(574) Dado que el que había sido gobernador de Nicaragua, Rodrigo de
Contreras, hizo el viaje hasta Panamá desde España entre los hombres que
acompañaban al Virrey de Perú, Blasco Núñez Vela, tuvo tiempo suficiente para
conocer perfectamente el preocupante contenido de las Leyes Nuevas, y ambos
llegarían a sacar una conclusión clara sobre sus respectivos caracteres. Eran
hombres acostumbrados a mandar y sin rastro de timidez. El primero que se
sinceró fue Contreras: “Viendo que el Virrey afirmaba con juramento
públicamente que, en cuanto llegara al puerto de Tumbes, los indios iban a
conocer que eran vasallos del Emperador (con los mismos derechos y
obligaciones que los españoles), por lo cual los encomenderos debían
limitarse a cobrarles los tributos que tenían obligación de darles, y que de inmediato
se habían de ejecutar las Ordenanzas como el Rey mandaba, Rodrigo de Contreras
fue a su posada y le dijo: ‘Creo que Vuestra Señoría no ignora las alteraciones
que hubo en este nuevo imperio de Indias
al saber los españoles que venían las nuevas ordenanzas. Teníamos por
cierto que se vendría a ejecutarlas con moderación, pero, viendo que Vuestra
Señoría da a entender públicamente que, en cuanto llegue a Nueva Castilla,
habrán de ser cumplidas y ejecutadas, me acongojo. No solo no conviene publicarlas,
sino que debería ir a aquel reino y esperar un año, o más, hasta que en
aquellas tierras no haya alboroto, pues el tiempo dirá lo que se haya de hacer.
Y si se obligan a cumplir, desde ahora soy adivino de los grandes males que
habrán de suceder”.
La réplica de Núñez Vela también fue contundente, y basada en razones de
peso, si se tiene en cuenta la triste situación de los nativos, aunque, por
desgracia, el Virrey era cualquier cosa menos un habilísimo diplomático. Le
dijo a Rodrigo de Contreras: “Se ha metido tanto la codicia en los que están acá,
que, por adquirir dineros, han hecho grandes males y destruido casi totalmente
las provincias. Si no vinieran ahora las Leyes Nuevas, no habría otra cosa que
ver más que los edificios arruinados. Que nadie crea que los ministros del Rey
hemos de tolerar las ambiciones de acá, y ninguno se desvergonzará sin que yo no
le quite la cabeza de los hombros como muestra de su traición”.
Oídas sus palabras, Rodrigo de Contreras salió de allí, pero hubo luego
otros funcionarios que le hablaron en el mismo sentido que Contreras, aunque
también inútilmente : “Les contestó que él haría lo que le pareciese. Como el
Contador Juan de Cáceres le insistió en que, por noticias que tenía de gente
del Perú, suponía que, si ordenaba ejecutar las Ordenanzas, no le obedecerían y
se pondrían en armas, le respondió ásperamente que, si no fuera funcionario del
Rey, le mandaría ahorcar”.
Acabamos de ver que Francisco de Carvajal se disponía a ir a España con
permiso de Vaca de Castro, pero también sabemos que ese plan se frustró, para
desgracia de muchos, y que pronto iba a demostrar con hechos por qué
alcanzó en Perú el apelativo de ‘Demonio
de los Andes’.
(Imagen) Fueron muy duras las palabras del Virrey Blasco Núñez Vela cuando,
veladamente, le amenazó al Contador JUAN DE CÁCERES con ahorcarlo por insistirle
en que no aplicara de inmediato las Leyes Nuevas. En aquel revuelto ambiente de
Perú resultaba muy peligroso sacar de quicio a quienes tenían mucho poder y, al
mismo tiempo, un carácter explosivo, y el Virrey era temible por su espiritu
justiciero. De Juan de Cáceres se sabe que ejerció de forma intermitente
durante 16 años como Contador del Rey. En su vida se dio la paradoja histórica
de que ahora le vemos saliendo en defensa de los encomenderos, y algunos años
después, por oponerse a su rebelión contra el Rey, lo pagará con la vida,
porque entonces bastaba no ser amigo para ser enemigo.El documento de la imagen
es del año 1555. En él los del Consejo de Indias informan favorablemente la
concesión de una merced a la viuda de Juan de Cáceres, María Ortiz de Orantes,
y a sus hijos, por los méritos de su marido, entre los que se menciona su
injusta y reciente muerte. Dicen que Juan había sido premiado por el Obispo de
Palencia (Pedro de la Gasca), prueba evidente de que ya fue fiel a la Corona
contra Gonzalo Pizarro. Pero añaden que esa fidelidad le resultó fatal en la
última sublevación importante: “Sabiendo Francisco Hernández Girón (luego
derrotado y ejecutado) que el dicho Contador había de ser un estorbo para
lo que pretendía hacer, lo prendió, le cortó la cabeza y le tomó todo lo que
tenía, que era más de diez mil pesos”. La recomendación del Consejo de Indias
se la tomó en serio el Rey, puesto que, un año después, mandó que se estudiara
a fondo. Dio orden a la Audiencia de Lima de que se mandara “información sobre
los servicios prestados y el estado en que quedó la familia de María Ortiz de
Orantes, mujer e hijos de Juan de Cáceres, Contador que fue de Perú, robado y
muerto a manos de Francisco Hernández Girón, para hacerles alguna merced”. Como veremos, el cronista Inca Garcilaso,
siendo un adolescente, fue testigo de su ejecución en 1553.
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