(341) Apareció por allí un procurador de
Almagro, y quiso mostrar otra ‘prueba’ de sus derechos: el documento en el que
constaba que las autoridades del Cuzco habían recibido ‘voluntariamente’ como
gobernador a Almagro. El hecho cierto era que Almagro y sus capitanes, después
de apoderarse por la fuerza del Cuzco, se presentaron ante el cabildo,
enseñaron la provisión real de la gobernación concedida a Almagro, y a las
asustadas autoridades locales no les quedó más remedio que reconocer como
evidente lo que ni siquiera ahora los pilotos veían claro. Es de suponer que
Bobadilla se tomara a risa tal documento,
esta vez con toda justicia.
Pues vamos allá con la sentencia de Bobadilla.
Llegó el momento crítico. Tanto Pizarro como Almagro estaban muy nerviosos, y le
metían prisa. Era de suponer que el dictamen no iba a servir para nada: el
perdedor, cualquiera de los dos, no se conformaría con el resultado. Habría
conflicto, sí o sí, pero, el favorecido por la decisión de Bobadilla, al menos
la podría utilizar como otro argumento moral para defender su ‘justa’ causa,
sobre todo a ojos del emperador. Los dos le mandaban ‘recaditos’ al fraile diciéndole
que estaban convencidos de que les pertenecía el Cuzco. Cuenta Cieza: “El
Provincial no podía negar que, según tengo sabido, era más aficionado a las
cosas de Pizarro que a las de Almagro, y les respondía cortésmente que deseaba hacer justicia. Orgóñez hacía ver que
no tenía ningún contento de la sentencia que el Provincial había de dar, y le
decía al Adelantado Almagro que le parecía que le habían de engañar e quedarse
con toda la tierra, y, por poderla gozar sin mudanza, quitarle la vida. También
Diego de Almagro decía que habría sido mejor no haberse fiado de un solo
fraile, sino de los cuatro caballeros, como se había concertado primeramente (qué
mar de titubeos…). Habiendo visto los procesos, el juez Bobadilla dio la
sentencia que aquí veréis a la letra, sacada del original, que fue a favor del
Gobernador Pizarro”. La sentencia fue redactada concienzudamente, pero habrá
que abreviarla, centrándome en lo esencial de su argumentación. Insistía
Bobadilla en que era necesaria para la paz: “Para excusar los alborotos e
disensiones que ha habido, hay, y se espera haber entre los dichos
Gobernadores, sus capitanes y su gente, de lo que Dios nuestro Señor y Su
Majestad serán muy deservidos”. Fundamentaba su decisión desgranando los hechos
y las pruebas, fijándose en los dictámenes de los pilotos, pero trayendo a
colación como detalle muy importante que Almagro arrebató a Pizarro la ciudad
del Cuzco cuando ya la tenía en sus manos: “Poseyendo el Gobernador D.
Francisco Pizarro la ciudad con toda paz, el Adelanto D. Diego de Almagro, con
mano armada e pujanza de gente, se la tomó e prendió a las autoridades, de lo
que Dios nuestro Señor e Su Majestad han sido muy deservidos, con gran
perdición de estos reinos. Por tanto debo mandar y mando que el dicho D. Diego
de Almagro, al que no considero gobernador de la dicha ciudad, dé y entregue al
dicho Gobernador D. Francisco Pizarro, dentro de un plazo de treinta días, la
ciudad del Cuzco e lo que en ella hubiera habido de oro e plata pertenecientes
a su Majestad como quinto real. E asimismo que entregue al dicho D. Francisco
Pizarro, en un plazo de seis días, los presos que retiene, porque pobló la
ciudad jurídicamente, conquistándola y pacificándola”
(Imagen) En 1529, Pizarro había logrado en
persona que la Reina firmara las capitulaciones para asentar sobre el Perú su
dominio y el de sus dos socios. Vemos en la imagen parte de su primera página
(que resumo): “La Reina: Por cuanto vos, el capitán Francisco Pizarro, y en
nombre (también) del venerable padre don Fernando de Luque, provisor de
la iglesia del Darién, y del capitán Diego de Almagro, vecino de Panamá, nos hicisteis
relación de que, con deseo de nos servir y del acrecentamiento de nuestra
Corona Real, hace cinco años más o menos que, con licencia de Pedrarias Dávila,
nuestro gobernador en Tierra Firme (Panamá), tomasteis a cargo ir a
conquistar, pacificar e poblar por la Mar del Sur (el Pacífico), a
vuestra costa y la de vuestros compañeros, e hicisteis para ello dos navíos y
un bergantín. (Y porque también), al ser necesario pasar jarcias e
aparejos para el dicho viaje desde Nombre de Dios (costa del Atlántico)
hasta la otra costa, así como con la gente necesaria para el dicho viaje,
gastasteis mucha suma de pesos de oro, e hicisteis dicho descubrimiento pasando
muchos peligros…”. En la página siguiente continúa la Reina añadiendo sus
méritos. Y luego viene el largo texto de los poderes y honores que se les
concede. Pues bien: ese fue el primer
gran golpe bajo que Pizarro (sin duda influido por sus hermanos) le dio a
Almagro (el padre Luque era hombre pacífico y sin aspiraciones militares), ya
que todo lo mejor lo consiguió solo para él. Seguro que celebraría todos los
años el aniversario del valioso documento, fechado en un 26 de junio de 1529, pero
con una excepción, el del 26 de junio de 1541, día en que lo asesinaron.
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