domingo, 16 de octubre de 2022

(Día 1855) Va de crueldades: Los guaraníes mataron a Ñuflo de Chaves y a su tropa. La respuesta de DIEGO DE MENDOZA fue hacer una escabechina con ellos. Extrañamente, el sensato virrey Francisco de Toledo ejecutó por aparente rebeldía a Mendoza.

 

     (1455) Ya hemos visto que Ñuflo de Chaves  iba por delante de su tropa con doce soldados y los indios guaraníes lo mataron a él y a todos los demás, menos al corneta, que pudo escapar y evitar que cayera en la trampa el resto de la tropa de españoles, a cuyo mando iba Diego de Mendoza, el hombre de mayor confianza de Chaves. Aun sabiendo los indios que el corneta podía dar aviso de lo ocurrido, se habían entusiasmado con la matanza que hicieron y se prepararon para sorprender  al resto de los españoles en un lugar apropiado: “Se situaron en un lugar peligroso por donde los nuestros habían de pasar. Don Diego de Mendoza descubrió su celada, y, encontrando otro lugar más seguro, mandó que pasasen por él a 20 arcabuceros de a caballo y algunos indios amigos para sorprender de espaldas al enemigo. Tras hacerlo,  acometieron a los indios consiguiendo que salieran a campo raso, y así pudo pasar don Diego con su gente. Ya todos juntos en el llano, se trabó una reñida pelea, y ayudando Nuestro Señor a los nuestros, pusieron en huida al enemigo con muerte de muchos de los suyos, y prendieron a algunos caciques, a los cuales mandó Don Diego hacer cuartos y empalarlos por los caminos. Para completar este castigo y tener fuerza suficiente, consiguió el apoyo de  indios de aquella zona que le eran leales y fue al pueblo del cacique Porrilla, donde estaban los principales autores de la traición y muerte de Ñuflo de Chaves aguardando a los nuestros y habiéndose reforzado de mucha gente de guerra. Confiados en eso, atacaron los indios con tanto esfuerzo, que pusieron a los españoles en gran aprieto, hasta que, favorecidos por Nuestro Señor, se enfrentaron a los indios y les hicieron retroceder. Entrando en el pueblo, le dieron fuego, y, yendo en su persecución, pasaron a cuchillo a cuantos topaban, sin perdonar sexo ni condición. Hicieron en ellos el más riguroso castigo que se ha visto en las Indias, pues, de alguna manera, hubo exceso de crueldad, ya que pagaban muchos inocentes lo que debían los culpables, con lo que se atajó el paso en alguna manera a tanta malicia. Hecho lo que más convino, Don Diego dio la vuelta a la ciudad de Santa Cruz, donde luego que llegó, el cabildo y toda la demás gente lo nombraron Capitán y Justicia mayor en nombre de Su Majestad, y como a tal le recibieron al uso y ejercicio de su oficio, en el ínterin que otra cosa fuese proveída por la real audiencia y virrey de aquel reino. Y dando cuenta, como debían, de lo sucedido a quien tocaba, fue aprobado don Diego, en cuya virtud asumió la gobernación de aquella tierra. Hasta que, andando el tiempo, don Francisco de Toledo, que por orden de Su Majestad fue proveído como virrey del Perú, envió por gobernador de esta provincia de Santa Cruz al capitán Juan Pérez de Zurita, persona principal y que había servido a Su Majestad en cargos preeminentes, hallándose en la conquista del reino de Chile, y administrando el gobierno de Tucumán. Y, con su entrada, ocurrieron las revoluciones y tumultos que en su lugar diremos, junto con la muerte de don Diego, para hablar del viaje de Felipe de Cáceres y el Obispo hasta llegar a la Asunción”. Pero no podremos ver lo que le ocurrió a Diego de Guzmán, porque el texto debería continuar en el siguiente tomo de la crónica de Ruy Díaz de Guzmán, el cuarto, que ya no existe. Haré, pues, uso de otras fuentes para conocer algo más sobre su vida y milagros.

 

     (Imagen) Hemos visto que DIEGO DE MENDOZA, al enterarse de la cruel muerte que dieron los guaraníes a Ñuflo de Chaves y a once de sus hombres, reaccionó con una ira desenfrenada, en parte por ser el cuñado de Chaves (casado con su hermana Elvira de Mendoza), y llevó a cabo una venganza terrible con los indios y sus familias. Diego había nacido en Asunción, en 1540, teniendo solamente 28 años cuando ocurrieron los hechos. Hijo de Francisco de Mendoza y de María Angulo, disfrutaba de un alto nivel social, ya que su padre era el gobernador de Asunción. Cuando Ñuflo de Chaves salió de los márgenes de Río de la Plata para andar de conquista por territorios que lindaban con Perú, le acompañaba Diego de Mendoza, el cual estuvo presente el año 1559 en la fundación de la ciudad de La Barranca, y, en 1561, en la de Santa Cruz de la Sierra. En 1564, regresó a Asunción y se casó con Ana de la Torre (con la que tuvo tres hijos), sobrina del obispo de Paraguay Pedro Fernández de la Torre. Poco después regresó a Santa Cruz con Chaves, quien le dio plenos poderes para estar al mando de la ciudad cuando él se ausentara. Como hemos visto, en 1568, Ñuflo de Chaves ‘se ausentó del todo’, porque lo mataron los indios. En esas circunstancias, se demostró lo apreciado que era Diego de Mendoza, ya que fue elegido gobernador de Santa Cruz de la Sierra por el voto de la gran mayoría de los vecinos. Pero esa decisión fue tomada de forma ilegal, porque no le correspondía a ellos, sino que era competencia exclusiva del Virrey de Perú, siéndolo entonces el extraordinario Francisco Álvarez de Toledo. Y tal situación va a dar origen a un conflicto sumamente raro en las Indias (pero sin que sea comparable con las terribles guerras civiles que hubo en Perú). El Virrey, al enterarse, tomó de inmediato la decisión de quitarle el puesto y otorgárselo a Juan Pérez de Zurita. Como los vecinos de Santa Cruz, rebeldemente,  no aceptaron esa imposición, Francisco de Toledo fue con una tropa a castigarlos, pero tuvo que regresar porque se encontró con los peligrosos indios chiriguanos. Entonces optó por una diplomacia falsa con cartas amistosas, mostrando enseguida sus verdaderas intenciones al mandar ahorcar al capitán Salgado, que apoyaba la rebelión. Después el Virrey, viéndose obligado a imponer su legítima autoridad, volvió a utilizar el engaño, pero esta vez para atrapar a DIEGO DE MENDOZA, de manera que consiguió que se presentara en Potosí, y allí fue decapitado el año 1571. Ya muerto, se convirtió, para los habitantes de Santa Cruz de la Sierra, en un mártir de la independencia, dado que aquel territorio, situado entre Perú y Río de la Plata, les había hecho sentirse ajenos a ambas zonas. Es posible que fuera el carismático Ñuflo de Chaves quien  hubiese despertado en ellos ese deseo.




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