lunes, 22 de mayo de 2023

(2037) Aunque Cortés tuvo que ejecutar por terca rebeldía a Xicoténcatl el Mozo, los tlaxcaltecas lo vieron justificado. Empieza el largo y muy arriesgado cerco de México con una sabia estrategia de Cortés.

 

     (90) –Tuvo Cortés, dolce poverello, un problemilla de dignidades.

     -Veramente, caro Sancio; pero lo resolvió eliminando tonterías en plan mandón: “Como vio Cortés que no había para los 13 bergantines suficientes marineros que supiesen remar, y muchos de ellos se rehusaban, hizo pesquisa sobre quiénes eran de algún puerto de mar, y les mandó, so graves penas, que entrasen en los bergantines. Y aunque por más hidalgos que dijesen que eran, los obligó, saliendo después mejor librados que los que estábamos batallando en las calzadas”. Nombró luego a un capitán por cada bergantín. Bernal cita los nombres, y así sabemos que uno de ellos era Juan Jaramillo, que se convertiría después en marido de la deliciosa doña Marina.

      -Qué penuca, socio. Pero sigamos adelante. Llegaron refuerzos de indios amigos: muchísimos tlaxcaltecas, capitaneados por el revoltoso Xicoténcatl el Mozo, “y unos pocos de Cholula, que desde que los sometimos no nos fueron contrarios, ni cuando nos echaron de México. Y Cortés les hizo mucho acato y los abrazó al Xicoténcatl y los demás capitanes, que habían llegado con los tlaxcaltecas en buen orden y gritando: ‘¡Viva el emperador, nuestro señor! y ¡Castilla, Castilla, Tlaxcala, Tlaxcala!’. Cortés hizo tres escuadrones para organizar la batalla. Uno (del que formaba parte Bernal), mandado por Pedro de Alvarado, sitiaría Tacuba; otro, con el capitán Cristóbal de Olid, haría lo mismo en Coyoacán; y el tercero, a las órdenes de Gonzalo de Sandoval (cómo ascendía el jovenzuelo), se encargaría de Iztapalapa. Al frente de los 13 bergantines, con 300 soldados, estaba el propio Cortés. Iban a partir el día siguiente, y (ya ni siquiera es sorpresa) surgió un grave problema. “Se enviaron por delante todas las capitanías de los tlaxcaltecas, y los capitanes vieron que no les acompañaba Xicoténcatl el Mozo. Supieron que se había vuelto a Tlaxcala y que pretendía tomar por la fuerza el cacicazgo. El cacique Chichimecatecle volvió a Texcoco a hacérselo saber a Cortés. Y enterado, mandó que fueran 5 principales de Texcoco y 2 de Tlaxcala, amigos de Xicoténcatl, para que volviera, rogándole que no infamara con lo que hacía a los de Tlaxcala, porque eran grandes servidores de Su Majestad, ni a su padre, ni a los demás caciques. Respondió que si su padre le hubiese creído, no nos habríamos señoreado tanto  de ellos, y que  no quería venir”. ¿Qué hará Cortés?

     -Conociendo al personaje y la acuciante situación, era fácil preverlo. “Y así que Cortés supo aquella respuesta, dio un mandamiento a un alguacil para que,  con 4 de a caballo y 5 indios principales de Texcoco, fuesen muy en posta (con la máxima rapidez), y doquiera que lo alcanzasen, lo ahorcasen; y dijo: ‘Ya en este cacique  no hay enmienda, sino que siempre nos ha de ser traidor y malo y de malos consejos, y ya no es tiempo de disimular más lo pasado’. Cuando Pedro de Alvarado lo supo, rogó mucho por él, y Cortés le dio buena respuesta, pero secretamente mandó al alguacil que no le dejasen con la vida. Y así se hizo, de manera que en un pueblo sujeto a Texcoco le ahorcaron, y en esto fue a parar su traición. Algunos tlaxcaltecas dijeron que Xicoténcatl el Viejo envió  a decir a Cortés que su hijo era malo, que  no se confiase de él y que procurase de le matar”. Como es lógico, Xicoténcatl el Mozo se ha convertido en otro de los héroes nacionales de México, pero tampoco se puede olvidar que los tlaxcaltecas permanecieron siendo fieles aliados de los españoles. Y añade Bernal: “Por esta causa nos detuvimos aquel día sin salir de Texcoco. Y al otro día, que fue 13 de mayo  de 1521, nos pusimos en marcha”. Y allá que se fueron, con una sola alternativa: vencer o morir.

     (Foto: Al ver el plano del lago de Texcoco, se entiende la estrategia de Cortés. Él se encargaría de la escuadra de bergantines. Por tierra atacarían la gran ciudad: Sandoval desde Ixtapalapa; Olid, desde Coyoacán, y Sandoval desde Tacuba (Tlacopán). Tiene mucha lógica el plan porque las tres poblaciones enlazaban con Tenochtitlán por calzadas que atravesaban el lago; la pesadilla era que en todas había puntos en los que se podía cortar el paso quitando los puentes. Pero, como contrapartida, los españoles aislaban a la población taponando las salidas del lago).




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