domingo, 29 de diciembre de 2019

(Día 992) Vaca de Castro no quiso aceptar la propuesta del cabildo de Lima para ser gobernador. Entonces hubo gente que empezó a tentarle a Gonzalo Pizarro con la misma proposición.


     (582) Las diplomáticas palabras de Vaca de Castro fueron bien recibidas por los de la Ciudad de los Reyes, que buscaban ansiosamente algo o alguien que frenara la rígida actitud del virrey: "Oídas estas cosas por los vecinos y regidores, deseaban devolverle a Vaca de Castro el gobierno de la provincia, y que, siendo gobernador, mirase por el bien común". Los del cabildo le mandaron un mensaje a Vaca de Castro en ese sentido, y le pedían que fuera a verles para llevarlo a cabo. Sin embargo, desconfiando de sus intenciones, les respondió que fueran ellos adonde él estaba para tratar el asunto: "Pero ni Vaca de Castro quiso ir al cabildo, ni los del cabildo ir adonde él, teniendo, según creo, sospechas mutuas porque siempre se quisieron mal". El caso es que el obispo  Jerónimo de Loaysa había convencido a Alonso de Riquelme y a Illán Suárez de Carvajal para que hicieran las paces con Vaca de Castro, y le dieron un documento de acuerdo a Lorenzo de Estopiñán para que se lo llevara a Vaca de Castro, quien, después de haberlo visto, se negó a aceptar lo que proponían, y, ante la insistencia de Estopiñán, le contestó que "no lo haría porque conocía que no eran hombres de constancia, y no podía fiarse de su honor". Así que, ni de una manera ni de otra se tomó una determinación.
      Mientras tanto, el Virrey, según Cieza, permanecía en Trujillo demorándose en asuntos políticamente menores, que podían ser resueltos ágilmente cuando se fundara la Audiencia: "Todos los que gobiernan provincias sin acierto, caerán como a muchos les ha ocurrido. Si el virrey dejara con prisa los arrabales, yendo a las ciudades para entrar en ellas con prudencia, se habrían evitado los escándalos y grandes daños que hubo, que no fueron pocos. Todo lo que hacía en Trujillo era que los indios supiesen lo que habían de dar como impuestos (más reducidos que los que se les estaban aplicando). Quitoles indios de repartimientos al capitán Diego de Mora, porque era teniente de gobernador, y a Hernando Alonso Holguín porque lo había sido. En esta ciudad estaba el hermano del virrey, Francisco Velázquez Vela Núñez, caballero muy noble y de grandes virtudes, y Diego Álvarez de Cueto, su cuñado, varón muy cuerdo y asentado". En ese tiempo, sabiendo la actitud que traía el virrey, salieron rápidamente de Lima Bachicao, Diego Maldonado, Gaspar Rodríguez y algunos otros para tratar en el Cuzco "lo que había que hacer en lo tocante a las Ordenanzas".
     Y ahora Cieza nos explica de qué manera se va a convertir el casi olvidado y medio jubilado de la milicia Gonzalo Pizarro en personaje central de la ya próxima guerra civil: "El capitán Gonzalo Pizarro, que había salido del Cuzco, estaba en la villa de la Plata, donde tenía repartimientos muy ricos de indios y sacaba provecho de las minas de Potosí, que en aquel tiempo se empezaban a trabajar. Llegó adonde él un criado que había tenido el comendador Hernando Pizarro, llamado Bustillo, el cual fue enviado con cartas por Don Antonio de Ribera, Alonso Palomino, Villacorta, Alonso de Toro y otros muchos". Cieza aporta un detalle, casi periodístico, para dejar claro que el deseo de Vaca de Castro era que Gonzalo siguiera en su pacífico retiro: "Me dijo recientemente (o sea, casi una década después) Luis de Almao, criado de Gonzalo Pizarro, que Vaca de Castro le escribió que estuviese quieto, aunque las cosas no llevaban buenos términos con las Ordenanzas, porque Su Majestad sería informado debidamente y mandaría lo que más conviniese a su servicio real".

     (Imagen) El Virrey Blasco Núñez Vela actuaba como un cirujano implacable y sin anestesia. Le quitó su encomienda de indios a HERNANDO ALONSO HOLGUÍN porque las Nuevas Leyes prohibían que se les concediera a los funcionarios del Rey. Cosa discutible en el caso de Holguín, porque 'había sido' Teniente de Gobernador. Ese cargo se lo otorgó Vaca de Castro teniendo en cuenta su brillante historial militar. En el texto de la imagen, un hijo suyo, con el mismo nombre, le expone al Rey el año 1597 los méritos del padre, fallecido tiempo atrás. Entre sus aventuras, se da la circunstancia de que estuvo enzarzado en las mismas batallas contra los indios que ya vimos sufrir al orduñés Diego de Urbina. Ver la misma historia expuesta en expedientes distintos nos confirma que los hechos que se narraban en ellos tenían una credibilidad absoluta. Urbina hacía referencia a una rebelión general de los indios aprovechando el asesinato de Pizarro, y a que, en concreto en la isla Puná, mataron al primer obispo de Perú, Fray Vicente de Valverde y a varios españoles. Urbina estuvo cercado por los indios en la zona de Puerto Viejo más de seis meses. HERNANDO ALONSO HOLGUÍN sufrió con sus hombres el mismo acoso en Guayaquil, justo enfrente de la isla Puná. Ambos capitanes doblegaron a los indios. Hernando Alonso Holguín, que había estado en la conquista de Perú desde sus inicios, fue siempre fiel a la Corona durante las guerras civiles, incluso al servicio del virrey Blasco Ñúñez, anteponiendo a cualquier rencor la lealtad al Rey. Tanto Urbina como Alonso Holguín ejercieron su autoridad en la localidad de Puerto Viejo durante muchos años. A Urbina lo mató el rebelde Francisco Hernández Girón hacia el año 1554, pero hay constancia de que, en 1563, aún vivía en Puerto Viejo el muy trabajado HERNANDO ALONSO HOLGUÍN.



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