(579) Sobre la marcha, el didáctico Cieza nos explica la toponimia:
"El antiguo nombre de San Miguel (la primera población española en Perú)
es Piura, el de Trujillo, Chimo, y el de
la Ciudad de los Reyes, Lima, y, aunque los pongamos de una manera o de otra,
todo es uno". El único nombre antiguo que se ha consolidado es Lima,
aunque Piura sigue siendo la región en la que está San Miguel. Por allá andaba
el virrey. "Llegado a la ciudad de Trujillo, le hicieron un gran
recibimiento, aunque con ánimos llorosos, y estaban puestos en orden militar,
lo que fue triste agüero, si decirse puede, pues, viniendo a poner paz, le
recibían con orden de guerra. Fue metido en la ciudad con palio, y los
regidores, vestidos de púrpura, lo acataron como virrey, según Su Majestad
mandaba. El factor Illán Suárez de Carvajal y los caballeros que iban con él se
volvieron a la Ciudad de los Reyes. Dicen que puso un escrito en la barranca
con estas palabras: 'Que cada uno mire lo que hace, y no quite la hacienda a
otro, porque podría quedar burlado y costarle la vida'. Oros afirman que quien
lo puso fue Francisco del Solar, vecino de las Ciudad de los Reyes, y así se
tiene por cierto".
Cieza se detiene para hacer un comentario aclaratorio: no considera a Gonzalo
Pizarro el principal responsable de la nueva sublevación. De hecho, se había
retirado a vivir tranquilamente de sus ricas minas y muy rentables encomiendas
de indios: "Fueron muchas las alteraciones que hubo en este reino. Su
riqueza es tan grande, que no puede sustentarse en paz tanta grandeza. No
quieran la mayoría de los que vivían en él dorar sus iniquidades y grandes
traiciones echando la culpa al capitán Gonzalo Pizarro. Eran muchas las cartas
que le iban de todas partes, persuadiéndole para que viniera de donde estaba
con promesas de que todos le servirían con sus haciendas y personas. En esto,
aunque algunos han querido culpar a los del Cuzco, son los que menos culpa
tuvieron, como más adelante mostraré con toda claridad".
No podía ser más delicada la situación de Vaca de Castro frente a la prepotencia
con que venía el virrey Blasco Núñez Vela. Nos muestra Cieza su turbación y sus
dudas sobre cómo actuar: "Llegada que le fue al gobernador Vaca de Castro
la noticia de la entrada del virrey en el reino, y vista la carta que le
escribía, y sabiendo que ya lo habían aceptado como virrey, sufrió gran
alteración por el recibimiento que le habían hecho. Según dicen, él quería entrar en la ciudad de los Reyes como
superior y apelar las Ordenanzas. Deseaba también que su secretario, Pedro
López (primo de Cieza), le informase al virrey de las cosas que por él
habían sido hechas. Estuvo preplejo pensando lo que haría. Creía que, si entraba en la Ciudad de los Reyes con
artillería, parecería mal y de tomaría como deslealtad, y que, si entraba
privadamente, el virrey haría con él su voluntad, sin guardar el decoro de su
persona, puesto que era público que venía a malas con él. No obstante estas
cosas, prescindió de su gente y mandó que la artillería fuese llevada a San
Juan de la Victoria de Huamanga".
Veamos un ejemplo de las precauciones que se tomaban. El factor Illán
Suaréz le envió una carta a su hermano Benito Suárez (que estaba con Vaca de
Castro) diciéndole que el virrey le quitaría los indios, como había hecho con
todos los que tenían cargos oficiales, y que reuniese todo el dinero que
pudiera, para irse a España, no sin antes haberle enviado un documento de
cesión de sus encomiendas de indios a Rodrigo de Carvajal, Jerónimo de Carvajal
y Juan Vázquez de Tapia. Se supone que a cambio de dinero, para lo que también
se prestó Vaca de Castro, ya que, recibida la carta, se negoció la cesión con
Vaca de Castro, aunque ya no era gobernador. De todo ello se enteró Blasco
Núñez Vela, lo que motivó que le perdiera toda simpatía al factor Illán Suárez.
(Imagen) Cuenta Cieza que el
Licenciado Esquivel, natural de Badajoz, se dejó de dudas y fue rápidamente a
ponerse al servicio del virrey Núñez Vela. Parece ser que se trataba de
FRANCISCO DE ESQUIVEL, del que apenas existe documentación. Es conocido, sobre
todo, por cruzarse en su vida el terrorífico LOPE DE AGUIRRE, cuando aún era
solamente un bravo soldado, pero ya caracterizado por su espíritu vengativo
(siempre exagerado y sádico). El cronista Inca Garcilaso contó una de sus
reacciones demenciales, ocurrida hacia el año 1552. Francisco de Esquivel,
siempre al servicio de la Corona en las guerras civiles, fue premiado con el
cargo de Justicia Mayor de la ciudad de Potosí. De allí iba a partir una
expedición de conquista. Los soldados, a pesar de que estaba prohibido,
obligaban a ir cargados a muchos indios, pero Esquivel únicamente se preocupó
de retener al último de la larga fila, Lope de Aguirre, y lo condenó a ser
azotado. Garcilaso, que lo considera injusto, dice del licenciado que era un
hombre afable en la vida diaria, pero demasiado riguroso en su cargo. Tras
recibir el castigo, Lope de Aguirre huyó, y solo tuvo un objetivo en la vida:
matarlo. Anduvo persiguiéndolo durante tres años, recorriendo las enormes
distancias que hay entre Lima, Quito y el Cuzco, y el licenciado Esquivel,
ocultándose, pero fue en esta ciudad donde lo alcanzó y acabó con su vida. El
caso es que Aguirre consiguió escapar, y más tarde Alonso de Alvarado,
necesitado de soldados para luchar contra el rebelde Francisco Hernández Girón,
lo perdonó. Esa fue la historia de su vida: andar siempre al borde de la
legalidad. Ya en 1536 había conseguido del Rey (como se ve en la imagen) un
permiso para circular libremente por Perú y poder volver a España, y hasta lo
nombró Regidor del pueblo dondequiera que hiciese una pausa el Gobernador de
Perú. Su farsa, su megalomanía y su saña acabaron trágicamente tras su salvaje
y sangriento descenso del Amazonas con una tripulación a la que tenía
absolutamente aterrorizada. Era el año 1561.
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