(573) No es extraño que las noticias del desembarco tan tajante y
autoritario de Blasco Núñez Vela se extendieran velozmente por Perú alarmando a
toda la población española, y, por lo que cuenta Cieza, hasta a muchos indios.
Actuaba rápido y sin matices, prescindiendo de las circunstancias de cada caso:
“Muchos conquistadores que se iban a España desde Panamá,y que tenían, desde
hacía muchos años, indias de servicio, con las cuales habían tenido hijos, las
querían llevar consigo, pero el Virrey mandaba que se las quitasen, para enviarlas
a sus tierras a costa de sus amos. Si alguno protestaba, le mandaba pagar
doblado el flete. Si algunos tenían hijos pequeños y le suplicaban que no
permitiese que murieran por quedar sin madres, mandaba que pagasen mayor suma”.
Es probable que los cuatro letrados que hicieron el viaje con el Virrey
para actuar como oidores en la Audiencia que se iba a inaugurar en Lima, no le
tuvieran muchas simpatías. Les había sobrado tiempo para ver de qué pie
cojeaba, y, de hecho, ya desembarcados en Nombre de Dios, llegaron más tarde
que él a Panamá. Pero se enteraron de sus primeras actuaciones, y le dieron un
consejo: “Llegados los oidores a Panamá, se hicieron algunas fiestas, y cuentan
que los oidores y el Virrey no estaban muy de acuerdo, de manera que, en
privado, ni él hablaba bien de ellos, ni ellos de él. Trataron del rigor de las
Leyes Nuevas, y de la dificultad de ejecutarlas en Perú, y los oidores le
dijeron al Virrey que no debía mostrar por entonces voluntad de la ejecución de
las leyes, sino esperar hasta verse reconocido como Virrey y estar la Audiencia
asentada, porque sería más fácil hacer lo que Su Majestad mandaba. Le
aconsejaban también muchos que entrase en el Perú con modestia, porque, de otra
manera, podría ser que se levantasen contra él. Mas dicen que respondía que él
solo se bastaba con una capa y una espada para todo el Perú. Y muchos, oyendo
estos dichos, adivinaban lo que había de pasar, porque, viendo que las
Ordenanzas eran tan ásperas para gente que tan libremente había vivido en Perú,
y cuán duro les había de parecer el yugo tan grande de ellas, comprendían que
se pondrían en armas, pues estaban ya acostumbrados a contender en guerras por
cosas livianas”.
Comenta Jiménez de la Espada que toda esta crítica que Cieza expone
sobre el comportamiento del Virrey, la suprimió posteriormente en su
recopilación de textos el cronista oficial de la Corte Antonio de Herrera. Es
de suponer que el Rey quisiera cargar todas las culpas en quienes se rebelaron.
Cieza sabía que andaba por Panamá el Gobernador de Nicaragua, Rodrigo de
Contreras, pero no tenía el dato de que, como ya he indicado, estaba allí
porque acababa de volver de España en la flota de Blasco Núñez Vela. En
cualquier caso, lo cierto es que, como él cuenta, le dijo claramente al Virrey
que debía ser muy prudente en la manera de exigir el cumplimiento de las Leyes
Nuevas, y se creó una tensa situación entre los dos.
(Imagen) Merece la pena hablar con más extensión de un trágico personaje
del que ya he contado algunas cosas: RODRIGO DE CONTRERAS. Nació el año 1502,
en Segovia, como el brutal Pedrarias
Dávila, con quien llegó a las Indias a la increíble edad de 12 años. Al lado de
semejante paisano, tuvo que vivir escenas muy sangrientas, pero demostró
valentía, y llegó a ser Gobernador de Nicaragua con solo 32 años, sustituyendo
al fallecido Pedrarias, puesto en el que consiguió expandir mucho el campo de
sus conquistas. El comportamiento político de Rodrigo de Contreras resulta
bastante contradictorio. Buscó el lucro personal, pero trató de ser humano con
los indios, y, al mismo tiempo, fomentó la riqueza de los españoles, que estaba
basada en las encomiendas que explotaban a los nativos. En cuanto a sus
repartos, procuró hacerlos con justicia, según los méritos de cada
conquistador, con lo cual se ganó la enemistad de los más poderosos, y no
tardaron en lograr que le quitaran su cargo de Gobernador. Es el momento de mostrar
en escena a una mujer especialmente desgraciada. Pedrarias Dávila había
concertado, por razones políticas, un compromiso de matrimonio entre su hija
MARÍA DE PEÑALOSA y el gran VASCO NÚÑEZ DE BALBOA, descubridor del Pacífico,
pero, finalmente, le cortó la cabeza a su futuro yerno. La triste María se casó
después con RODRIGO DE CONTRERAS y vivieron juntos una gran tragedia. Cuando estaba
ya derrotado Gonzalo Pizarro, Hernando y
Pedro de Contreras, hijos de Rodrigo y María, iniciaron otra insensata rebelión
contra la Corona. El padre quedó llibre de toda responsabilidad (e incluso luchó
después contra el rebelde Francisco Hernández Girón), pero los dos ‘iluminados’
siguieron adelante. Su madre les advirtió desesperada que “sus malos modos y
las crueldades que hacían no les podían acarrear honra ni bien algunos, sino
mucha infamia”. Fue inútil. Los derrotaron y ejecutaron en 1550. A RODRIGO DE
CONTRERAS le quedó aún energía para luchar contra el rebelde Francisco
Hernández Girón y derrotarlo, pero murió en Lima el año 1558.
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