(578) Aunque Cieza lo cuenta de manera un poco confusa, parece ser que
ocurrió algo sorprendente. Los enviados por el Cabildo de Lima se pusieron muy
contentos cuando vieron los despachos de Blasco Núñez Vela, pero da la
impresión de que no fue por las Ordenanzas, que todos temían, sino porque el
Rey le había quitado el mando de gobernador a Vaca de Castro, lo que supondría
para ellos reforzar su autoridad en la ciudad: "Se pusieron muy alegres
por la enemistad que con Vaca de Castro tenían (algo absurdo, porque era de
suponer que la actuación del virrey iba a ser mucho más intransigente), y
determinaron que llevase la noticia a Lima Juan de Barbarán. Llegado a la
ciudad, entró corriendo por las calles diciendo: '¡Libertad!, que el señor
virrey viene, y aquí veis sus despachos!'. Luego se reunieron los del Cabildo.
La provisión del Rey mandaba que reconociesen a Blasco Núñez como virrey. No
acababan de ponerse de acuerdo, pero, al fin, por las pasiones públicas que
contra Vaca de Castro tenían, más que por otra cosa, el virrey fue reconocido
en la Ciudad de los Reyes como Su Majestad lo mandaba. Hecho esto, el
Licenciado Esquivel, natural de Badajoz, fue hasta Trujillo para juntarse con
el virrey, y a ofrecerse a su servicio. A Vaca de Castro se le envió copia de
todo ello y la carta que el virrey había escrito para él. El Licenciado de la
Gama (en quien confiaba mucho el ya ex gobernador), que era allí su
teniente, salió de la ciudad para ir a encontrarse con Vaca de Castro. Quedó el
gobierno en manos de los alcaldes, dieron la vara de Alguacil Mayor a Juan de
Barbarán, y fueron pregonadas públicamente las provisiones del virrey".
A pesar de que muchos le aconsejaban a Vaca de Castro que abandonara su
propósito de visitar al virrey y se fuera directamente a Panamá, para
embarcarse sin más hacia España, partió del Cuzco a su encuentro, que era lo
más correcto, pero con una compañía improcedente: "Le pareció sensato
llevar artillería y armas para guarda de su persona. Envió por delante a su
secretario, Pero López, para que se encontrase con el virrey y, de su parte, le
diese la enhorabuena por su venida, asegurándole que le obedecería en todo
porque venía en nombre del Rey. Enterados los del cabildo de la Ciudad de los
Reyes de que Vaca de Castro se acercaba con mucha gente, le escribieron que la
deshiciera, que dejase las armas y que entrase en la ciudad privadamente, sin
nombrarse más gobernador del reino, pues ya no lo era".
Los enviados desde Lima para reunirse con el virrey, encontraron por el
camino a un criado de Vaca de Castro, Francisco de Ruiloba, y lo que les contó
les llenó de inquietud: "Les dijo que el virrey estaba cerca de Trujillo y
que venía quitando indios a los encomenderos y asegurando que en todas partes
había de hacer lo mismo". A pesar del desánimo de los oyentes, hubo dos
que no dudaron en continuar la marcha: "El capitán Diego de Agüero dijo a
grandes voces que no quería parar hasta encontrar al virrey, y que, si le había
de quitar los indios, que se los quitase. Con él fue Rodrigo Núñez, quien
también estaba a mal con Vaca de Castro, pues le había quitado sus indios por
haber sido del bando de Diego de Almagro el Mozo".
(Imagen) Con alguna duda, pero
altas probabilidades de acertar, creo que el Rodrigo Núñez que, según Cieza, se
enfadó con Vaca de Castro por quitarle una concesión de indios y se puso de
inmediato al servicio del virrey Núñez Vela, fue el capitán RODRIGO NÚÑEZ DE
BONILLA. Un informe de méritos militares suyos, presentado por su hijo, no
menciona, quizá a propósito, la batalla de Chupas, lo que parece indicar que no
estuvo al servicio de Vaca de Castro, sino del rebelde Diego de Almagro el
Mozo, lo cual sería la razón por la que le quitó la encomienda de indios que
tenía. Los de Bonilla de la Sierra (Ávila) lo consideran hijo del lugar, aunque
otros dicen que su origen está en Guadalcanal (Sevilla). Fue un superveterano
de las Indias. Nacido hacia 1495, llegó muy pronto a la isla de Santo Domingo,
sonde luchó contra el invencible cacique Enriquillo. Es probable que hiciera su
viaje a Perú con Pedro de Alvarado, formando parte de la tropa que dejó allá el
gran conquistador. Se puso entonces a las órdenes de Diego de Almagro el Viejo
en su campaña de Quito, donde, por su indudable preparación intelectual y sus
dotes de mando, ejerció como tesorero, alcalde e, incluso, gobernador de la
ciudad, a cuya fundación había asistido. Se hizo rico con las encomiendas que
le adjudicaron, pero parece ser que la represalia de Vaca de Castro le
perjudicó en gran manera. Por si fuera poco, en la batalla de Iñaquito, Rodrigo
sufrió la derrota junto al virrey, y Gonzalo Pizarro le arrebató los bienes que
le quedaban. No lo ejecutó, pero lo envió desterrado a Chile. Él y otros expulsados,
tras amotinarse, se apoderaron del barco en el que los trasladaban, y llegaron
libres a México. Allí se casó con Ana de la Cueva, y, tiempo después, se
trasladaron a Quito, donde RODRIGO NÚÑEZ DE BONILLA volvió a ser gobernador,
pero por poco tiempo, muriendo el año 1561.
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