(339) Lo que quiere decir que Pizarro se
hacía el tonto. De hecho pronto tuvo a su lado a los protagonistas de la
artimaña: “Cuando Gonzalo Pizarro y sus capitanes supieron que Almagro se había
ido, les pesó grandemente, e se acercaron al pueblo de Mala. El Adelantado Almagro
marchaba a toda prisa en su caballo, y, ya bien alejado de Mala, puso su tienda
y se recostó en su lecho, e los que le acompañaban andaban mirando a todas
partes por si venían en su seguimiento”.
Los dos emisarios de Pizarro alcanzaron
después a Almagro y le dijeron que le pedía que volviese para seguir hablando
con él: “Almagro les respondió quejándose del Gobernador, pues, habiendo jurado
no hacerle daño, quería con engaño prenderle, e que siempre los Pizarro fueron
desconfiados”. Alonso Martín de Don Benito le reconoció el juego sucio: “Le
respondió que, por la amistad que siempre tuvieron, le diría la verdad, aunque
no quería encender el fuego, sino apagarlo, y que supiese que cerca de Mala
estaban los capitanes de Pizarro con su tropa, e que había oído decir que lo
habían de prender al oír cierta señal. Almagro le preguntó cuánta gente traía
Pizarro, y le contestó que unos ochocientos hombres y muchos tiros de
artillería”.
La verdad es que Almagro encajó con
serenidad lo que había ocurrido, y deseaba que llegara a buen fin la misión
confiada a Bobadilla. Pero sabía que era muy peligroso volver adonde Pizarro.
Bien aconsejado, tomó la decisión correcta: “Dirigiéndose a Francisco de Godoy,
le dijo qué le parecía que debía hacer para estar seguro de que no lo habían de
traicionar si volvía a Mala. Dicen que le respondió que no tenía duda de que,
si volvía, habían de procurar tenerlo como rehén por Hernando Pizarro. Después
de tomar también consejo de sus hombres, les dijo a Francisco de Godoy y a
Alonso Martín de Don Benito, como respuesta al mensaje de Pizarro que habían
traído, que iría a Chincha con su gente, y que Pizarro, con la suya, fuese a
Limaguana, esperando el fin de los conciertos, pues, para estar presentes en la
preparación de las sentencias, bastaban los procuradores. Sabida la intención
de Almagro, el Gobernador Pizarro se juntó con sus capitanes. Y el provincial
Bobadilla, deseando ya la averiguación de aquellos negocios, mandó a los
procuradores que se presentaran con las provisiones de sus gobernadores
porque, con la información que había de
tomar de los pilotos, daría sentencia conforme a justicia”.
Luego Cieza comenta que los procuradores
le presentaron a Bobadilla las provisiones reales que Pizarro y Almagro tenían sobre
la extensión de sus respectivas gobernaciones. Y hace un comentario demasiado
optimista sobre la claridad con que fueron redactadas: “Verá el lector cuán
claras e justas vienen, e que, si ellos quisieran seguirse solamente por
justicia e razón, no llegaran a contender con armas ni pasión. Mas muchos de
los de acá, sin saber lo que dicen, hablan de que las provisiones venían tan oscuras
que ellas mismas fueron la principal causa de ponerse en armas”.
(Imagen) Tiene mérito que ALONSO MARTÍN DE
DON BENITO, capitán de Pizarro, le reconociera a Almagro que le estaban
preparando una encerrona. Así que, dando un salto de 22 años hacia delante, vamos
a dedicarle otra imagen a persona tan honrada. En 1558, cuando ya andaría por
los 65 años, tuvo un juicio en Lima contra Rodrigo de Aguirre, porque este le
reclamaba una encomienda de indios que el gran Pedro de la Gasca, representante
del Rey, le quitó a su padre, Francisco de Aguirre, para dársela a él, Alonso
Martín. Es de suponer que fue un castigo por luchar con los rebeldes, y un
premio por hacerlo Alonso al servicio de Rey. Rodrigo presentó testigos en
defensa de su padre, y Alonso Martin otros a su favor. Seguía, pues, vivo años
después de las terribles guerras civiles, pero, al parecer y tristemente, con
pocos bienes (lo que nadie le podía quitar era el orgullo y su preciado escudo).
En la imagen vemos la declaración de un testigo presentado por Alonso Martín, y
que emplea buenos argumentos de defensa: “Yo, Francisco Martínez, digo que este
testigo (él mismo) tiene al dicho Alonso Martín de Don Benito por
persona honorable e quieto e pacífico, e por servidor de Su Majestad, e sabe
que ha servido, en lo que la pregunta dice, en estos reinos (de Perú), e
que antes de que el Licenciado Gasca le encomendase los indios sobre los que es
este pleito, estaba pobre e vivía con necesidad, y aun ahora, por los indios
ser pocos y pobres y rentarle poco, vive con necesidad”.
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