(139) –Certo,
piccolino: Nuño de Guzmán daba miedo en México.
-Y además, caro babbo, envidiaba y odiaba a Cortés. Bernal nos explica
la situación: “Porque Nuño de Guzmán se metía en los términos de México, no
mirando a lo que Su Majestad le mandaba; y a un vecino que se llamaba Pedro
González de Trujillo, por decirle que no quería estar bajo su gobernación, pues
los indios de su encomienda no eran de Pánuco, le mandó ahorcar, e hizo otros
desatinos. Por lo que los del cabildo le suplicaron a Alonso de Estrada que
gobernase con Cortés, y no quiso; aunque otros creyeron que fue Cortés quien no
lo aceptó, para que no dijeran los maliciosos que quería señorear a la fuerza;
y también porque hubo murmuraciones de que Cortés le dio algo a Marcos de
Aguilar para que muriera. Y lo que se concertó finalmente fue que, juntamente con
el tesorero Estrada, gobernase Gonzalo de Sandoval, que era alguacil mayor y
persona de la que se hacía mucha cuenta”.
-De verdad, picaruelo, que parece una
broma pesada: Cortés tuvo el triunfo casi cósmico de conquistar
Tenochtitlan, pero llevamos resumidas unas 700 páginas del libro de Bernal, han
pasado ocho años desde que partió de Cuba, y esto ha sido un continuo
encadenamiento de sobresaltos. Ahorita mismo, Estrada va a acabar mal con
Cortés, y se diría que el rey estaba ya harto, pero tampoco Su Majestad va a
manejar bien el conflicto. Primero hubo un roce entre Estrada y Sandoval porque
este no castigó a un tal Proaño, que,
según el pudoroso Bernal, “hizo un tal desacato contra Estrada que, por ser de
tal calidad, aquí no lo digo; y pocos días después hubo otro más: el malísimo
delito de poner en las puertas de la casa del tesorero (Estrada) unos libelos infamatorios muy malos, y viendo Sandoval
que no podía alcanzar justicia, lo disimuló; y desde entonces estuvo muy mal el
tesorero con Cortés y Sandoval, y renegaba de ellos como de cosas muy malas”.
Los enemigos de Cortés volvieron a criticarle sin medida en nuevas cartas que
le enviaron al rey. La guinda del pastel la pondría otro protagonista de viejas
traiciones: “En aquella sazón fue a Castilla el contador Albornoz, que jamás
estuvo bien con Cortés, y le habló al rey de las muertes de Luis Ponce y
Aguilar muy en contra de Cortés”. Con esta avalancha de dardos, quedó tocado,
“y Su Majestad mandó proveer que sólo Alonso de Estrada gobernase”. Pero ya el
colmo fue que el rey, dando palos de ciego por la lejanía de Indias, en otro
rapto de histeria, volvió a ordenar una solución extrema: “Su Majestad mandó
que un caballero llamado don Pedro de la Cueva fuese a México con 300 soldados,
y que si le hallase a Cortés culpable de lo que se le acusaba, que le cortase
la cabeza”. Y ordenó algo más, que aumentaría la confusión en México: “que se
crease la Audiencia Real, creyendo que con ella habría recta justicia”. Y llegó
a haberla, pero después de la desastrosa intervención en ella del presidente
Nuño de Guzmán y los oidores Diego Delgadillo y
Juan Ortiz de Matienzo, mi sobrino (¡y yo que le mandé recomendado…!).
Cuando ya estaba Cortés otra vez grogui,
sonó la campana: quizá se
serenara el rey, o puede ser que el duque de Béjar utilizara sus influencias;
el caso es que se anuló la orden de que partiera Pedro de la Cueva. Según
Bernal, todas las campañas de conquista o pacificación que gestionó Estrada, ya
como gobernador en solitario, fueron un
fracaso, principalmente por encargárselas a militares novatos, “porque va mucho
de los conquistadores viejos a los nuevamente venidos de Castilla, que no saben qué es la guerra de indios ni sus
astucias”. Otro incidente precipitó los acontecimientos: “Un mozo de espuelas
de Sandoval tuvo una cuestión con un criado de Estrada, y le acuchilló, de lo
que tuvo mucho enojo el tesorero (nunca
le llama gobernador), y le mandó cortar la mano. Cortés le dijo tales
palabras al tesorero que aun tuvo temor de que le quisiera matar”. Movido por
el miedo, tomó una decisión nefasta: “Allegó soldados y amigos para que le
guardaran, y sacó de la prisión al factor Saavedra y al veedor Almírez Chirinos
para que, como oficiales todos de Su Majestad, se ayudasen unos a otros contra
Cortés”. Genial: fue como si abriera la caja de los truenos.
(Foto 1ª: En esa bonita lámina aparece México unos 25 años después de la
inestabilidad de gobierno que nos está contando Bernal ahora; lo que quiere
decir que la ciudad siguió prosperando sobre las aguas. Cortés le había puesto
buenos cimientos. Foto 2ª: Apenas un siglo más tarde,
en 1628, la vemos ya bien desarrollada, siempre a costa de la laguna, cuya
dimensión era mucho mayor que lo que
muestran las pinturas).
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