(566) Publicadas las Leyes Nuevas, se enviaron a las Indias. Fue una
gran alegría para los nativos, y un duro golpe para muchos españoles. Como una
tormenta que va avanzando, iba llegando su conocimiento por diversos
territorios hasta llegar a Perú, sembrando por doquier una inquietud general.
Sigamos oyendo a Cieza: “Se llevaron las Leyes Nuevas, para su ejecución, a la
Nueva España (México), La Española (Santo Domingo), Popayán y
Cartagena. A las provincias del interior las trajo (Cieza andaba por allí)
el Licenciado Hernando Díaz de Armendáriz, lo que causó gran turbación, e
muchos que habían gastado sus vidas en las conquistas y envejecido en los
descubrimientos, mostraban gran tristeza, y sus rostros decían la congoja que
tenían en sus ánimos. La gente se reunía y manifestaba que se debía pedir a Su
Majestad que otorgase una suspensión de su cumplimiento hasta que fuera bien
informado, pues lo hecho había sido por dichos de frailes apasionados. Pero,
como estaba en la Nueva España aquel
varón tan lleno de virtudes e tan rápido en mirar lo que convenía, tanto al
servicio del Rey como a la pacificación de la tierra, D. Antonio de Mendoza (era
el Virrey de México), con gran templanza disimuló la primera protesta del
pueblo, dando lugar a que se pasase aquel furor general, y luego suspendió las
leyes, avisando al Emperador de lo que convenía a su servicio. Asimismo
actuaron cuerdamente en otras provincias los que gobernaban, haciendo lo mismo.
En otras partes, se cumplieron como se cumplen hoy en día en casi todas, para
utilidad e tranquilidad de estos reinos, y más aún para los nativos, como lo
comprenderá quien sea razonable”.
Ya nos dijo Cieza que, cuando llegó la copia de las Leyes Nuevas a
Panamá, se encontraba allí el gran capitán Alonso de Alvarado, y, aunque le
pidieron que tomara alguna decisión al respecto, no quiso implicarse en ninguna
protesta, y se embarcó hacia España para presentarse ante el Rey, como tenía
previsto. No tardaron en conocerse las leyes en tierras peruanas: “El contador
Juan de Cáceres y otros que se hallaban en Panamá enviaron copias de las leyes
a Perú, y, cuando las vieron en aquel reino, fue grande el alboroto que
produjeron, diciéndose públicamente que era mucha su aspereza. Pronto le
mandaron a Antonio Palomino, que era el alcalde de la Ciudad de los Reyes, e a
Don Antonio de Ribera, que partiesen con toda prisa hacia la ciudad del Cuzco,
donde estaba el gobernador Vaca de Castro, y le diesen cuenta de ello, para que
les aconsejara lo que convenía al bien común”.
Para allá partieron, pero daba la casualidad de que entonces Vaca de
Castro estaba sumamente irritado porque los almagristas, que retenían el poder
en la Ciudad de los Reyes, habían impedido que tomara allá el mando en su
nombre (como ya vimos) el bachiller Juan Vélez de Guevara. En cuanto llegaron,
Vaca de Castro, de momento, se limitó a mandarles recado a los de la Ciudad de
los Reyes de que se presentaran ante él, y, sorprendentemente, les hizo saber
que había tomado, por sentencia, una decisión acerca del conflicto nunca
aclarado que había iniciado las guerras civiles y costado las vidas de Almagro
y Pizarro. No tuvo ni la menor duda en su punto de vista: "el Cuzco estaba
emplazado dentro de la gobernación de Pizarro, a quince leguas del límite con
la de Almagro”.
(Imagen) Recordemos que ALONSO PÉREZ CASTILLEJO era uno de los capitanes
que, fieles a la Corona, iba en la tropa de Peransúrez para unirse
inmediatamente a Cristóbal Vaca de Castro, el representante del Rey. Todos los conquistadores
de su familia fueron respetuosos con la legalidad, cosa poco frecuente en el
torbellino de las guerras civiles de Perú. El documento de la imagen fue
presentado por DON DIEGO CABRERA DE ULLOA, sobrino de Pérez Castillejo, para
lograr del Rey que le concediera una merced, aunque los méritos que menciona
son los de su padre y de su tío, de quien habla en segundo lugar, pero, por ser
el mayor, empezaremos con él. Alonso nació probablemente en Cea (León). Llegó a
Perú con Hernando Pizarro, a la vuelta de su primer viaje a España. Dice su
sobrino que luchó contra los indios en el cerco que habían puesto a Lima, y
luego en el Cuzco, aunque, curiosamente, se olvida de que participó en la
batalla de las Salinas contra el desdichado Diego de Almagro el Viejo. Pero sí explica
que peleó contra Diego de Almagro el Mozo (batalla de Chupas), y más tarde
frente al rebelde Gonzalo Pizarro, teniendo que huir y esconderse por la feroz
persecución del salvaje Francisco de Carvajal. Finalmente, fue el mismo Gonzalo
Pizarro quien lo mató. Los méritos del padre del solicitante, llamado GONZALO
CABRERA DE CEA, y bastante más joven que su hermano Alonso, nos sirven para ver
cómo continuaron las guerras civiles, ya que tuvo un gran protagonismo en todas
las batallas que se dieron contra los últimos rebeldes. Fue uno de los tres que
mataron al sublevado Don Sebastián de Castilla en la ciudad de la Plata, y, habiéndose
alzado asimismo contra el Rey en Potosí Egas de Guzmán con 400 hombres, formó parte
de la tropa que los derrotó, siendo ajusticiados Guzmán y varios de sus hombres.
Finalmente, estuvo entre los que apresaron al último de los rebeldes, Francisco
Hernández Girón, quien fue ejecutado de inmediato.
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