(209) Vamos allá con JUAN PÉREZ DE GUEVARA,
un subordinado de Alonso de Alvarado que llegó muy lejos. A mediados de 1536 acompañó a su capitán a la conquista y
pacificación de la región de Chachapoyas, fundando la ciudad del mismo nombre. En
una segunda campaña, el año 1540, se propusieron avanzar desde la población de
Chachapoyas hacia la Amazonía, que parecía muy prometedora. Alvarado tuvo que
volver a Lima y Pizarro le confió a Juan Pérez de Guevara el mando de la
campaña, con el principal objetivo de fundar una población, para lo que le escribió
el siguiente documento (resumido):
“El Marqués don Francisco Pizarro,
Gobernador por Su Majestad en estos Reinos de la Nueva Castilla, por cuanto al
servicio de Dios e de Su Majestad conviene que se vaya aumentando todo lo que
se pueda poblar, e porque, con el buen tratamiento e doctrina que se les
hiciere a los indios, más en breve vendrán al verdadero conocimiento de nuestra
Santa Fe Católica, dispongo lo siguiente. He sido informado de que tierra
adentro en el paraje de los Chachapoyas, hacia donde el sol, en el lugar que se
dice Moyobamba, están ciertas tierras y provincias donde hay muchos caciques e
indios ricos de oro, e otras tierras e provincias de muchas gentes que no han
dado la obediencia a Su Majestad, y que hay disposición de tierra para que se
pueble de cristianos. Por ser la tierra fértil y de aguas y de montes donde se
tiene noticia que hay minas de oro, he acordado, en cumplimiento de lo que Su
Majestad me ha mandado, que la dicha tierra de Moyobamba se pueble de
cristianos, e que todo lo demás que se pueda descubrir por aquella vía, se abra
y descubra para que aquellas gentes se pongan debajo del yugo e obediencia de
Su Majestad, e vengan al conocimiento de Nuestra Santa Fe Católica, que este es
el principal deseo que Su Majestad tiene. E porque para descubrirla e poblarla
es menester una persona que vaya como mi Teniente y Capitán General de la gente
que al dicho descubrimiento y población fuere, por ende, habiendo información
de que vos, el Capitán JUAN PÉREZ DE GUEVARA, sois persona hábil, de confianza
suficiente e de buen cuidado e diligencia y experiencia de las costumbres de
los indios para su pacificación y conquista e servicio de Su Majestad, os hago
el nombramiento, y confío de vos que daréis buena cuenta de lo que por mí, en
nombre de Su Majestad, os fuere encomendado”.
Juan Pérez de Guevara logró su objetivo
fundando la ciudad de Moyobamba el día 25 de julio de 1540 (y ahí sigue como
nueva). Fue un lugar donde la gente establecida tuvo un buen vivir por sus agradables
condiciones naturales. Pero se enturbió algo el ambiente por la llegada de
aventureros ávidos de encontrar el mítico El Dorado, supuestamente localizado
en territorio amazónico, cuya seducción tantas vidas costó. Paradójicamente,
también llegaron otros idealistas más positivos, los misioneros que utilizaron
la ciudad como base de operaciones para sus heroicas campañas de evangelización
de las tribus más primitivas (y peligrosas) del selvático interior.
(Imagen) En
los archivos históricos del Estado hay miles de expedientes de Indias
tramitados por descendientes de conquistadores que tenían apuros económicos.
Son todos muy parecidos: se exponen las dificultades de su vivir (casi siempre
exageradas) y los méritos y servicios del
difunto, pidiéndose una merced con la que pudieran mantener su nivel social. En
esa documentación hay muchos datos biográficos de gran interés. Como en la
presentada en 1579 por los herederos de JUAN PÉREZ DE GUEVARA, el meritorio
fundador de la ciudad de MOYOBAMBA, que sigue llena de vida en la zona
amazónica de Perú. No se indica dónde nació, pero ese apellido compuesto es
netamente alavés. Sería por eso que representaba a la familia el licenciado Juan
Arrando Lasa (dos apellidos vascos). Pérez de Guevara empezó a batallar en Perú
el año 1535, y permaneció en servicio hasta que murió en 1572 donde residía,
San Juan de la Frontera de Chachapoyas (actual Ayacucho). Así argumentaba el
letrado: “En las alteraciones pasadas (las
terribles guerras civiles) estuvo ejerciendo oficio de capitán y de persona
señalada y alzando siempre bandera por su Majestad, todo a su propia costa y
sustentando de armas e caballos e mantenimientos a muchos soldados servidores
de Su Majestad. E conviene al derecho de mis partes hacer información sobre lo
susodicho para que se les haga merced de alguna remuneración con que se puedan
sustentar conforme a su calidad”. Seguro que su lealtad a la Corona tuvo buen
efecto porque, al comienzo del expediente, hay un pequeño informe favorable de
la Audiencia de Lima: “Dicen que quedaron en necesidad y pobreza. Los indios
los heredó su hijo mayor Francisco, que murió pronto, y pasaron al hijo segundo
con obligación de adoctrinarlos. Se propone al Virrey hacerles más merced por
haber servido bien el dicho su padre”.
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