(576) Vaca de Castro no se fiaba ya de nadie: “Se dice que les contestó
(a los que trataban de ganárselo contra el Virrey) que sabía cuán inconstantes
eran los hombres de Perú, y que, para lograr sus propósitos, desean tener como
cabeza a quien después, riéndose ellos fuera, echar la culpa de lo que
sucediese. Y en esto no se engañaba Vaca de Castro, pues los que promueven
sediciones locas coloreadas con justificaciones, tomando un caudillo que tome
la voz del negocio, cuando ven la ocasión, sálense fuera afirmando con
juramentos que sirvieron al tirano a la fuerza. Les dijo también que había
tenido aquellas tierras a su cargo por mandato del Rey, y que no haría otra
cosa más que irse a la Ciudad de los Reyes a aguardar al que, por orden de Su
Majestad, venía como virrey”.
Había rumores a los que Cieza no da mucho crédito, y uno de ellos era el
siguiente: “Algunos decían que el gobernador Vaca de Castro le escribió a
Gonzalo Pizarro para que viniese con presteza a defender el reino, y que, si se
casaba con su hija, él iría a España a negociarle la gobernación del Nuevo
Toledo (la que le había correspondido a Diego de Almagro el Viejo), y otras
cosas, persuadiéndole a que lo hiciera”. Lo único que confirma Cieza es que
hubo muchos que intentaron lo mismo, porque, entre la documentación que dejó
Gonzalo, había cartas enviadas por Pedro de la Gasca en las que le ponía al
corriente de que estaba enterado de que muchos le pedían que tomara el poder en
Perú, y le recordaba que su deber era obedecer al Virrey. Finalmente, Vaca de
Castro, salió del Cuzco y puso rumbo hacia Lima, la Ciudad de los Reyes.
Mientras tanto, Blasco Núñez Vela organizaba sus cosas en Tumbes,
teniendo a su lado, como alivio familiar, a su hermano Francisco Velázquez Vela
Núñez y a su cuñado Diego Álvarez de Cueto. El Virrey seguía precipitadamente con su idea fija: “Envió mandamientos
a distintos lugares, sin estar todavía aceptado oficialmente como virrey, para
que no maltrataran a los indios, ni sacasen de ellos tributos excesivos, cosas
que, aunque eran justas, se debían mandar con gran orden y templanza, no tan
severamente ni con tanta velocidad, lo cual no era causa suficiente para que
los de Perú se rebelasen”. Incluso su cuñado, Diego Álvarez de Cueto, apoyó a
quienes le decían que, por entonces, no ordenara el cumplimiento de las leyes.
No había nada que hacer. Les contestaba que haría lo que el Rey mandaba, aunque
le costase la vida.
Probablemente, su cuñado Diego Álvarez de Cueto no tendrá un gran
protagonismo en la crónica de Cieza. Compruebo en los archivos de PARES que,
muerto el Virrey, fue nombrado Alguacil Mayor de Lima. Unos diez años después
estaba en España, siendo denunciado por dejar desasistido su puesto. El Rey le
obligó a volver a Lima o renunciar al cargo. En un documento posterior se constata
que dimitió para que ocupara el puesto su hijo Luis Núñez Vela, nieto del
fallecido virrey. Y tomó posesión del cargo.
(Imagen) VACA DE CASTRO tuvo muchas similitudes con el Virrey Blasco
Núñez Vela. Los dos fueron a Perú con un cargo del máximo nivel, pero también
de máximo riesgo. Tuvieron que enfrentarse a un ejército de conquistadores rebelados
contra la Corona. Vaca de Castro los derrotó, pero el virrey perdió la vida.
Ambos estaban casados y tuvieron numerosos hijos. Conscientes de que Perú era
un polvorín, dejaron a sus familias en España. Aunque Vaca de Castro
sobrevivió, también pagó un alto precio.
Había cumplido maravillosamente su misión en Perú, pero se dejó tentar por la
codicia. Vuelto a España en 1545, fue juzgado por corrupción, y pasó diez años
en la cárcel, tras los cuales, Felipe II lo rehabilitó y pudo ejercer como
Presidente del Consejo de Castilla, muriendo, tras una larga vida, el año 1572.
Durante su prisión, falleció su extraordinaria mujer, MARÍA MAGDALENA DE
QUIÑONES Y OSORIO, cristiana de una pieza y madre de dos hijas monjas y del
importante obispo de Granada Pedro de Castro y Quiñones. A ella le
interceptaron una carta en la que su marido le pedía que ocultara unos bienes
que le mandaba. Ese documento y las denuncias contra Vaca de Castro del Virrey
Núñez Vela, lo llevaron a prisión. En cuanto venció a Diego de Almagro el Mozo,
le envió Vaca de Castro una carta a su mujer, con la formalidad de la época
pero cariñosa: “Por no saber vuestra
merced el resultado, os mando esta carta con mi criado Francisco Becerra, para
quitaros, señora, esta pena”. Se preocupa también de que mantenga su buena
imagen y cuide de sus hijos: “Cuando vuestra merced hubiere de ir a casa de
alguno, id en vuestra mula, bien acompañada, con escudero, capellán viejo y
honrado, mozos y pajes. Cuidad el estudio de los muchachos y las cosas de
vuestra casa, pues, sin esto, no hay ningún bien, y de que se haga el
casamiento de doña Catalina (su hija)”. En la imagen vemos su firma como
Licenciado, tras humillarse, protocolariamente, ante los pies y manos del Rey.
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