viernes, 13 de diciembre de 2019

(Día 979) Cieza hace una descripción del virrey BLASCO NÚÑEZ VELA mostrando sus muchas virtudes, pero también la intransigencia de su carácter, lo cual arruinaría su misión y le costaría la vida.


     (569) Cieza , además de dar noticia de varios de los cargos (que ya he comentado) de la extensa carrera de BLASCO NÚÑEZ DE VELA, el primer Virrey de Perú, hace una pequeña descripción de sus características personales. En cuanto a figura trágica, tuvo mucha semejanza con Diego de Almagro el Viejo. Se diría que, a pesar de su gran valía y de sus extraordinarios méritos,  el destino los encaminó hacia el despeñadero utilizando sus propios errores. Lo que comenta el cronista sobre Núñez Vela muestra claramente que fue su rígido carácter el que lo llevó a la perdición: “Había llegado ya antes a este imperio de las Indias como Capitán General de la Armada, para llevar a España el tesoro que acá había. Era alto de cuerpo, de buena apariencia y gentil presencia. Tenía los ojos zarcos (de azul claro) e muy claros, el rostro aguileño, la frente ancha, la barba espesa e de mucha autoridad. Era muy buen hombre de a caballo, de entrambas sillas (son dos estilos de montar: a la brida y a la jineta), y de vivo juicio, pero no lo tenía asentado. Fue uno de los que siempre se extremaron en servir a su Rey, muy temeroso de Dios, llano, humilde, bien criado, enemigo de traidores y amigo de lealtad. La ira dominaba mucho en él y súbitamente. Desde que entró en esta tierra, no tuvo fe entera en ninguno, e así como era súbito en la ira, lo era en el matar a los que le enojaban”.
     Así que Carlos V nombró sin titubeos virrey de Perú a Blasco Núñez Vela, y él lo aceptó como una carga obligatoria, pero muchos decían que iba a fracasar, entre ellos, según indica Cieza, el más grande de las Indias (Cortés): “Blasco Núñez fue nombrado Virrey de Perú e Presidente de la Audiencia que se había de aposentar en las Ciudad de los Reyes, y se le dieron las Leyes Nuevas para que las hiciese ejecutar. Habiendo besado a Su Majestad las manos, se despidió de los señores del Consejo, e vino a la ciudad de Ávila, donde, holgándose algunos días con su mujer e hijos,  se partió de aquella ciudad llevando en su compañía a Francisco Velázquez Vela Núñez, su hermano, e a Diego Álvarez Cueto, su cuñado, e a otros caballeros, deudos y amigos suyos, e con muy gran recámara y aparato, y con todos fue hacia Sevilla. Al divulgarse en España que Blasco Núñez iba al Perú como virrey, se decía que no había de dar fruto, sino que aumentarían los males. Cuentan que el Marqués del Valle, Don Hernando Cortés, espejo de gobernadores y capitanes en Indias, dijo públicamente muchas veces que Blasco Núñez no tendría paz en Perú, porque los que allí vivían hacían su voluntad, y que él, cuando iba descubriendo por la  Nueva España (México), por todos los caminos iba poniendo cruces (convirtiendo a los indios), y, entre los capitanes que habían descubierto el Perú,siempre en ellos hubo envidias y rencores disimulados, y asuntos que vinieron a dar en las batallas que todos  habían oído”.
     También había que poner en marcha en Perú la poderosa institución judicial: “Llegado a Sevilla el Virrey Blasco Núñez Vela, encontró allá a los nombrados como Oidores: el Licenciado (Diego Vázquez de) Cepeda, el cual era Oidor de Canarias, el Doctor (Juan Lissón de) Tejada, el Licenciado (Juan) Álvarez y el Licenciado (Pedro Ortiz de) Zárate, y con todos fue al gran puerto de Sanlúcar de Barrameda, mandando aderezar las naves en las que iban a apartir”.
  
     (Imagen) No podía haber delito más grave ni más insensato que el de matar al Virrey. La muerte de Blasco Núñez Vela iba a ser la perdición para los rebeldes. El Rey se ocuparía de ello. Pero también su viuda, DOÑA BRIANDA DE ACUÑA, se armó de coraje tras ser asesinado su importante marido, e inició un macroproceso judicial contra todos aquellos a los que consideró responsables de su muerte. Ella se había quedado en España al cuidado de sus siete hijos. Con el tiempo, los varones llegaron a tener cargos importantes. Antonio Vela, el mayor, sucedió a su padre como itular de su casa de Ávila, y murió siendo Embajador de España en Francia, Cristóbal Vela fue nombrado Arzobispo de Burgos, y Diego Vela, Obispo de Lugo, Juan de Acuña Vela era Caballero de la Orden de Alcántara y Capitán General de la Artillería Española, y Luis Vela, Caballero de la Orden de Santiago. Hay constancia en la crónica de Cieza de que, con Blasco Núñez Vela, llegó a Perú su hermano Francisco Velázquez (o Blázquez) Vela Núñez, y de que vivieron juntos las angustias de su misión, pero no he podido confirmar qué le deparó el destino. Es de temer que también lo masacraran los hombres de Pizarro. Sobre todo sabiendo lo que le ocurrió a un pariente de ambos con nombre parecido, JUAN VELÁZQUEZ VELA NÚÑEZ. En el documento de la imagen su hijo cuenta en 1563, entre sus méritos, lo siguiente: Llegó a Perú con el Virrey Vela Núñez, pariente suyo. Batalló con él como capitán de su guardia personal, y, al ser apresados por la gente de Gonzalo Pizarro (no menciona la muerte del Virrey) a él lo atormentaron y le condenaron a cortarle las manos y darle garrote vil como traidor. Cuando iban a matarlo, el arzobispo de Lima (Jerónimo de Loaysa) consiguió que lo perdonaran, pero le cortaron una mano. No obstante, peleó después junto a Pedro de la Gasca, con lo que tuvo la revancha de asistir a la derrota y ejecución de Gonzalo Pizarro.



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