lunes, 17 de octubre de 2022

(Día 1856) Unos soldados quisieron desertar para ir a España con lo que creían piedras preciosas. Fueron retenidos, pero, cosa rara, sin ser castigados. Su jefe era el peculiar inglés Nicolás Colman, cuyo hijo dejó fama de santo.

 

     (1456) Recordemos que el gobernador Francisco de Vergara le encargó al capitán Alonso Riquelme de Guzmán que pacificara a los indios del territorio de Guairá. Lo consiguió con brillantez y permaneció en aquellas tierras disfrutándolas pacíficamente él y sus hombres. Pero el año 1569 empezaron a producirse algunos conflictos entre los mismos españoles por motivos económicos: “Se descubrieron unas piedras cristalinas de diferentes colores, y se consideraron de gran valor, pensando  que se trataba de rubíes, amatistas, esmeraldas, e incluso preciosos diamantes. Como les pareció que poseían la mayor riqueza del mundo, algunos intentaron abandonar el pueblo e irse a Castilla con sus mujeres e hijos (no olvidemos que nadie podía abandonar el ejército sin autorización superior). Pero fueron descubiertos, y se apresó a los más implicados, aunque  finalmente se los dejó libres, bajo juramento de que no lo intentarían de nuevo. Y días después, estando el capitán Alonso de Riquelme descuidado, llegaron a su casa 40 vecinos y soldados, todos armados, exigiéndole que les diese autorización para ir a la costa, de donde pudiesen dar cuenta a Su Majestad de la gran riqueza que tenían aquellas piedras.  A este requerimiento respondió que él decidiría lo que conviniese al servicio del Rey. Viendo que les negaba su pretensión, lo prendieron una noche, y a otras personas que estaban con él, siendo el cabecilla del motín un clérigo llamado Escalera. Puesto en este estado el asunto, nombraron por jefe a un inglés que se llamaba Nicolás Colman. Llegaron a un puerto tras haber dejado solo en la ciudad al capitán Alonso de Riquelme con algunos amigos, el cual mandó aviso a la ciudad de Asunción. Llegada la noticia, se envió una tropa con el capitán Ruy Díaz Melgarejo, el cual, aunque todavía no había sido  absuelto por la muerte su mujer y del clérigo, ni de la excomunión, luego lo fue por decisión de Paniagua, provisor general del obispado. Salieron de Asunción, fueron tras los rebeldes,  los apresaron y, llevados a la ciudad, fueron castigados con más benignidad que la que merecían sus delitos. El capitán Ruy Díaz reducía su gravedad, favoreciéndolos secretamente en perjuicio del prestigio de Alonso de Riquelme, por la antigua rivalidad que entre los dos había”.

     El que peor llevaba la  tirantez entre Ruy Díaz y Alonso de Riquelme, era este último, y decidió marcharse a Asunción con 40 soldados. Tuvieron un viaje difícil porque se encontraban sobre la marcha a indios muy alborotados. Se enteraron también de que, yendo por la misma ruta, ya habían entrado en Asunción  el General Felipe de Cáceres y el obispo Pedro Fernández de la Torre. La noticia incomodó a Alonso de Riquelme porque estaba muy dolido con ellos desde que participaron en el apresamiento de su tío Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Por otra parte, en Asunción temía Paniagua que el obispo lo castigara por haber absuelto a Ruy Díaz a pesar de haber matado a su mujer y a un clérigo (como ya vimos). Sin embargo, no hubo problemas al llegar: “Sabido por el General que se acercaban, envió gente a saludarlos y a darles la bienvenida. Cuando entraron, salió para recibirlos hasta el puente de la iglesia mayor, donde, con mucha cortesía y afabilidad, se saludaron, y, desde aquel día, tuvieron el General y Alonso de Riquelme muy buena amistad, dejando aparte asuntos pasados”.

 

     (Imagen) Hemos visto que los rebeldes que quisieron escapar a España por haber encontrado piedras que creían preciosas, escogieron como jefe al inglés NICOLÁS COLMAN, quien fue, sin duda, una figura fuera de lo común. Les pudo haber costado la cabeza, pero, cosa rara, su único castigo fue impedirles la huida. Un descendiente suyo, paraguayo, Andrés Colmán (actualmente el apellido va con acento) Gutiérrez, nos facilita su biografía:   “Con solo 17 años había dejado atrás su Londres natal en compañía de un grupo de jóvenes marinos ingleses, para llegar hasta el puerto de Sanlúcar de Barrameda, donde la armada española estaba organizando una expedición para ir a las Indias. El 24 de agosto de 1535, más de una decena de naves, con unos 3.000 hombres a bordo, zarpaban para aquellas lejanas tierras. El comandante de la expedición era don Pedro de Mendoza y Luján, nombrado Primer Adelantado (con derecho a descubrir tierras) de Río de la Plata por el emperador Carlos V. Había organizado el viaje con fondos de su propio patrimonio, comprometiéndose a fundar tres fuertes y construir un camino real desde Río de la Plata hasta el Océano Pacífico, y con derecho a ser gobernador de las tierras conquistadas, quedarse con la mitad de los tesoros que tomase a los aborígenes y el 90% de los rescates de los prisioneros. Nacido el año 1518, Nicolás Colman, junto a otros ingleses, como John Ruter, Richarte Limon y Robert Briche, eran de los pocos extranjeros de la expedición. Pronto se hizo temible por su carácter irascible. Llegaron a Río de la Plata en enero de 1536, y, ya fallecido Pedro de Mendoza, Nicolás Colman iba bajo el mando de Juan de Salazar cuando fundaron  la ciudad de Asunción (15 de agosto de 1537). Cierta noche, Nicolás se vio envuelto en una pelea con varios conquistadores. Uno de ellos le cortó el brazo derecho con un fuerte golpe de espada. Resistiendo el dolor, Nicolás tomó otro puñal con la izquierda y lo hundió en el corazón de su adversario, antes de caer mal herido. Se ganó el apodo de ‘El manco inglés',  pero nunca perdió la destreza ni la rebeldía”. Luego Nicolás Colman tuvo un papel protagonista en el movimiento rebelde que vimos protagonizar a Diego de Abreu, quien murió en el intento, librándose una vez más el inglés de ser castigado. Así que salió bien parado del duelo, aunque les costó un brazo, de esta conjura de Abreu, y, como acabamos de ver, de la rebeldía que encabezó con el tema de las supuestas piedras preciosas. Se dio también la circunstancia de que tuvo un hijo mestizo y tristemente famoso, pero ejemplar: el franciscano JUAN COLMAN (conocido como Fray Juan Bernardo). Teniendo solo 24 años, fue en busca de un compañero apresado por los  indios. Cuando llegó,  ya lo habían matado, y luego hicieron  lo mismo con él, con un cruel rito destinado al canibalismo, pero los indios, con una reacción supersticiosa, abandonaron el cadáver. Se inició su proceso de canonización, como primer mártir de Paraguay, pero sigue paralizado por pura dejadez.




No hay comentarios:

Publicar un comentario