(23) -Con qué
destreza, querido socio, iba ganado terreno Cortés.
-Ya sabes, reverendo, que Bernal se asombra de su facilidad para
convencer (y manipular): “Como Cortés siempre atraía con buenas palabras a
todos los caciques, les dijo que le dieran obediencia a nuestro Emperador, que
manda en muchos señores y que, en lo que
hubieran menester, les vendrá a ayudar. Todos los caciques le dieron muchas
gracias, y allí se otorgaron por vasallos, y estos fueron los primeros vasallos
que en la Nueva España dieron obediencia a Su Majestad”. Luego se hicieron los
preparativos (altar, cruz e imagen de la Virgen) para el Domingo de Ramos, y
ese día, en presencia de todos los indios, “con gran devoción anduvimos una
procesión, y se dijo misa. Y nos despedimos de los indios encomendándoles la
cruz y la santa imagen, y que las tuviesen muy limpias. Y al otro día nos
hicimos a la vela”. Navegaron por los sitios que Bernal ya conocía: el río
Alvarado, el de las Banderas, la isla Blanca y la Verde, la isla de los
Sacrificios, “y luego llegamos a San Juan de Ulúa el Jueves de la Cena (Jueves Santo). Y, de repente, Bernal se
pone a hablar de doña Marina.
-Seguro, pequeñuelo mío, que se moría de ganas por contarlo: “Los padres
de doña Marina eran caciques de un pueblo que se dice Payanala. Murió el padre
quedando muy niña; la madre se casó con otro cacique mancebo y hubieron un
hijo”. Hicieron la cacicada de nombrar heredero del cacicazgo al ‘machote’, y
le regalaron la niña a los indios de Xicalango, y estos a su vez se la tuvieron
que dar a los de Tabasco tras ser derrotados por ellos, de quienes, también
quebrantados en guerra, la recibieron los españoles entre otros regalos de paz.
¿Cómo puede haber miserable alguno que la tache de traidora? El dicharachero
Bernal sigue: “Y conocí a su madre y a su hermano de madre, que mandaban
juntamente a su pueblo. Y después de vueltos cristianos, se llamó la vieja (no es despectivo) Marta y el hijo
Lázaro”. ¿Lo dudan vuesas mersedes? Pues sigan leyendo: “Esto lo sé muy bien
porque el año 1523 fue Cortés a las Hibueras (Honduras) y pasó por Coatzcoalcos, y yo iba con él. Y como doña
Marina, en todas las guerras fue tan excelente mujer y buena lengua, siempre la
traía Cortés consigo. Y entonces se casó ella en Orizaba con un hidalgo que se
decía Juan Jaramillo”. Nos despedimos, baby, pero yo sigo.
-Me encanta que lo hagas, reverendo: a los dos nos inspira ternura.
-Cuenta Bernal una emocionante anécdota de
doña Marina: “Estando Cortés en la villa de Coatzacoalcos (año 1523, terminada la conquista de México), llamó a todos los
caciques para hacerles un parlamento sobre nuestra santa doctrina, y vino la
madre de doña Marina y su hermanastro, Lázaro, y tuvieron miedo de ella, que
creyeron que los iba a matar, y lloraban. Y doña Marina los consoló, les dio muchas joyas y ropa y les dijo que
les perdonaba porque no sabían lo que hacían cuando la abandonaron, y que Dios
le había hecho a ella merced de quitarla de adorar ídolos y ahora ser
cristiana, y tener un hijo de su amo y señor Cortés, y ser casada después con
el caballero Juan Jaramillo”. Y nos explica también el curioso sistema de
intérpretes que hubo de utilizar Cortés en los inicios de la campaña: “E
digamos que doña Marina sabía las lenguas de Tabasco y de México, y como
Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es todo una, entendíanse
bien los dos, y el Aguilar lo declaraba
en castellano a Cortés. Fue gran principio para nuestra conquista, y así se nos hacían las cosas, loado sea Dios, muy
prósperamente. He querido decir esto porque sin doña Marina no podíamos
entender la lengua de Nueva España”.
(Doña Marina pronto aprendió español y fue insustituible como intérprete
de Cortés en todas sus negociaciones con mayas y aztecas. La foto muestra una
escena del lienzo de Tlaxcala -es de la 2ª mitad del siglo XVI-, obra de
artistas nativos, en la que aparece ella haciendo traducción simultánea para
Cortés y Moctezuma).
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