viernes, 22 de febrero de 2019

(Día 761) Nuevo intento de acuerdo. Y este va a ser fatal para Almagro, porque, en su deseo de paz, aceptará dejar libre a Hernando Pizarro. Pone una condición: conservar la posesión del Cuzco hasta que el Rey decida. Pizarro dará su conformidad sin intención de cumplirla.


     (351) Pero Cieza nos dice que se volvió de inmediato a insistir en absurdos intentos de solución. El problema era gravísimo, y tan grande como la ceguera de sus pretensiones (especialmente por parte de Almagro): “Pues pasadas todas estas cosas, tornaron de nuevo a buscar medios de paz Diego Núñez de Mercado,  el contador Juan de Guzmán (almagristas), y los capitanes Hernán Ponce de León e Francisco de Godoy (pizarristas). E, como el Gobernador D. Francisco Pizarro tuviese tanto deseo de ver libre a su hermano Hernando Pizarro, aceptó preparar otras capitulaciones, que fueron hechas fraudulentamente, con la única intención de que el Adelantado D. Diego de Almagro soltase a su hermano”. Lo que nos anuncia que Almagro va a actuar con ingenua buena fe, y Pizarro con el más crudo pragmatismo.
     Sigamos con el desesperado esperpento. Almagro decía que “estaba temeroso de la ira de Dios y deseoso de no deservir al Rey, y, tomando consigo a los capitanes Diego de Alvarado y Gómez de Alvarado, al padre Segovia y a algunos otros, les pidió su opinión sobre lo que se debía hacer, porque  él quería volver a enviar al alcalde Diego Núñez de Mercado y a Juan de Guzmán para que tratasen de la paz con Pizarro; a todos les pareció que sería cosa acertada”. Núñez y Guzmán llegaron adonde Pizarro con nuevas propuestas de paz. “El Gobernador Pizarro les dijo que bien creería lo que decían si tuviese por cierto que Almagro desease en verdad tomar acuerdos con él, y que el gran yerro que había cometido al entrar en el Cuzco y tomar presos a sus hermanos era caso tan feo, que requería gran castigo, así como no querer cumplir la sentencia dada por el juez que había sido elegido de común acuerdo”. Los emisarios de Almagro le insistieron en que lo verdaderamente importante era lograr la paz, y le pidieron que diera su conformidad a los nuevos capítulos que traían escritos por orden de Almagro: “El Gobernador Pizarro deseaba ver libre a Hernando Pizarro, y lo mismo deseaban sus capitanes, por lo que aceptaron los capítulos. Y se dice que actuaron en esto con falsedad”.
    En el compromiso había cosas de menor importancia ya aceptadas por ambas partes anteriormente, y otras dos absolutamente trascendentales: “Que el Gobernador D. Diego de Almagro entregue a Hernando Pizarro para que vaya a cumplir lo que Su Majestad ha mandado (llevarle al Rey todo el oro del quinto de los tesoros conseguidos). Otrosí, que el mismo Gobernador D. Diego de Almagro mantenga la ciudad del Cuzco hasta tanto que su Majestad sea servido de mandar otra cosa”. Al ofrecer Almagro la ‘pieza’ de Hernando Pizarro, pasito a pasito le van a dar jaque mate, y tan mate que le costará la vida, porque Pizarro, tramposamente, no respetará el segundo punto, el que le obligaba a dejarle en posesión del Cuzco. Lo que no imaginaba era que también él sería asesinado, cuatro años después, en la continuación de esta enloquecida partida de ajedrez.

     (Imagen) No es fácil seguirle la pista a GÓMEZ DE ALVARADO (que aparece de nuevo), porque hubo otro, más joven y del mismo nombre, corriendo también sus aventuras por Perú, y porque, lo que es peor, muchos cronistas e historiadores han confundido al uno con el otro en sus datos biográficos. Era el hermano pequeño del gran Pedro de Alvarado. Estuvo en la campaña de  Chile con Almagro, quien ahora les pide angustiado a él y a Diego de Alvarado (eran primos) consejo sobre lo que convendría hacer para evitar la guerra. Curiosamente siempre le dijeron los dos que sería una barbaridad que matara a Hernando Pizarro, y es muy probable que, derrotados los de Almagro en la ya próxima batalla de la Salinas, no fueran ejecutados precisamente por haber evitado la muerte de Hernando. Diego se fue después a España, y a Gómez le confió Pizarro una expedición, logrando, como ya dije en su día, fundar en 1539 otra de las innumerables ciudades de origen español que aún perviven en  las Indias, la peruana HUÁNUCO. En 1541 ocurrieron dos tragedias que tuvieron que afectarlo: la muerte por accidente de su hermano Pedro de Alvarado y el asesinato que acabó con la vida de Francisco Pizarro. Un año después murió Gómez de Alvarado luchando en el bando del Rey contra Diego de Almagro el Mozo en la batalla de Chupas. El último rastro que dejó fue un dato procesal: en 1545, un tal Julián Becerra, regidor de la ciudad de Badajoz y sobrino suyo, reclamaba como heredero lo que parece una exigua herencia (quizá fuera solamente un resto de ella): “dos caballos y otros bienes”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario