(72) -Y hubo, querido
socio, otra tragedia para el debate
histórico.
-Tendremos que emplear la lógica, sabio doctor, acerca de lo que
realmente ocurrió. Moctezuma no quería intervenir para aplacar a los mexicanos.
Da la sensación de ser un hombre harto de los dos bandos, el de Cortés y el
suyo: “E fueron el padre de la Merced y Cristóbal de Olid, y le hablaron con
mucho acato y palabras muy amorosas. E dijo el Moctezuma. ‘Yo tengo creído que
no podré parar la guerra, porque ya tienen alzado a otro señor. Han decidido no
dejaros salir de aquí con vida’. Y Moctezuma se puso en un pretil de una azotea
con muchos de nuestros soldados guardándole, y les comenzó a hablar a los
mexicanos con palabras muy amorosas, diciéndoles que dejasen la guerra porque
nos iríamos de México. Y muchos principales bien le conocieron y mandaron a sus
gentes que no tirasen piedras ni flechas, y se acercaron cuatro de ellos y le
dijeron llorando a Moctezuma. ‘¡Oh, gran señor, cómo nos pesa de vuestro mal y
daño!’. E le hicieron saber que ya habían levantado por señor a su hermano
Cuitláhuac, señor de Iztapalapa, y no era Cuauhtémoc, pues fue señor después. Y
dijeron también que la guerra no la habían de acabar hasta que todos nosotros
muriésemos. Y de seguido tiraron tanta piedra y vara que los soldados que le
protegían con las rodelas, como mientras Moctezuma hablaba con ellos no daban
guerra, se descuidaron un momento y le dieron tres pedradas, una en la cabeza,
otra en un brazo y otra en la pierna. Y aunque le rogaban que se curase y
comiese, diciéndoselo con buenas palabras, no quiso; y en poco tiempo se supo
que había muerto. Y Cortés lloró por él, y todos los capitanes y soldados, e
hombres hubo entre nosotros, de los que le conocíamos y le tratábamos, que le
lloraron tanto como si fuera nuestro padre; y no nos hemos de maravillar,
viendo qué tan bueno era. Y decían que fue el mejor rey que en México había
habido, e que por su persona había vencido tres desafíos que tuvo sobre las
tierras que sojuzgó”.
-Habría que hacer sonar, hijo mío, las tristes trompetas del Réquiem de
Mozart para este desgraciado personaje digno de las tragedias griegas: con él
se apagó para siempre el sol del mundo azteca. Y como te recordé al principio,
surgió un debate histórico que nunca se ha cerrado. En México ha echado fuertes
raíces la versión de que Cortés asesinó a Moctezuma. Todo es posible, pero, sin
ser un santo, tampoco era un tonto, sino siempre un frío e inteligente
calculador, y tuvo que ser consciente de que, especialmente en aquella
desesperada situación, Moctezuma les valía más vivo que muerto. (Sigamos con la
terrible tormenta). Era tanta la religiosidad de aquella época, incrédulos y
descarriados materialistas, que los soldados llegaron a criticarle al fraile
que no consiguiera convertir a Moctezuma antes de morir: “Nos dio tanta
tristeza su muerte, que se lo tuvimos a mal al padre de la Merced que no le
hubiese atraído a que se volviese cristiano, y él dijo por descargo que no
había creído que de aquellas heridas muriese”. Luego Cortés tuvo una idea
absurda: les envió el cuerpo de Moctezuma a los mexicanos con unos principales
que tenía presos, para que les contaran lo que pasó, y con la petición de que
“alzasen por rey a un primo de Moctezuma que estaba con nosotros, pues le
pertenecía heredar, porque al que habían alzado por señor no le venía por
Derecho, y de que se hiciesen paces para salirnos de México; con el aviso de
que si no lo hacían, saldríamos a darles guerra e quemarles todas las casas”.
La reacción de Cuitláhuac fue explosiva: “Nos dieron batalla con muy grandes
gritas y silbos y rociadas de piedra y vara y flecha, y procurando poner fuego
a nuestros aposentos”. Y de nuevo Cortés se equivocó creyendo que, echándose un
farol heroico, se iban a arrugar: “Se acordó que, al otro día, saliésemos todos
del real a luchar bravamente para ver si, por ventura, les hiciésemos que
cesaran la guerra, y se pudiera tratar alguna paz para salir libres. Y aunque
lo hicimos muy varonilmente, y matamos a muchos contrarios, todo fue nonada
para el daño, así de muertes como de heridas, que nos dieron”. Preciosa
situación: ¿qué podemos hacer, compañeiro?
(Foto: El grabado muestra la versión española de la muerte de Moctezuma.
Esa pedrada fue el preludio de la épica derrota de Cortés y los suyos).
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