sábado, 3 de febrero de 2018

(Día 608) Parte Almagro para Chile. Pedro Pizarro dice que los hombres de Alvarado que llevaba estaban acostumbrados al pillaje. Cinco de ellos se adelantan sin permiso y los indios matan a tres por sus abusos.


     (198) El acuerdo de ‘paz eterna’ entre Almagro y Pizarro solo podía sostenerse, implícitamente, sobre el éxito de conquistar lo que se consideraba un territorio de enorme riqueza, pero la expedición a Chile va a ser durísima y un fracaso total.  Eso dará un giro trágico a la heroica  y grandiosa empresa de Perú que iniciaron doce años antes los dos entrañables amigos y su tercer socio, el sensato clérigo Hernando de Luque, quien se ahorró el disgusto porque murió en 1533.
     Parece claro que Pizarro, sus hermanos y los veteranos que estuvieron en el apresamiento de Atahualpa formaban un grupo muy unido que no vio con buenos ojos la llegada  de Almagro, y menos todavía la presencia de los hombres que dejó Alvarado. Además parecía peor gente que la de Pizarro. Todo ello llevó de forma natural a que Almagro, en su deseo de mantener el estatus que le correspondía (amenazado por los Pizarro), formara su ejército con muchos de los hombres de Alvarado
     Viene a cuento que oigamos ahora lo que dice el cronista Pedro Pizarro, porque va a servirnos de aviso sobre el comportamiento de los hombres de Alvarado que iban con Almagro: “Concertado esto (con Pizarro), Don diego de Almagro se preparó, y con la gente de don Pedro de Alvarado y algunos recién venidos a esta tierra, salió del Cuzco, y esta gente iba robando y destruyendo por donde pasaba, pues, según decían ellos mismos, venían acostumbrados por hacerlo así cuando conquistaban Guatemala. Estos fueron los inventores de ranchear (que en nuestro común hablar es robar), siendo así que, entre los que pasamos con el Marqués a la conquista, no hubo hombre que osase tomar una mazorca de maíz sin su licencia”.
     Pues le dieron la razón a Pedro cinco insensatos. Cuenta Cieza que Almaro y sus hombres notaron pronto que el agua escaseaba (lo que más tarde sería una pesadilla): “Determinose que, hasta llegar a Topisa,  los españoles y caballos saliesen por cuadrillas porque no había abundancia de agua, y así fue hecho (se trataba de que los manantiales tuvieran tiempo de reponerse). Iban por delante tres cristianos para gozar de los regalos de los indios, y les seguían otros cinco. Los naturales quedaban desabrigados por dondequiera que pasaban los cristianos, teníanlos por gente rigurosa, de poca verdad y cometedores de grandes pecados. En secreto decían que eran sus enemigos capitales y que sin justicia ni razón andaban por sus tierras tomándoles sus mujeres y haciendas. Mas, como iban con tantos caballos y ballestas no mostraban en público este desamor. Por donde caminaban los cinco cristianos se hallaban al alcance de las manos de los indios, que trataban de matarlos y hacer con ellos un solemne sacrificio a sus dioses, y unos a otros se avisaban para acometer esta hazaña. Y estando en la provincia de Jujay, los acometieron y mataron a tres. Los otros dos fueron tan valientes que salieron de entre ellos ligeramente huyendo de la muerte, y se metieron ente otros indios que, por temor de Almagro, que estaba cerca, no los mataron, sino que le avisaron a los españoles para que fuesen a Topisa, donde se juntaron con los cristianos, hablándoles Almagro ásperamente porque se habían adelantado sin se lo mandar”.

     (Imagen) Puesto que Almagro se despide de Pizarro y parte para Chile, recordemos al tercer socio de la empresa, el andaluz HERNANDO DE LUQUE. Fue un buen clérigo que, con su gran sentido común, apaciguó a sus dos compañeros en el primer conflicto que tuvieron. Lo adornaban muchas virtudes, pero no la de la pobreza (no estaba sujeto a voto), y aportó mucho dinero (y sensatez) a la sociedad buscando beneficios. Pero tuvo la desgracia de morir sin disfrutar del gran botín de Atahualpa, porque le ocurrió en Panamá el año 1533 justo antes del reparto (me parece ver a Cieza sonriendo). La imagen  señala que en 1524 Hernando de Luque presentaba “los méritos y servicios que, como maestrescuela de la catedral del Darién, había hecho a las órdenes del gobernador Pedrarias y del obispo fray Juan de Quevedo (acertadamente, han corregido debajo que no se llamaba Raimundo)”. De la impresionante armada con la que llegó en 1514 Pedrarias a las Indias, desembarcaron, entre otros, el obispo Quevedo (burgalés) con 6 franciscanos y 17 clérigos, uno de los cuales era Luque. Y además otros viajeros cuyos nombres ya nos son familiares: Almagro, Soto y Bernal. Amigos, pues, de viaje, Almagro y Luque pronto iban a encontrar a alguien que llevaba doce años jugándose la vida entre los indios: Pizarro. Tres compañeros que se asociaron para conseguir algo grandioso. Lo superaron todo, pero a Luque se lo llevó la muerte, Almagro parte ahora para Chile empapado en malos augurios, y Pizarro, quizá con el corazón roto, se quedará en Lima sin quitarse de la cabeza la preocupación por el futuro. Van a estar separados, pero dos años después, volverá Almagro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario