(80) –Pacificada
la zona, secre, David decide ir contra Goliat.
-Así fue, reverendo. El superman Cortés lo organizó todo rápidamente
para meterse en la demencial aventura de volver a México y conseguir el triunfo
definitivo. Preparó una estrategia muy arriesgada, pero genial, como hizo
Aníbal con sus elefantes: “Fuimos a Tlaxcala, y Cortés dio orden de que se
cortase madera para hacer 13 bergantines, para ir otra vez a México, porque
teníamos por muy cierto que no podíamos señorear la laguna sin ellos, ni dar
guerra, ni entrar por las calzadas en aquella gran ciudad. Y el que los hizo
fue Martín López, que, además de ser un buen soldado en todas las guerras,
sirvió muy bien a Su Majestad en esto de los bergantines, y trabajó en ello
como fuerte varón (honor y gloria al
oscuro Martín)”. En Tlaxcala había muerto de viruela el gran cacique
Maseescazi. “Cortés dijo que lo sentía como si fuese un padre, y se puso luto;
y murió con voluntad de que sus hijos y parientes no se saliesen del mando de
los españoles, y como había diferencias sobre quién le habría de suceder,
Cortés señaló que lo fuese un hijo legítimo de Maseescazi. Todos los caciques
se ofrecieron a servir a Cortés con gente para cortar los bergantines y para la
guerra contra los mexicanos (asombrosa
lealtad)”. Era tan profunda la simbiosis entre tlaxcaltecas y españoles que
“después de abrazarle con mucho amor al gran cacique Xicoténcatl el Viejo y
darle las gracias por sus ofrecimientos, procuró que se volviese cristiano, y
el buen viejo, de buena voluntad, le dijo que lo quería ser, e con la mayor
fiesta que en aquella sazón se pudo hacer, le bautizó el padre de la Merced y
le puso el nombre de don Lorenzo Vargas”. Llegaron noticias de que otro navío
había aportado en la Villa Rica, procedente de Castilla, con mucho cargamento.
De nuevo Cortés lo fagocitó, aunque pagó el oportuno precio, y, una vez más, la
tripulación se incorporó a la campaña de México. Todo ya dispuesto, Cortés
escogió el gran poblado de Texcoco (en la laguna mexicana) como astillero para
armar los bergantines, encargándose los tlaxcaltecas de llevar el maderamen ya
debidamente cortado. Bernal pasa por alto la típica arenga de Cortés antes de
iniciar algo grande, y tampoco da el número de los soldados, que eran alrededor
de 590. Pero sí nos dice la fecha, consciente del calibre de la aventura que se
iniciaba: “Comenzamos a caminar, con mucho concierto, el día 26 de diciembre de
1520”. Qué emoción, querido Sancho. Sigue con ellos.
-Hacía seis meses que huyeron de
México (el 24 de junio) muriendo más de 800 soldados e incontables
tlaxcaltecas, y volvían al mismo infierno. Solo la figura mitificada de Cortés
podía aglutinar en semejante locura a indios y españoles. Era un plan a largo
plazo, porque pensaban cercar Tenochtitlán hasta que se rindieran por
extenuación sus habitantes. Así que, además de coraje para la lucha,
necesitarían grandes dosis de paciencia. Caminaban, pues, sin prisa hacia
Texcoco: “Nuestros amigos tlaxcaltecas iban cortando y apartando los árboles
para que pasaran los caballos, hasta que subimos la sierra, y entonces (oh, maravilla) apareció la laguna de
México y sus grandes ciudades pobladas en el agua. Y dimos muchas gracias a
Dios por dejarnos verlas de nuevo.
Entonces nos acordamos de nuestro desbarate pasado, y prometimos cercar México
y tener otra manera de hacer la guerra”. Vieron que los indios se hacían señales
de humo, “e yendo más adelante, topamos
con un escuadrón de guerreros mexicanos que nos aguardaban, mas enseguida los
desbaratamos”.
(Foto: Preciosa recreación del Paraíso Terrenal -si la religión azteca
no fuera tan terrorífica-. En una especie de Venecia, aparece la mítica
Tenochtitlán, y sobre el mismo islote,
la población de Tlatelolco, donde los españoles habían visto
estupefactos en su primera llegada el asombroso mercado mexicano. Se aprecia
también que no quedaba muy lejos Otumba, donde pudieron frenar con una batalla
decisiva la mortífera persecución que sufrieron después de ser expulsados de la
gran ciudad. Con muy buen criterio, Cortés decidió ensamblar los bergantines en
Texcoco, que daba nombre al lago y estaba frente a la zona más abierta, y la
mejor para poder navegar sin demasiados agobios. Asimismo vemos el nombre de
Teotihuacán, que presume de tener el mejor conjunto de pirámides del país, con
la curiosidad de que su construcción fue anterior a la llegada de los
aztecas.).
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