(73) -¡Qué
terrible situación, secre! Iban a morir todos sin remedio.
-Pero erais muy dados a creer en milagros, reverendo abad; además un
soldado de verdad tenía que morir matando y sin desaprovechar una mínima
oportunidad de huida. “En fin, veíamos nuestras muertes a los ojos y los
puentes alzados, por lo que fue acordado que de noche nos fuésemos”. Hasta les
animaba la palabrería de un tal Botello, “que decían que era nigromántico o
astrólogo, y aseguraba que, si no salíamos aquella noche de México, moriríamos
todos. Con maderos hicimos un pontón para llevarlo a cargo de 400 tlaxcaltecas
y 150 soldados, que serviría de paso donde habían roto los puentes”. Se
distribuyó la tropa: cuatro capitanes con sus soldados en la vanguardia, en
medio cien soldados jóvenes con Cortés, para acudir como refuerzo de emergencia,
y en la retaguardia dos capitanes con los soldados de Narváez reteniendo a los
prisioneros”. Pones cara de asombro.
-Fíjate qué detalle, tierno trovador: “Y para doña Marina y doña Luisa
se señalaron 300 tlaxcaltecas y 30 soldados”; les dieron el trato de verdaderas
esposas de Cortés y Alvarado. Ocurrió también que se puso de manifiesto la
insensatez de la codicia; con todo ya organizado, juntaron la gran cantidad de
oro que había, y cargaron cuanto pudieron en caballos y porteadores
tlaxcaltecas, “pero quedaba mucho en la sala hecho montones. Entonces Cortés
les dijo a los soldados que, como había de quedar perdido entre aquellos
perros, podían sacar lo que quisieran; y muchos de los de Narváez y algunos de
los nuestros cargaron dello. Yo no tuve codicia sino de salvar la vida, mas no
dejé de apañar algunas joyas que me fueron luego buenas para curarme las
heridas y comer del valor dellas”. Pero yo diría que Cortés aseguró su propia
salvación.
-Así lo veo yo también, ilustre abad. Fue un capitán que escapó el
primero del barco que se hundía sin remedio, y Bernal no se priva de dejar
claro el detalle: iniciaron la escapada antes de medianoche, “yendo en cabeza
los del fardaje, y los caballos y los indios cargados con el oro, y rápidamente
se puso el pontón, y pasó Cortés primero con los demás que consigo traía, y
muchos de a caballo. Y estando en esto sonaron las voces y cornetas de los
mexicanos, y vinieron muchos escuadrones de guerreros sobre nosotros, y nos
atacaron tantos que, aunque peleábamos muy bien, no se pudo aprovechar el
pontón, de manera que aquel paso de agua se llenó de caballos muertos, y de
indios, indias y fardaje. Y a estocadas que les dábamos, pasamos”. Aunque
Bernal se queja del ‘sálvese quien pueda’, reconoce que, de no hacerlo así, habrían
muerto todos. Si algo se le puede censurar a Cortés es el haberse aprovechado
de la opción más segura para salvarse él y sacar el oro: salir en cabeza y por
sorpresa. “Cortés, los capitanes y soldados que pasaron primeros, por salvarse
y llegar a tierra firme y asegurar sus vidas, aguijaron por la calzada
adelante. También salieron a salvo los caballos con el oro, y digo que, si
aguardáramos los unos a los otros en los puentes, todos feneciéramos. Luego los
capitanes que estaban a salvo le decían a voces a Cortés: ‘Señor capitán,
aguardemos, que los estamos dejando morir en los puentes’. Y la respuesta de
Cortés fue que los que habíamos salido era por milagro”. Sin embargo hicieron
un intento de acudir en su ayuda, “pero llegó Alvarado bien herido a pie, con
la lanza en la mano, porque le habían muerto la yegua alazana, y traía consigo
4 soldados heridos y 8 tlaxcaltecas, todos cubiertos de sangre, y como Cortés
vio que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos. Y dijo
Alvarado que el capitán Juan Velázquez de León quedó muerto con otros muchos
caballeros, y que todos los puentes y calzadas estaban llenos de guerreros
mexicanos”. Así que desistieron de volver, porque era una muerte segura.
(Foto: Vaya panorama: la muchedumbre de soldados mexicanos les perseguía
por detrás, les atacaba de frente sobre una calzada sin puentes, en la que
resbalaban los caballos, y les acosaba por los lados en canoas. La expresión de
Bernal quedó para la Historia: fue verdaderamente la “Noche Triste” de Cortés y
los suyos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario