(198) El acuerdo de ‘paz eterna’ entre
Almagro y Pizarro solo podía sostenerse, implícitamente, sobre el éxito de
conquistar lo que se consideraba un territorio de enorme riqueza, pero la
expedición a Chile va a ser durísima y un fracaso total. Eso dará un giro trágico a la heroica y grandiosa empresa de Perú que iniciaron doce
años antes los dos entrañables amigos y su tercer socio, el sensato clérigo
Hernando de Luque, quien se ahorró el disgusto porque murió en 1533.
Parece claro que Pizarro, sus hermanos y
los veteranos que estuvieron en el apresamiento de Atahualpa formaban un grupo
muy unido que no vio con buenos ojos la llegada
de Almagro, y menos todavía la presencia de los hombres que dejó
Alvarado. Además parecía peor gente que la de Pizarro. Todo ello llevó de forma
natural a que Almagro, en su deseo de mantener el estatus que le correspondía
(amenazado por los Pizarro), formara su ejército con muchos de los hombres de
Alvarado
Viene a cuento que oigamos ahora lo que
dice el cronista Pedro Pizarro, porque va a servirnos de aviso sobre el
comportamiento de los hombres de Alvarado que iban con Almagro: “Concertado
esto (con Pizarro), Don diego de
Almagro se preparó, y con la gente de don Pedro de Alvarado y algunos recién
venidos a esta tierra, salió del Cuzco, y esta gente iba robando y destruyendo
por donde pasaba, pues, según decían ellos mismos, venían acostumbrados por
hacerlo así cuando conquistaban Guatemala. Estos fueron los inventores de
ranchear (que en nuestro común hablar es robar), siendo así que, entre los que
pasamos con el Marqués a la conquista, no hubo hombre que osase tomar una
mazorca de maíz sin su licencia”.
Pues le dieron la razón a Pedro cinco
insensatos. Cuenta Cieza que Almaro y sus hombres notaron pronto que el agua
escaseaba (lo que más tarde sería una pesadilla): “Determinose que, hasta
llegar a Topisa, los españoles y caballos
saliesen por cuadrillas porque no había abundancia de agua, y así fue hecho (se trataba de que los manantiales tuvieran
tiempo de reponerse). Iban por delante tres cristianos para gozar de los
regalos de los indios, y les seguían otros cinco. Los naturales quedaban
desabrigados por dondequiera que pasaban los cristianos, teníanlos por gente
rigurosa, de poca verdad y cometedores de grandes pecados. En secreto decían
que eran sus enemigos capitales y que sin justicia ni razón andaban por sus
tierras tomándoles sus mujeres y haciendas. Mas, como iban con tantos caballos
y ballestas no mostraban en público este desamor. Por donde caminaban los cinco
cristianos se hallaban al alcance de las manos de los indios, que trataban de
matarlos y hacer con ellos un solemne sacrificio a sus dioses, y unos a otros
se avisaban para acometer esta hazaña. Y estando en la provincia de Jujay, los
acometieron y mataron a tres. Los otros dos fueron tan valientes que salieron
de entre ellos ligeramente huyendo de la muerte, y se metieron ente otros
indios que, por temor de Almagro, que estaba cerca, no los mataron, sino que le
avisaron a los españoles para que fuesen a Topisa, donde se juntaron con los
cristianos, hablándoles Almagro ásperamente porque se habían adelantado sin se
lo mandar”.
(Imagen) Puesto que Almagro se despide de Pizarro
y parte para Chile, recordemos al tercer socio de la empresa, el andaluz HERNANDO
DE LUQUE. Fue un buen clérigo que, con su gran sentido común, apaciguó a sus
dos compañeros en el primer conflicto que tuvieron. Lo adornaban muchas
virtudes, pero no la de la pobreza (no estaba sujeto a voto), y aportó mucho
dinero (y sensatez) a la sociedad buscando beneficios. Pero tuvo la desgracia
de morir sin disfrutar del gran botín de Atahualpa, porque le ocurrió en Panamá el
año 1533 justo antes del reparto (me parece ver a Cieza sonriendo). La imagen señala que en 1524 Hernando de Luque presentaba “los
méritos y servicios que, como maestrescuela de la catedral del Darién, había
hecho a las órdenes del gobernador Pedrarias y del obispo fray Juan de Quevedo
(acertadamente, han corregido debajo que no se llamaba Raimundo)”. De la
impresionante armada con la que llegó en 1514 Pedrarias a las Indias,
desembarcaron, entre otros, el obispo Quevedo (burgalés) con 6 franciscanos y
17 clérigos, uno de los cuales era Luque. Y además otros viajeros cuyos nombres
ya nos son familiares: Almagro, Soto y Bernal. Amigos, pues, de viaje, Almagro
y Luque pronto iban a encontrar a alguien que llevaba doce años jugándose la
vida entre los indios: Pizarro. Tres compañeros que se asociaron para conseguir
algo grandioso. Lo superaron todo, pero a Luque se lo llevó la muerte, Almagro
parte ahora para Chile empapado en malos augurios, y Pizarro, quizá con el
corazón roto, se quedará en Lima sin quitarse de la cabeza la preocupación por
el futuro. Van a estar separados, pero dos años después, volverá Almagro.
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