martes, 3 de diciembre de 2019

(Día 970) Cieza subraya que la voluntad del Rey era proteger a los indios, pues lo españoles abusaban mucho de ellos. El apasionado Bartolomé de las Casas influyó decisivamente en la redacción de las Leyes Nuevas.


     (560) Luego veremos que hasta los mismos oidores serán arrastrados por aquel confuso torbellino de ambiciones, tomando decisiones completamente equivocadas, y ello a pesar de que se nombró una autoridad única por encima de la de ellos. Con eso sí que no contaba Carlos V. Sigamos escuchando a Cieza: “Para que la justicia tuviese más fuerza, dispuso el Emperador que fuese un virrey, el cual habría de cuidar que los indios fuesen bien tratados por los españoles”. En lo que sigue, Cieza no se muerde la lengua: “Porque Su Majestad, siendo avisado por muchas personas de la gran opresión en que los españoles los tenían, y de cómo, por sacarles oro, los quemaban e aperreaban, y aun los enterraban vivos, y les tomaban sus mujeres e hijas, y de otros desafueros grandísimos que les hacían, e, sobre todo, como había gran descuido en su conversión, pues ninguno se dolía de las ánimas de aquellos tristes, muchas veces deseó, como príncipe muy temeroso de Dios, remediar tan grandes males, pues él, como pastor universal, había de dar cuenta a Dios de todo ello”.
     Nos sitúa Cieza entonces en medio de un hecho de gran trascendencia al respeto. Nos dice primeramente que la voluntad del Rey era esa, pero siempre aplazada porque estaba demasiado ocupado en sus imprescindibles viajes por Europa, y luego nos revela la llegada a España de un desmesurado pero fundamental personaje para la creación de las llamadas Leyes Nuevas (sobre la protección de los indios), que iban a ser muy humanas, pero provocaron más tarde, quizá por un excesivo rigor, una nueva guerra civil en Perú: “Habiendo llegado en este tiempo a España fray Bartolomé de las Casas, que después fue obispo de Chiapas, contaba por donde quiera que iba que los españoles hacían con los indios lo que acabo de decir, y aun lo resaltaba en mayor grado. Entonces Su Majestad (le impactó Bartolomé de las Casas) mandó que los Grandes e Prelados, juntamente con los doctos varones de su esclarecido y poderoso Consejo, determinasen lo que se debía ordenar para el buen gobierno del nuevo reino de  las Indias. Y  así, en presencia del Rey, se platicó muchas veces, terminándose por decidir que fuesen hechas las  nuevas leyes, las cuales por eso se hicieron, y no por lo que los de Perú imaginaron, según indicaré en cada una de ellas su sentido y por qué se ordenaron.  Estas ordenanzas fueron muy comentadas, y le sirvieron de excusa a Gonzalo Pizarro para rebelarse en Perú, dando origen a muchas batallas y guerras, por lo que las pondré en este lugar copiadas a la letra”.
     Lo que quiere decir que el meticuloso, responsable y eficiente cronista nos va a sumergir literalmente en los textos. Ya veremos qué se nos viene encima, pero sin duda va a ser necesario resumir a lo esencial el contenido, evitando el tedio de una tesis doctoral, aunque reconociendo al mismo tiempo el mérito de Cieza y el agradecimiento que merece por transcribir documentos tan importantes. Resulta prodigioso que, en aquellos tiempos y metido hasta las cejas en el hiperactivo entorno de los conquistadores, fuera capaz de encontrar los documentos y copiarlos íntegramente. Era consciente de que estaba haciendo un trabajo de inmenso valor, y de que no perdería importancia por el paso del tiempo, sino todo lo contrario. Él mismo lo expresó así al decir que confiaba en que las generaciones futuras leyeran su obra con benevolencia.

     (Imagen) En la imagen anterior, vimos que DIEGO ÁLVAREZ DE ALMENDRAL (nacido en Zafra, Badajoz) mató al capitán de la tropa, Francisco de Mendoza. Cieza se limita a decir que reaccionó tan rabioso porque Mendoza no le había permitido usar un caballo que estaba disponible. La explicación no es suficiente para tan grave delito. En otra versión mucho más lógica se añade que, probablemente, la mayoría de los soldados estaban hartos del intratable Mendoza. Lo que sucedió después lo confirma. Se dejó  sin  castigo al culpable Almendral por considerar a Mendoza (con razón) un usurpador del cargo que legítimanente tenía Felipe Gutiérrez, a quien, además, obligó a volver al Cuzco, y, asimismo, porque había ejecutado injustamente al soldado Francisco de la Cueva. Por añadidura, los soldados reconocieron inmediatamente como jefe a Nicolás de Heredia, que era lo que había establecido Vaca de Castro en sus normas de sucesión en el mando. Diego Álvarez de Almendral no resultó, pues, castigado, a pesar de su increíble osadía, y, cuando las tropas volvieron a Perú, tuvo un gran protagonismo luchando contra el rebelde Gonzalo Pizarro. Pero por poco tiempo, porque un arcabuzazo en la batalla de Huarina acabó con su vida. Esto ocurrió el año 1547, y, nada menos que 24 años después, una hija suya (sin duda muy niña al morir su padre) hizo una petición al Rey fundamentada en los servicios que le había hecho el difunto. En el texto de la imagen vemos (con mucha dificultad) datos particulares. Ella se llamaba Beatriz Álvarez, residía en Medellín (Badajoz), explica dónde murió su padre, que no le dejó bienes y que necesitaba una ayuda para ir a las Indias y casarse en aquellas tierras. Su principal argumento se basaba en que las llamadas Leyes Nuevas disponían que fueran preferidos para la concesión de mercedes los primeros conquistadores de nuevos lugares (como lo era su padre). El Rey dio su conformidad.



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