miércoles, 15 de febrero de 2023

(1955) Segundo viaje a la costa mexicana. El piloto Alaminos, absurdamente, seguía insistiendo en que aquello era una isla. Los nativos fanfarroneaban por la victoria anterior, pero esta vez saldrán escarmentados.

 

     (8) -Partamos, pues, con Bernal, secre, que ya tenía yo ganas.-Derechitos a Yucatán, tierno abad, pero pasando por el puerto de Matanzas (Cuba). Bernal  aclara la toponimia: “Antes de  que la isla (Cuba) se conquistase, zozobraron 30 españoles en aquella costa. vinieron unos indios y los mataron, salvo a tres hombres y una mujer, que era hermosa y se la quedó un cacique. Y por esto se puso el nombre de Matanzas. Yo la conocí, y la vi casada en Cuba con Pedro Sánchez Farfán”. Bernal y sus compañeros se dispusieron a volver de nuevo a Yucatán. Oyeron misa, y zarparon. ¿Qué tal, pater? -Que nadie olvide, hijo mío, que uno de los pilares fundamentales de la epopeya de Indias era la fe, que les daba un coraje ciego frente a las imposibles batallas. El capitán general de la armada, Juan de Grijalva, nacido en Cuéllar en 1490, había ganado méritos y riqueza bajo el mando de su paisano Diego de Velázquez, en la conquista de la isla el año 1511. Bernal dice que salieron el 8/4/1518, “y en 10 días doblamos el cabo (cubano) de San Antonio (el mapa muestra el recorrido); y en otros 10 días vimos la isla de Cozumel, que entonces la descubrimos. Cuando bajamos a tierra, los naturales habían huido, pero vino una india moza de buen parecer, y hablaba jamaicano. Dijo que naufragó junto a la costa y que los indios mataron a su marido y sus compañeros, sacrificándolos a los ídolos. Luego Juan de Grijalva, mandó que nos embarcásemos, y la india se fue con nosotros”. -Ojo al dato, reve: “se fue”; quizá esperara una vida mejor. -Es de suponer, jovencito, ya que se suele idealizar la vida de los nativos. Cuenta Bernal que iban siguiendo la ruta del viaje anterior. Llegaron así a Champotón, “donde nos habían desbaratado los indios, y se juntaron todos como la otra vez, cuando nos mataron 56 soldados, por lo que estaban muy ufanos”. Describe la parafernalia chulesca de los indios. Bajaron a tierra aguantando un chaparrón de flechas y piedras, y tras enzarzarse cuerpo a cuerpo, “les hicimos perder la furia a buenas estocadas y con las ballestas, haciéndoles retraerse a unas ciénagas”. Balance de la primera ‘visita’: “nos mataron a 7 soldados, y al capitán Grijalva le dieron 3 flechazos y le quebraron 2 dientes. Prendimos a 3 indios, y por medio de las lenguas (intérpretes) Julianillo y Melchorejo, se les dio a entender que se les perdonaba lo hecho, y les mandó a llamar al cacique del pueblo, pero no volvieron”. Siempre amigo del detalle, Bernal habla de algo desquiciante en la batalla: “Había muchas langostas pequeñas, que nos daban en la cara, y como los indios tiraban mucha flecha y granizo de piedras, pensábamos que eran las langostas, y no nos escudábamos, por lo que la flecha venía y nos hería. Otras veces creíamos que eran flechas y eran langostas, con harto estorbo para nuestro pelear”. Digamos de paso que los capitanes de Indias, hasta los más importantes, no solo eran de ordeno y mando, sino también de liarse a espadazos en primera fila, y así le flecharon y le volaron los dientes a Grijalba.




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