miércoles, 20 de febrero de 2019

(Día 759) Pizarro trata de bajarle los humos a Almagro con una carta de la Reina en la que le censuraba la violencia con que, tiempo atrás, había actuado en el Cuzco. Almagro le responde que la situación ha cambiado, y que se mantendrá en la posesión de la ciudad.


     (349) La reina hacía referencia a algo que, ocurrido poco antes de que Almagro partiera para Chile, fue como una premonición de que el futuro a su vuelta iba a  ser tormentoso. Ya entonces Almagro aseguraba (temerariamente) que le pertenecía el Cuzco, y surgió un enfrentamiento en el que, sin culpa ninguna, se vio también envuelto el gran Hernando de Soto. Vimos que, gracias a la intervención de algunos hombres sensatos, aquello se aplacó, aunque estuvo a punto de terminar en tragedia. Cieza nos cuenta que a Pizarro le preocupó el percance, y, por encargo suyo, Peransúrez se lo contó a la Reina para que le llamara al orden a Almagro, porque aquello fue como una señal de que, con mucha probabilidad, podría repetirse. En cualquier caso, Pizarro, en lugar de responder a las razonables quejas de Almagro, lo que hace ahora es presionarlo de mala manera con la carta de la Reina.
     Le venía al pelo a Pizarro el texto porque era una reprimenda de la reina Isabel que iba directamente contra Almagro. En él le recuerda de entrada la superficie que le había concedido Carlos V para su gobernación: “Doscientas leguas  hacia el Estrecho de Magallanes a partir de los límites de la gobernación que tenemos encomendada al capitán Francisco Pizarro”. Y luego viene la ‘bronca’: “Ahora he sido informada de que vos habéis ido con cierta gente de guerra a la ciudad del Cuzco, y que el capitán Hernando de Soto se opuso a que entrarais en la ciudad, por lo que, enterado el capitán Francisco Pizarro, ha tenido que ir asimismo contra vos, lo que me ha desplacido. Y porque, como sabéis que hemos encargado al reverendo en Cristo, padre D. fray Tomás de Berlanga, obispo de Tierra Firme, que señale los límites de vuestra gobernación y de la de Francisco Pizarro, yo os mando que guardéis los límites que el obispo señalare para vuestra gobernación sin entrar en los que señalare para Francisco Pizarro, e que, de aquí en adelante, estéis con él en toda concordia e amistad, como hasta ahora lo habéis estado”.
     Pero Almagro leyó la carta de la Reina y no se dejó enredar en la burda trampa de Pizarro. Todo había cambiado cuando llegaron las misivas del Rey y de la Reina, y se aferró a una interpretación defendible: obedecer a los monarcas, pero haciendo valer la situación que se había consumado antes de recibirlas: “Le replicó a Pizarro que cesasen las diferencias y que cada uno siguiese donde estaba cuando llegaron aquellas cartas, como Su Majestad mandaba”. Se empeñaron hasta la náusea en buscar la paz con propuestas sin salida: “El Gobernador Pizarro le requirió que depusiese el dominio que tenía sobre el Cuzco, puesto que lo había usurpado con violencia, y le dijo que, saliendo de sus términos, podía estar donde le pareciese. Mas no aprovechó de nada; las disconformidades crecían, no bastaban los consejos de algunos varones doctos, y seguían preparando sus armas para que no se tomasen descuidados los unos a los otros”.
     En esta carrera demencial para ver quién se salía con la suya, el siguiente paso fue ridículo. Aparece en escena de nuevo, proponiendo otra solución, el ya fracasado fray Francisco de Bobadilla, pero lo hace en forma de orden, como si todavía tuviera poderes sobre ambas partes para zanjar el problema.

     (Imagen) Voy a hacer lo  mismo que Cieza a veces: justificarme ante el lector. Estoy poniendo muchas imágenes de documentos antiguos, pero creo que merece la pena, porque proporcionan abundante información inédita y el placer de contemplar escritos auténticos que les dan más vida a los protagonistas. Por otra parte, quizá viéndolos alguien se anime a consultar los archivos históricos. Lo que antes estaba solamente al alcance de los historiadores (y se veían con frecuencia obligados a trasladarse a lejanos lugares), hoy se puede contemplar por vía digital. Nada como el archivo estatal PARES. Con esa simple palabra se accede en Internet a una cantidad ingente de documentos históricos, y es fácil de manejar. Hay un obstáculo: la dificultad de leer la caligrafía antigua. Pero es superable con un poco de paciencia. Para empezar a practicar, lo más aconsejable es utilizar algún libro de paleografía que tenga textos antiguos con su tanscripción a la caligrafía actual. Como ejemplo, veamos (resumido) el texto de la imagen: “Don Carlos y Doña Juana  (la ‘loca’) se dirigen a los herederos de Hernando de Soto (al que acabamos de de ver en apuros con Almagro), Gobernador que fue de la isla de Cuba. Les dice que hay un pleito pendiente entre Hernán Ponce de León y Doña Isabel de Bobadilla, mujer que fue de Hernando de Soto (era también hija del duro Pedrarias Dávila), sobre cierta demanda que Ponce le puso a ella (en relación a los bienes de su marido)”. Otra dificultad deriva de que se utilizaban entonces muchas abreviaturas, pero se hacen entendibles pronto. Romper esas pequeñas barreras, te abre la puerta de un mundo maravilloso.



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