(201) Inca Garcilaso de la Vega detalla
luego cómo se prepararon las expediciones: “Hecho el concierto entre don Diego
de Almagro y el Marqués don Francisco Pizarro y publicadas las demás conquistas,
cada uno de los capitanes se apercibió de gente para la suya. Alonso de
Alvarado hizo trescientos hombres para su conquista, Garcilaso de la Vega
doscientos cincuenta para la suya, y otros tantos Juan Porcel. Los tres
entraron en sus distritos, donde cada uno pasó grandes trabajos por las bravas
montañas y grandes ríos que aquellas provincias tienen. A Sebastián de
Belalcázar le enviaron ciento cincuenta hombres de socorro”.
El número de españoles que andaban por
Perú había ido creciendo, en parte por los muchos que fueron apareciendo
seducidos al oír en la zona de Panamá las maravillas de lo descubierto y
conquistado en aquellas tierras, pero también porque la mayoría de los que
llegaron con el gran ejército de Pedro de Alvarado optaron por no volver a Panamá. Pizarro estaba rodeado de una tropa
numerosa, otros hombres permanecían protegiendo y habitando las poblaciones fundadas,
Belalcázar andaba por Quito al mando de numerosa gente, y acabamos de ver que
varios grupos han salido de conquista a diferentes zonas. Hay que tener en
cuenta también que Almagro llevó un poderoso ejército a su campaña de Chile:
“Don Diego de Almagro partió con más de quinientos cincuenta hombres, entre
ellos muchos de los que ya tenían repartimientos de indios, que se alegraron de
dejarlos pensando mejorarlos en Chile, según la fama que de sus riquezas
tenían. Pues en aquellos principios, a cualquier español, por pobre soldado que
fuera, le parecía poco todo el Perú junto para él solo. Almagro prestó más de
treinta mil pesos de oro y plata entre los suyos para que comprasen caballos y
armas, y así llevó muy lucida gente. Envió a Juan de Saavedra, natural de
Sevilla, al que yo conocí, con ciento cincuenta hombres para que fueran por
delante como descubridores de la tierra, aunque toda ella estaba de paz y muy segura de andar porque el príncipe Manco
Inca era amigo de los españoles y todos los indios esperaban que lo restituyeran
en su imperio. Dejó Almagro en el Cuzco al capitán Ruy Díaz y su íntimo amigo Juan de Herrada para que
juntasen más gente y se la llevasen de socorro”. De lo que se deduce que
Almagro se había convertido en un hombre muy rico, casi tanto como Pizarro, y
que era habitual que, lo mismo capitanes que soldados, se endeudaran hasta las
cejas para poder equiparse debidamente, sin duda con altos intereses porque
prestar a gente de tan problemático futuro era muy arriesgado. Si bien el
conjunto del ejército español había aumentado considerablemente, aun así
seguían siendo muy pocos para tan inmensa tarea. Pero todo se podía esperar de
aquel tipo de aventureros que, siendo solamente ciento setenta, habían
derrotado y apresado a Atahualpa.
(Imagen) Ya vimos que el navarro JUAN DE RADA
(a quien Inca Garcilaso llama ‘Herrada’) va a ser quien, como conjurado, dé la
estocada fatal en el cuello a Pizarro. Habrá que contar algo más de él. Su hoja
de servicios no puede ser más completa. Mucho tuvo que valer para que Hernán
Cortés lo enviara a Roma para poner al día al Papa Clemente VII de la conquista
y evangelización de México, lo que les valió a sus hombres una bula que los
absolvía de todos sus pecados (por horrendos que fueran). Cuando Cortés perdió
poder, Rada decidió, con 46 años, seguir batallando en Perú, adonde llegó con
Pedro de Alvarado en 1534. Lo de Almagro con él fue un flechazo: siempre lo
tuvo como hombre de la máxima confianza. De ahí que ahora, de pasada, Inca Garcilaso
diga que era “su amigo íntimo”. Y Rada se puso a su servicio
incondicionalmente. Lo acompañó como capitán en la campaña de Chile. Cuando
ejecutaron a Almagro, no solo se hizo cargo de su joven hijo, Diego de Almagro
el Mozo, sino que se entregó de lleno a planear y ejecutar la venganza que
acabó con la vida de Pizarro. Siguió la lucha ente pizarristas y almagristas,
siendo la cabeza de estos ‘el Mozo’, pero quien lo dirigía todo era Rada. Da la
sensación de que, por haber matado a Pizarro (nada menos que el Gobernador del
Rey), el recuerdo de Rada ha sido
intencionadamente borrado, porque es muy difícil encontrar en los archivos
rastros suyos. Murió de enfermedad en 1542, poco después de asesinar a Pizarro.
El linaje de Rada era tan ilustre que, como vemos en la imagen, su blasón
figuraba entre los de “los doce ricos hombres” que rodeaban el del Reino de
Navarra.
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