lunes, 13 de febrero de 2023

(1953) Vuelto Bernal a Cuba con poco éxito de la expedición a Yucatán, se le hundió una barca, y casualmente, llegó a nado adonde estaba Bartolomé de las Casas. No le gustaron sus exageradas críticas a los españoles.

 

     (6) -Aleluya, pequeñín: lograron volver a Cuba, y desde el Puerto de Carenas (adonde se trasladaría La Habana), escribieron rápidamente al gobernador Velázquez, que residía en Santiago. –Pero con secuelas, reve: “Nuestro capitán Francisco Hernández y otros tres soldados murieron pronto de sus heridas”. Ya en Santiago, el gobernador, con ojillos libidinosos abrasaba a preguntas a los dos indios, Melchorejo y Julianillo, para saber qué riquezas había en sus tierras, y lo contentaban con diplomáticas trolas: “No le decían verdad, porque está claro que en todo Yucatán no hay minas de oro ni de plata”. -Grazie tante, caro. Lamenta Bernal que todos los soldados volvieron pobres. Luego se queja de que el gobernador Velázquez escribió a la Corte dándose todo el mérito de la expedición, y añade que mi “padrino”, el obispo Fonseca, le mandó una carta al rey “dando mucho favor al Diego Velázquez, y no hizo memoria de nosotros, que hicimos el descubrimiento”. Tras curar sus heridas, Bernal y otros tres partieron para Trinidad en la canoa de un comerciante, pero, 8 días después, una tormenta la hundió: “Quedamos descalabrados, y desnudos en carnes para poder mejor nadar. Y quiso Dios que llegáramos a un pueblo de indios, el cual era del padre Fray Bartolomé de las Casas (brotan como hongos los grandes de Indias), clérigo presbítero, al que después conocí fraile dominico y luego obispo de Chiapas” -Y Bernal todo el tiempo jugando a la ruleta rusa, my dear priest.  -Ciertamente: es una historia vivida de forma continua al borde del abismo. Vamos a puntualizar un pelín el comentario que hace Bernal sobre Bartolomé de las Casas. Dice con mucha propiedad que llegó a un pueblo llamado Yaguaramas (así sigue), pero para esas fechas, 1517/18, Bartolomé ya había renunciado a la encomienda de indios que tenía allí (quizá la equivocación venga de que todavía no fuera un hecho público). Bernal hablará mucho de él a lo largo de su libro, y siempre tachándolo de exagerado: era imposible que un “conquistador” estuviera de acuerdo con una eliminación total de la utilización de los indios. Terminemos con unos apuntes de los inicios de Bartolomé en Indias. Al principio fue un clérigo vividor, y se hizo rico pronto con las encomiendas; pero un sermón apocalíptico del dominico Montesinos, le sacudió tanto los hondones de su alma, que abandonó de inmediato la frivolidad de su vida clerical, y se hizo más montesinista que el incendiario predicador. El resto de su vida fue “Bartolomé contra el mundo”: exagerado, peleón, intransigente, genial, prodigioso escritor, hiperactivo… y, para mayor incordio general, muy longevo. El caso es que, gracias a él, la situación de los indios mejoró sustancialmente, y las leyes se humanizaron. ¿Habría habido en aquel tiempo algún otro país capaz de escucharle? Vean su merecida estatua en Guatemala.




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