jueves, 27 de octubre de 2022

(Día 1865) Gran diferencia entre los civilizados indios de Bogotá y Tunja con los salvajes que los rodeaban. Los primeros dedicaban el oro y las esmeraldas a sus dioses y a sus difuntos. Tesoros sagrados que los españoles respetaban.

 

     (1465) Queda claro que el oro y las esmeraldas eran para los indios objetos sagrados: “Tiene cada indio, por pobre que sea, un ídolo particular, o más, que equivalen a lo que en su tiempo los gentiles llamaban Lares. Estos ídolos caseros son  de oro muy fino, y les ponen el hueco del vientre muchas esmeraldas. Es tanta la devoción que  les tienen, que los llevan a todas partes en una espuerta pequeña colgada del brazo, incluso cuando van a la guerra, donde pelean con un brazo y  en el otro tienen su ídolo.  En Tunja son más religiosos, y a los muertos importantes no los entierran. Les sacan todas las entrañas y llenan el vacío de oro y esmeraldas, cubriéndolos después con mantas liadas para depositarlos en unos santuarios. Luego los dejan allí para siempre y sin enterrar, de lo cual no se han  aprovechado los españoles. En Bogotá, además de enterrar debajo de tierra, lo hacen en el agua, en lagunas muy grandes, metidos los muertos en ataúdes de oro tras haber puesto dentro  todo el oro y las esmeraldas que pueden caber, y luego los echan a lo más hondo de las lagunas.  De  la tierra y  nación de los panches, de quienes está rodeado todo el Nuevo Reino de Granada, diré que hay muy poco de qué hablar sobre su religión y vida moral, porque es gente tan bestial, que ni adoran ni creen en otra cosa que no sean sus deleites y vicios. No les importa nada el oro ni otra cosa que no sea comer y holgar, especialmente si pueden tener carne humana para comer, pues es su mayor deleite. Y solo con ese fin entran siempre a guerrear en el Nuevo Reino”. El cronista deja ya de lado sus observaciones de las costumbres indias y vuelve al tema histórico:  “Tornando a hablar del Nuevo Reino de Granada,  digo que se gastó la mayor parte del año 1538 en pacificar aquellas tierras, y, una vez conseguido, el Licenciado Jiménez de Quesada se dedicó a poblarlo de españoles. Edificó enseguida tres ciudades. Una en la provincia  de Bogotá, a la que llamó Santa Fe (la actual Bogotá). A otra la llamó Tunja. Y, a la tercera,  Vélez, que está por donde él había llegado con su gente al Nuevo Reino. Ya había entrado el año 1539 cuando todo esto se terminó de hacer. Una vez conseguido, el dicho Licenciado Jiménez de Quesada decidió venir a España para dar cuenta a  su Majestad personalmente de los hechos y negociar su futuro. Dejó como teniente suyo a su hermano Hernán Pérez de Quesada. Y para preparar su viaje, mandó hacer bergantines en el río Magdalena, cuyo curso quería seguir a partir del Nuevo Reino de Granada. De esta forma, no sería necesario ir a través de las montañas de Opón, por donde había llegado, pues fueron una pesadumbre muy grande”. Pero, de repente, todo se le va a complicar de forma extraordinaria a GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA, aunque mostrará una gran sensatez.




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