viernes, 8 de febrero de 2019

(Día 749) Los emisarios de Pizarro le confirman a Almagro que le habían tendido una trampa, por lo que se niega a ver de nuevo a Pizarro, y, finalmente, se decide que Bobadilla decida, sin más, con la sola presencia de los procuradores de cada parte.


     (339) Lo que quiere decir que Pizarro se hacía el tonto. De hecho pronto tuvo a su lado a los protagonistas de la artimaña: “Cuando Gonzalo Pizarro y sus capitanes supieron que Almagro se había ido, les pesó grandemente, e se acercaron al pueblo de Mala. El Adelantado Almagro marchaba a toda prisa en su caballo, y, ya bien alejado de Mala, puso su tienda y se recostó en su lecho, e los que le acompañaban andaban mirando a todas partes por si venían en su seguimiento”.
     Los dos emisarios de Pizarro alcanzaron después a Almagro y le dijeron que le pedía que volviese para seguir hablando con él: “Almagro les respondió quejándose del Gobernador, pues, habiendo jurado no hacerle daño, quería con engaño prenderle, e que siempre los Pizarro fueron desconfiados”. Alonso Martín de Don Benito le reconoció el juego sucio: “Le respondió que, por la amistad que siempre tuvieron, le diría la verdad, aunque no quería encender el fuego, sino apagarlo, y que supiese que cerca de Mala estaban los capitanes de Pizarro con su tropa, e que había oído decir que lo habían de prender al oír cierta señal. Almagro le preguntó cuánta gente traía Pizarro, y le contestó que unos ochocientos hombres y muchos tiros de artillería”.
     La verdad es que Almagro encajó con serenidad lo que había ocurrido, y deseaba que llegara a buen fin la misión confiada a Bobadilla. Pero sabía que era muy peligroso volver adonde Pizarro. Bien aconsejado, tomó la decisión correcta: “Dirigiéndose a Francisco de Godoy, le dijo qué le parecía que debía hacer para estar seguro de que no lo habían de traicionar si volvía a Mala. Dicen que le respondió que no tenía duda de que, si volvía, habían de procurar tenerlo como rehén por Hernando Pizarro. Después de tomar también consejo de sus hombres, les dijo a Francisco de Godoy y a Alonso Martín de Don Benito, como respuesta al mensaje de Pizarro que habían traído, que iría a Chincha con su gente, y que Pizarro, con la suya, fuese a Limaguana, esperando el fin de los conciertos, pues, para estar presentes en la preparación de las sentencias, bastaban los procuradores. Sabida la intención de Almagro, el Gobernador Pizarro se juntó con sus capitanes. Y el provincial Bobadilla, deseando ya la averiguación de aquellos negocios, mandó a los procuradores que se presentaran con las provisiones de sus gobernadores porque,  con la información que había de tomar de los pilotos, daría sentencia conforme a justicia”.
     Luego Cieza comenta que los procuradores le presentaron a Bobadilla las provisiones reales que Pizarro y Almagro tenían sobre la extensión de sus respectivas gobernaciones. Y hace un comentario demasiado optimista sobre la claridad con que fueron redactadas: “Verá el lector cuán claras e justas vienen, e que, si ellos quisieran seguirse solamente por justicia e razón, no llegaran a contender con armas ni pasión. Mas muchos de los de acá, sin saber lo que dicen, hablan de que las provisiones venían tan oscuras que ellas mismas fueron la principal causa de ponerse en armas”.

     (Imagen) Tiene mérito que ALONSO MARTÍN DE DON BENITO, capitán de Pizarro, le reconociera a Almagro que le estaban preparando una encerrona. Así que, dando un salto de 22 años hacia delante, vamos a dedicarle otra imagen a persona tan honrada. En 1558, cuando ya andaría por los 65 años, tuvo un juicio en Lima contra Rodrigo de Aguirre, porque este le reclamaba una encomienda de indios que el gran Pedro de la Gasca, representante del Rey, le quitó a su padre, Francisco de Aguirre, para dársela a él, Alonso Martín. Es de suponer que fue un castigo por luchar con los rebeldes, y un premio por hacerlo Alonso al servicio de Rey. Rodrigo presentó testigos en defensa de su padre, y Alonso Martin otros a su favor. Seguía, pues, vivo años después de las terribles guerras civiles, pero, al parecer y tristemente, con pocos bienes (lo que nadie le podía quitar era el orgullo y su preciado escudo). En la imagen vemos la declaración de un testigo presentado por Alonso Martín, y que emplea buenos argumentos de defensa: “Yo, Francisco Martínez, digo que este testigo (él mismo) tiene al dicho Alonso Martín de Don Benito por persona honorable e quieto e pacífico, e por servidor de Su Majestad, e sabe que ha servido, en lo que la pregunta dice, en estos reinos (de Perú), e que antes de que el Licenciado Gasca le encomendase los indios sobre los que es este pleito, estaba pobre e vivía con necesidad, y aun ahora, por los indios ser pocos y pobres y rentarle poco, vive con necesidad”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario