sábado, 21 de diciembre de 2019

(Día 986) Vaca de Castro no se prestó a complacer a los rebeldes, pero se dijo que, a cambio de ayudarle a Gonzalo Pizarro en algo, le propuso que se casara con una hija suya.


     (576) Vaca de Castro no se fiaba ya de nadie: “Se dice que les contestó (a los que trataban de ganárselo contra el Virrey) que sabía cuán inconstantes eran los hombres de Perú, y que, para lograr sus propósitos, desean tener como cabeza a quien después, riéndose ellos fuera, echar la culpa de lo que sucediese. Y en esto no se engañaba Vaca de Castro, pues los que promueven sediciones locas coloreadas con justificaciones, tomando un caudillo que tome la voz del negocio, cuando ven la ocasión, sálense fuera afirmando con juramentos que sirvieron al tirano a la fuerza. Les dijo también que había tenido aquellas tierras a su cargo por mandato del Rey, y que no haría otra cosa más que irse a la Ciudad de los Reyes a aguardar al que, por orden de Su Majestad, venía como virrey”.
     Había rumores a los que Cieza no da mucho crédito, y uno de ellos era el siguiente: “Algunos decían que el gobernador Vaca de Castro le escribió a Gonzalo Pizarro para que viniese con presteza a defender el reino, y que, si se casaba con su hija, él iría a España a negociarle la gobernación del Nuevo Toledo (la que le había correspondido a Diego de Almagro el Viejo), y otras cosas, persuadiéndole a que lo hiciera”. Lo único que confirma Cieza es que hubo muchos que intentaron lo mismo, porque, entre la documentación que dejó Gonzalo, había cartas enviadas por Pedro de la Gasca en las que le ponía al corriente de que estaba enterado de que muchos le pedían que tomara el poder en Perú, y le recordaba que su deber era obedecer al Virrey. Finalmente, Vaca de Castro, salió del Cuzco y puso rumbo hacia Lima, la Ciudad de los Reyes.
     Mientras tanto, Blasco Núñez Vela organizaba sus cosas en Tumbes, teniendo a su lado, como alivio familiar, a su hermano Francisco Velázquez Vela Núñez y a su cuñado Diego Álvarez de Cueto. El Virrey seguía  precipitadamente con su idea fija: “Envió mandamientos a distintos lugares, sin estar todavía aceptado oficialmente como virrey, para que no maltrataran a los indios, ni sacasen de ellos tributos excesivos, cosas que, aunque eran justas, se debían mandar con gran orden y templanza, no tan severamente ni con tanta velocidad, lo cual no era causa suficiente para que los de Perú se rebelasen”. Incluso su cuñado, Diego Álvarez de Cueto, apoyó a quienes le decían que, por entonces, no ordenara el cumplimiento de las leyes. No había nada que hacer. Les contestaba que haría lo que el Rey mandaba, aunque le costase la vida.
     Probablemente, su cuñado Diego Álvarez de Cueto no tendrá un gran protagonismo en la crónica de Cieza. Compruebo en los archivos de PARES que, muerto el Virrey, fue nombrado Alguacil Mayor de Lima. Unos diez años después estaba en España, siendo denunciado por dejar desasistido su puesto. El Rey le obligó a volver a Lima o renunciar al cargo. En un documento posterior se constata que dimitió para que ocupara el puesto su hijo Luis Núñez Vela, nieto del fallecido virrey. Y tomó posesión del cargo.

     (Imagen) VACA DE CASTRO tuvo muchas similitudes con el Virrey Blasco Núñez Vela. Los dos fueron a Perú con un cargo del máximo nivel, pero también de máximo riesgo. Tuvieron que enfrentarse a un ejército de conquistadores rebelados contra la Corona. Vaca de Castro los derrotó, pero el virrey perdió la vida. Ambos estaban casados y tuvieron numerosos hijos. Conscientes de que Perú era un polvorín, dejaron a sus familias en España. Aunque Vaca de Castro sobrevivió, también pagó un  alto precio. Había cumplido maravillosamente su misión en Perú, pero se dejó tentar por la codicia. Vuelto a España en 1545, fue juzgado por corrupción, y pasó diez años en la cárcel, tras los cuales, Felipe II lo rehabilitó y pudo ejercer como Presidente del Consejo de Castilla, muriendo, tras una larga vida, el año 1572. Durante su prisión, falleció su extraordinaria mujer, MARÍA MAGDALENA DE QUIÑONES Y OSORIO, cristiana de una pieza y madre de dos hijas monjas y del importante obispo de Granada Pedro de Castro y Quiñones. A ella le interceptaron una carta en la que su marido le pedía que ocultara unos bienes que le mandaba. Ese documento y las denuncias contra Vaca de Castro del Virrey Núñez Vela, lo llevaron a prisión. En cuanto venció a Diego de Almagro el Mozo, le envió Vaca de Castro una carta a su mujer, con la formalidad de la época pero cariñosa: “Por  no saber vuestra merced el resultado, os mando esta carta con mi criado Francisco Becerra, para quitaros, señora, esta pena”. Se preocupa también de que mantenga su buena imagen y cuide de sus hijos: “Cuando vuestra merced hubiere de ir a casa de alguno, id en vuestra mula, bien acompañada, con escudero, capellán viejo y honrado, mozos y pajes. Cuidad el estudio de los muchachos y las cosas de vuestra casa, pues, sin esto, no hay ningún bien, y de que se haga el casamiento de doña Catalina (su hija)”. En la imagen vemos su firma como Licenciado, tras humillarse, protocolariamente, ante los pies y manos del Rey.





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