(1444) El cronista Ruy Díaz vuelve a
tiempos anteriores, y nos cuenta que, tras la destitución y apresamiento de
Álvar Núñez Cabeza de Vaca, quiso ocupar su cargo de Gobernador de Río de la
Plata un vecino de Trujillo (Cáceres) llamado Juan de Sanabria, y el Rey se lo concedió, pero,
después de haber preparado todo lo necesario para partir hacia Las Indias, se
puso enfermo en Sevilla y murió, siendo inútil todo el gasto que había hecho. El
derecho a sucederle en el puesto lo tenía su hijo, Diego de Sanabria, pero, por
atender en la Corte otros asuntos que le urgían más, no partió con los barcos
que debían trasladarle a las Indias, que lo hicieron en 1552. Eran una nave y
dos carabelas, y formaban parte de la expedición (como ya dijimos hace mucho
tiempo) la excepcional y brava Mencía Calderón, viuda de Juan de Sanabria, así
como dos hijas suyas. Es oportuno subrayar que también figuraba el burgalés
Juan de Salazar (veterano fundador, en 1537, de Asunción), al cual le dio
licencia para volver a aquellas tierras
el Rey gracias a una recomendación del portugués Duque de Braganza, a cuyo
servicio había estado Salazar durante varios años.
Nos habla también Ruy Díaz de Guzmán de algunos
viajeros notables: “Iban, asimismo, otros muchos caballeros e hidalgos, entre
los cuales estaban Cristóbal de Saavedra, natural de Sevilla, Hernando de Trejo
y el capitán Becerra, que traía su mujer e hijos en una nao suya. Los
expedicionarios tomaron puerto en la costa del Brasil, y, al entrar en la
Laguna de los Patos, se hundió el navío de Becerra. Aunque se salvó toda su gente, perdieron lo
que traían dentro”. Surgió entonces un conflicto entre Juan de Salazar y el
piloto mayor de la armada, el cual, por este motivo fue privado de su cargo y
tomó el mando el capitán Hernando de Trejo, pero hubo muchos a los que no les
gustó este cambio y abandonaron la nave. No obstante, Trejo, a pesar de
quedarse con poca gente, pero con los ánimos de sus ‘fieles’, fundó allí una población (era el año 1553), a
la que le puso el nombre de San Francisco. Y comenta Ruy Díaz: “Es el puerto más amplio y seguro que hay en
aquella costa. En este tiempo se casó Hernando de Trejo con doña María de
Sanabria, hija del fallido gobernador (por defunción) Juan de Sanabria, en
cuyo matrimonio procrearon al reverendísimo señor don Fray Fernando de Trejo,
Obispo de Tucumán, que nació en aquel territorio”.
Sin embargo el futuro de la población resultó de corto recorrido. Sus habitantes no
tuvieron habilidad suficiente para poder sustentarse durante una larga racha de
escasez. Las quejas iban en aumento, y los vecinos presionaron a Hernando de
Trejo para que se abandonara el lugar con la intención de trasladarse a la
ciudad de Asunción: “Por estos continuos ruegos, con insistencia especial de
las mujeres, Trejo dio su conformidad, y se decidió hacer el recorrido por la
vía más directa. Se quedó en que la mitad de la gente fuera por el río, y la
otra mitad por tierra, con orden de juntarse al llegar la noche, y siguieron la
ruta que había descubierto Álvar Núñez Cabeza de Vaca”.
(Imagen) Una nueva expedición partió desde
España para ir a Paraguay. Ya hablamos hace mucho tiempo de que en ella iban,
entre otros, Juan de Salazar, quien
había fundado Asunción el año 1537, y una mujer absolutamente extraordinaria,
Mencía Calderón. Llegados a Brasil, emprendieron marcha por la vía que descubrió
Álvar Núñez Cabeza de Vaca, siendo entonces el primer español que vio las
cataratas del río Iguazú (enero de 1542). Nos cuenta el cronista Ruy Díaz de
Guzmán: “Según caminaban por la ruta de Cabeza de Vaca, sucedió que algunos
soldados, buscando cosas de comer, se alejaron más de lo que
debían, y no acertaron a volver. Cuando fueron a buscarlos, los hallaron a todos
muertos por el hambre. Murieron en esta ocasión 32 soldados, y los demás siguieron
adelante con los capitanes Saavedra y Trejo. Descubrieron unos campos poblados
por indios, que los recibieron bien, y en especial un cacique llamado Gapúa.
Más tarde llegaron al río Iguazú, y encontraron luego un pueblo de indios que
ha quedado con el nombre de Asiento de la Iglesia porque Hernando de Trejo
edificó allí una casa de oración, donde los indios eran adoctrinados, y los
sacerdotes decían misa. En un pueblo de indios aguarás, tuvieron muy buen
acogimiento y abundancia de comida, por lo cual decidieron permanecer allí más tiempo,
incluso con la idea de hacer una
fundación. Con mucha frecuencia, le enviaban informes de todo lo que ocurría
durante su viaje a Domingo de Irala, que ya tenía confirmación de que Su Majestad
le había hecho merced de nombrarlo Gobernador de Río de la Plata. Pasados
algunos meses y habiendo tenido habituales noticias de Asunción, decidieron
continuar su camino, y, al cabo de muchas jornadas, llegaron a la ciudad.
Entonces el general Irala le pidió explicaciones a Hernando de Trejo sobre por
qué había despoblado el puerto de San Francisco. Como no le pareció convincente
su respuesta, ordenó tenerlo preso hasta que Su Majestad decidiera lo que le
pareciese justo. En este mismo tiempo llegaron algunos por el río Paraná desde
la costa de Brasil, entre ellos el capitán Juan de Salazar y Ruy Díaz
Melgarejo, casado con doña Elvira de Contreras, hija del capitán Becerra, y otros
hidalgos, castellanos y portugueses, como Cipión de Goes y su hermano Vicente
de Goes, hijos de un honrado caballero portugués llamado Luis de Goes. Estos
fueron los primeros que trajeron vacas a Río de la Plata, primero por tierra y
después navegando el río con balsas, por encargo de un tal Gaete. De donde
quedó un proverbio en aquella tierra que dice: ‘Es más caro que las vacas
de Gaete’. Llegados ante el general Irala el capitán Ruy Díaz Melgarejo
y Juan de Salazar, fueron bien recibidos por él, olvidando todas las
diferencias que entre ellos había habido”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario