Jerez de la Frontera. En esto llegaron ya los de a
caballo, hicieron en los indios gran daño y ganaron lo alto. Todos los
cristianos que habían ido con Juan de Ampudia estaban heridos y muy fatigados.
No hubo más muertos que Juan de Ampudia, otro español, una morisca e algunos de
los indios amigos que llevaban”.
Al ver que miles de indios volvían para atacarlos, decidieron retornar a
Popayán: “Antes de partir, echaron el cuerpo de Juan de Ampudia a un río para
que los enemigos no lo comiesen, y, para que creyesen que seguían allí, dejaron
armadas las tiendas y ataron en palos algunos perros, para que, ladrando, los
indios no tuviesen sospecha de que se iban. Y tanta prisa se dieron, que, sin
que los indios los alcanzaran, en una noche llegaron a Popayán, donde se hizo
gran sentimiento por la muerte del bueno e virtuoso capitán Juan de Ampudia”.
Cieza, para contar lo que él
vivió al llegar a la zona de Popayán, se ha alargado en la narración hasta la
muerte de Juan de Ampudia, ocurrida en 1541. Ahora retrocede algo en el tiempo.
Nos recuerda que el Rey le había nombrado al vasco Pascual de Andagoya (como ya
vimos) Gobernador de la zona de Río de San Juan, también situada en territorio
de la Colombia actual, lo que, por sus confusos límites, traerá más
compicaciones, esta vez entre Andagoya, Robledo y Belalcázar (ante los
escandalizados ojos de Cieza).
(Imagen) Nos va a hablar Cieza de los antagonismos de tres capitanes en
tierras colombianas: PASCUAL DE ANDAGOYA, Sebastián de Belalcázar y Jorge
Robledo. Ya he comentado algo de Andagoya, pero su vida merece una amplia
biografía porque, comparado lo mucho que consiguió con lo que pudo haber
logrado, entra con todo derecho en el olimpo de los gloriosos fracasados. Como
la inmensa mayoría de los vascos que vivieron la enorme aventura de las Indias,
fue absolutamente leal a la Corona de Castilla. A pesar de haber servido bajo
el mando del brutal Pedrarias Dávila, su fe cristiana lo mantuvo siempre
compasivo con los indios. Vimos anteriormente que le consiguió a un religioso
sobrino suyo el permiso necesario para ir a evangelizar en las Indias. Y acabo
de comprobar que hizo lo mismo con otro: en este caso, su hermano, el jerónimo
fray Martín de Andagoya (los jerónimos tuvieron gran protagonismo en aquellas
tierras). Cuenta Bartolomé de las Casas que Pedrarias había enviado al capitán
Francisco Becerra en un gran navío con ciento ochenta hombres para buscar oro. El
comportamiento de los españoles (cumpliendo las órdenes de Pedrarias) era
brutal, y arruinaron en poco tiempo la buena relación que Vasco Núñez de Balboa
había mantenido con los nativos. Se encontraban en la costa de Urabá
(Colombia), donde los indios utlizaban veneno en sus flechas con tanta
eficiacia, que mataron a Becerra y a todos sus acompañantes. Al saberlo
Pedrarias por un muchacho indio que iba con ellos, decidió ir a ver si era
cierto. Cuando lo comprobó, dio la vuelta, pero dejando que un grupo, bajo el
mando de (nuestro conocido) Gaspar de Espinosa, siguiera en busca del oro. Con
ellos iba Andagoya, y mucho más habrá
que contar de su sorprendente versatilidad, pues, entre otras cosas, redactó
una crónica (la de la imagen) sobre sus arriesgadas vivencias por las Indias.
Me gustaría saber si aparte de Juan de Castellanos y Cieza de León, otros Españoles escribieron sobre Sibundoy, un valle entre los actuales Ecuador y Colombia. Estos dos cronistas en 1535(con Ampudia Y añasco) y en 1540(con Jiménez de quesada) lo mencionan como Cebundoy. Quisiera saber si hay algún escrito de esa epoca aparte de los mencionados. Muchas gracias
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