lunes, 4 de febrero de 2019

(Día 745) El cronista Pedro Pizarro, en su afán de dejar en buen lugar a los Pizarro, dice que sus hombres, viendo la oportunidad, quisieron matar a Almagro, pero ellos se lo impidieron.


     (335) En ese momento en que Pizarro escogió a doce hombres, como se había convenido, y salió para encontrarse con Almagro en Mala, resulta oportuno volver a la crónica de Pedro Pizarro porque añade matices a lo que ocurrió entonces, aunque, como siempre, procura que la imagen de los  Pizarro no quede dañada: “Cuando el Marqués Pizarro partió, dejó en el campamento a su hermano Gonzalo Pizarro como capitán de sus hombres (eran casi setecientos), quien luego  fue con ellos tras él hasta el río de Mala, y se emboscó en unas arboledas, poniendo ocultos en unos cañaverales cincuenta arcabuceros. Se dice que también Almagro trajo toda su tropa y la emboscó tras un cerro. Llegó Pizarro a Mala, y luego Almagro,  quien fue al río y dio de beber a su caballo. Al verlo, los arcabuceros que estaban emboscados quisieron tirarle y matarle, pero Gonzalo Pizarro mandó que no hiciesen tal”.
     Luego se produjo el encuentro de Pizarro y Almagro: “Se vieron y se hablaron, aunque no con el amor con que acostumbraban a  recibirse, porque entonces estaban emponzoñados, pues, cuando se vieron en el Cuzco e hicieron las paces, derramaron sus lágrimas, y así lo hacían siempre cuando se veían tras largas ausencias. Y digo con verdad que todo este mal procedió de los malos consejos que Almagro recibía de los que trajo a este reino Don Pedro de Alvarado (habían sido el grueso de la tropa de Almagro en Chile), que ellos fueron los que empezaron a encender el fuego que ha habido en este reino de Perú, porque todos los que vinieron de Nicaragua y de otras partes eran gentes pacíficas y quietas”. No parece justo echarles todas las culpas del conflicto, ya que la rivalidad entre Pizarro y Almagro tenía raíces más profundas, como, por ejemplo, la mala influencia de Hernando Pizarro.
    Luego Pedro Pizarro comenta que se siguió hablando de matar a Almagro, y atribuye a Pizarro que se impidiera: “Aquí habría podido el Marqués Pizarro, si quisiera, prender o matar a Almagro sin ninguna dificultad, porque tenía a su gente muy cerca y era más que la de Almagro. Y no faltaban quienes acuciaban a Gonzalo Pizarro, trayéndole a la memoria cómo había quebrantado las treguas y pidiéndole que él hiciese lo mismo, ya que tenía tan buena coyuntura. Siendo avisado el Marqués Pizarro de estas voluntades, mandó aviso a su hermano para que no hiciese tal, porque no le tendría como hermano si quebrantaba la palabra que él (Pizarro) había dado a los terceros de Almagro. Esto lo hizo porque el Marqués Don Francisco Pizarro era hombre que guardaba mucho su palabra”. Esta última frase del cronista habla poco de su objetividad. Quizá habitualmente fuera Pizarro un hombre cumplidor, pero, en medio del dramatismo de estos encontronazos con Almagro, ya le hemos visto varias veces trampeando. Pedro Pizarro, en el párrafo siguiente, nos hace ver que Pizarro estaba ya al borde del descontrol por el largo presidio de su hermano: “Habiendo habido entre los dos quejas y disculpas (nos lo va a contar enseguida Cieza), Almagro se volvió a Chincha, y el Marqués se aposentó con su gente en este valle de Mala, diciéndole antes a Almagro que, si no soltaba a su hermano Hernando Pizarro, le seguiría hasta quitarle la vida”.
    
     (Imagen) GONZALO PIZARRO va cogiendo protagonismo, ahora ya como Capitán General. Pronto lo nombrará Francisco Pizarro Gobernador de Quito. Partirá para el Amazonas, y, cuando vuelva fracasado de aquella horrenda aventura, sabrá que a Pizarro lo han asesinado. Decidió después retirarse a la zona de Charcas para ocuparse de su encomienda de indios y de la explotación de minas. Entonces ocurrió algo que lo arrastró en un trágico torbellino. La imagen es parte de una carta que él le escribió hacia 1545 al gran Pedro de Valdivia, quien andaba por el difícil territorio chileno alcanzando grandes éxitos. Le explica cómo empezó de nuevo  a complicársele la vida, y le dice: “Su Majestad envió a esta tierra un virrey, contra lo que tenía estipulado con el Marqués, mi hermano, que en gloria esté, y trajo capitulaciones para la gobernación de todas las Indias. A todos los que en esta tierra le habíamos servido, nos quitaba lo que por nuestro trabajo nos había dado (Carlos V)”. Cuenta que, además, Blasco Núñez Vela, el Virrey, tenía alborotada a la gente, y, al no ser bien visto, empezó a ejecutar las nuevas normas con enorme rigor, por lo que los descontentos le pidieron a él que asumiera la autoridad. Gonzalo aceptó la propuesta y encabezó una nueva rebelión. Lo que no pudo imaginar fue que Pedro de Valdivia, cuando los sublevados mataron en la batalla al virrey Núñez Vela, volvería de Chile con el único objetivo de unirse al habilísimo Pedro de la Gasca, nuevo representante del Rey, para luchar contra Gonzalo Pizarro, y derrotarle en la batalla que le costó la vida.



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