martes, 27 de febrero de 2018

(Día 628) Almagro llega al sitio en que mataron a tres españoles y envía a Salcedo con soldados para castigar a los culpables, pero se ven en apuros y va en su ayuda Francisco de Chávez. Almagro se junta con Paullo y Villahoma, que iban delante, y le entregan el oro que tributaban los indios a su emperador.


     (Día 218) Termina Cieza hablando de una última pacificación de indios: “Le pesó mucho a Alvarado que los indios que iban con los españoles talaban los campos y destruían las sementeras de los rebeldes, y envió mensajeros a su señor para que quisiese ser su amigo. Respondió que le enviase una espada, porque quería ver con qué armas peleaban los españoles. Enviole Alvarado una espada que tenía el pomo de plata. Holgose cuando la vio; determinó salir de paz a los cristianos, enviando primero un presente de plumas y mantas al capitán, y acompañado de algunos indios, fue a verse con él, quien le honró mucho, esforzándolo en que tuviese buen corazón con los cristianos”.
     Dando un salto atrás, Cieza nos sitúa en lo que ocurrió después de que los indios chilenos mataran a tres hombres que habían andado ‘por libre’ para quitarles cosas. Como ya vimos, se salvaron dos y, a su vuelta, Almagro los abroncó por su indisciplina, e inmediatamente, como siempre se hacía cuando los indios mataban a españoles solitarios, organizó una salida para darles un duro escarmiento: “Cuando Almagro supo de la muerte que habían dado en Jujuy a los tres cristianos, recibió mucho enojo, mandó al capitán Salcedo que partiese rápido con sesenta caballos y peones, y que no parase hasta llegar a aquella tierra y hacer gran castigo en ella. Salió Salcedo llevando por guías a los dos que se habían salvado”. Suponiendo los indios lo que iba a ocurrir se habían preparado: “Hicieron por los caminos  grandes hoyos cubiertos sutilmente con hierbas y se fortificaron haciendo baluartes”. Salcedo llegó pronto pero no podía rendirlos: “Los sitió para que nadie pudiera entrar ni salir y envió aviso a Almagro pidiéndole ayuda. El cual mandó a Francisco de Chávez, que partió con algunos de a caballo, y dándose prisa, se juntó con Salcedo”. Cuando llegó Chávez, los indios, viendo el panorama, huyeron por un pasadizo. Los españoles acamparon allí esperando la llegada de Almagro, “pero muy recatados porque sabían que estaban cerca de los xuris, gente indómita, muy agresivos y que comen carne humana; fueron tan temidos de los incas que no pudieron hacerlos amigos y, por temor de los daños que hacían, tenían en las fronteras siempre guarniciones con gente de guerra. Mucho cuentan de estas gentes, especialmente los españoles que andan en la conquista del río de la Plata. Tornó Salcedo a enviar mensajeros a Almagro haciéndole saber lo que había sucedido y cómo los tres cristianos habían sido muertos ciertamente en aquella tierra, y que tenía noticias de que más adelante iban otros tres”.
     Mientras, Almagro continuaba detrás su marcha: “En Topisa, Almagro alcanzó a Villahoma y a Paullo, que iban adelantados;  le dieron los indios noventa mil pesos (más de 360 kilos) de oro fino que traían de Chile  para los tributos de los incas, y tuvo gran noticia de haber ricas vetas de metales en Collasuyo. Se habló de poblar allí, lo cual fuera otra cosa de lo que luego sucedió, pues aquella era la tierra más rica del mundo. Mas Almagro respondió que era poca tierra para tantos españoles como iban con él”.

     (Imagen) En otra misión de castigo a los indios por haber eliminado a un español solitario, FRANCISCO DE CHÁVEZ dejó manchada su memoria para siempre: los indios habían huido, y él mató a todos los niños que quedaron en su poblado. Hasta los españoles se escandalizaron y lo denunciaron al rey, quien dispuso que parte de su herencia se destinara a socorrer a niños  indígenas huérfanos. Pero se podría asegurar que muy pocos personajes de Indias tuvieron un historial militar más  extenso y heroico que el suyo. Nació, como Pizarro, en Trujillo, eran de la misma edad y murieron juntos. Chávez estuvo al lado de Cortés en la definitiva toma de México, siguió peleando por tierras de Guatemala. Su viejo amigo Pizarro se lo llevó al Perú y fue uno de los que derrotaron a Atahualpa en Cajamarca, donde mostró un rasgo de piedad al opinar, contra el criterio general, que no era justo matar a Atahualpa, considerando sensatamente que lo más acertado sería enviarlo a la Corte española. Se enroló en la campaña de Chile bajo el mando de Almagro, lo que, en la guerras civiles, le trajo consecuencias ‘esquizofrénicas’. Luchando a su lado contra Pizarro cuando volvieron a Perú, Almagro terminó ejecutado, pero su viejo amigo lo perdonó y le dio puestos de confianza. Luego su corazón dividido le jugó una mala pasada. Estaba con Pizarro cuando llegaron a su casa los almagristas que se habían conjurado para matarlo. Al oír sus ruidos, salió Chávez con valentía y una confianza mal calculada a ‘dialogar’ con sus antiguos compañeros, que en lugar de escucharle lo mataron, para hacer después lo mismo con Pizarro. DOS GRANDES PERSONAJES DE INDIAS UNIDOS AL NACER Y AL MORIR.



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