(91) –Sorprendente,
secre: una estúpida reyerta entre capitanes.
-Y más todavía, reve, porque parece casi una bronca entre adolescentes,
pero que pudo costar muy cara. “Como los de Cristóbal de Olid y los de Pedro de
Alvarado habíamos de llevar el mismo camino, salimos juntos, y fuimos a dormir
a un poblado. Cristóbal de Olid envió por delante a gente suya para tomar
posada, y cuando llegamos con Pedro de Alvarado, no teníamos dónde quedarnos,
de manera que echamos mano a las armas los dos bandos, y también nuestros
capitanes, pero se pacificó algo el ruido porque no faltaron caballeros de
entrambas partes que se metieron entre nosotros, aunque quedamos resabiados.
Cuando lo supo Cortés, nos escribió reprendiéndonos por la cuestión,
haciéndonos con ello amigos, aunque desde entonces no se llevaron bien Alvarado y Olid”.
Llegaron a Tacuba, y empezó el gran baile: “Fuimos a quebrarles a los mexicanos
el agua de Chapultepec, de donde se proveía su ciudad, y nos estaban esperando
en el camino muchos guerreros e hirieron a 3 de los nuestros, mas presto les
hicimos volver la espalda, y les siguieron nuestros amigos tlaxcaltecas, que
mataron a 20 y prendieron a 7. Luego les quebramos los caños, y desde entonces
nunca llegó el agua a México mientras duró la guerra”. Gravísimo problema para
UN ASEDIO DE 93 DÍAS.
-Y que lo digas, mon petit: los mexicanos ya solo pudieron surtirse de
agua a duras penas mediante canoas. Pronto empezó la melodía de gritos
constantes que iban a oír los españoles durante esos 93 días (tan intensos que
lo primero que impresionó a Bernal cuando se acabó todo fue, simplemente, el
silencio que se hizo de súbito). “Acordaron nuestros capitanes que entráramos
en la calzada que va de Tacuba a Tenochtitlán para intentar ganarles un
puente”. Fue el primer aperitivo de las toneladas de quina que iban a
tener que tragar: “Cargaron contra nosotros
por la calzada y en canoas tantos guerreros que yo no lo sé escribir, porque
llenaron toda la calzada de la vara, flecha y piedra que nos tiraban, teniendo que retirarnos, y desde
que nos vimos en tierra firme, dimos gracias a Dios, pero 8 de los nuestros
quedaron de aquella vez muertos y más de 50 heridos. Y los mexicanos se hacían
señales de humo para que todas las canoas de México y los demás pueblos de la
laguna se juntaran, porque vieron que Cortés ya había salido con los 13
bergantines”. Confiaban en ‘el invento naviero’, pero la práctica podía
arruinar sus esperanzas. Llegó el momento de poner las embarcaciones a prueba
en acción: “Cuando vio Cortés que se juntaban las canoas, las temió en gran
manera porque eran más de mil, y se puso en una parte de la laguna en la que
pudiera correr adonde quisiese en caso de aprieto. Mandó a sus capitanes que no
embistieran hasta que refrescase más el viento que venía de tierra. Los indios
creían que por temor de ellos se apartaban, y todos fueron a atacarnos. En
aquel instante vino un viento muy recio y bien aparejado, y Cortés mandó
embestir a la flota de canoas, y trastornaron muchas de ellas, y se mataron y
perdieron muchos indios. Por manera que fue el primer combate que hubo en la
laguna, y Cortés tuvo victoria”. ¡Funcionó! Y Bernal lo rubrica: “Y gracias a
Dios por todo, amén”. Así que, de momento, uno a cero; pero el larguísimo
partido acababa de empezar. El grupo de
Alvarado, peleando en la calzada de Tacuba, perdió 3 hombres. Sandoval había
entrado por la de Iztapalapa, y Cuauchtémoc intentaba cortarle el paso por
detrás para que no pudiera volver, sacándole del apuro una actuación conjunta
de Olid y los bergantines de Cortés. Terminemos rezando piadosamente de
rodillas porque Bernal (que escribe en 1568) menciona lo más querido de todos los
mexicanos (ateos incluidos): “Le mandó Cortés a Sandoval que fuese a poner
cerco a otra calzada que sale de Tepeaquilla (Tepellac), que ahora llaman Nuestra Señora de Guadalupe, donde
hace y ha hecho muchos y muy santos milagros”.
(Foto.- Gran momento histórico:
Cortés y los suyos entraron la primera vez en Tenochtitlán temblando de miedo
como si subieran a la guillotina, pero sin oposición y reventando de orgullo.
Ahora, para poder repetir esa escena, les va a tocar una lucha de más de tres
meses, con la amenaza constante de verse atrapados entre los puentes).
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