domingo, 5 de febrero de 2023

(1946) Terminamos hoy con la crónica de Colombia redactada por Fray Pedro Simón. Su siguiente tomo desapareció, y se acaba el texto hacia el año 1612, cuando las relaciones entre los indios y los españoles se suavizó bastante.

 

     (1546) Va a terminar el cronista Fray Pedro Simón la Segunda Parte de esta crónica (titulada Noticias Imperiales), y abreviaré lo último que dice. Cuenta que Don Juan de Borja, el nuevo Gobernador, llegó a Santa Fe de Bogotá el 2 de octubre de de 1605. Los primeros capitanes que puso al frente de tropas para frenar a los indios fueron Juan de Campos y Francisco Poveda, dándose la circunstancia de que este murió de repente.  Durante dos años se aplicó un plan de control a los indios que dio resultado. Pero el personaje más temible seguía siendo el gran cacique Pipatón. También eran peligrosos los indios carares, a los cuales se les había podido pacificar, pero volvieron a las andadas: “Nuevamente se dedicaron a embestir a los que navegaban por el río Magdalena, e hicieron un daño no pequeño el año 1612. Al subir por el río un grupo de canoas en las que venía un mercader llamado Francisco Montero, vecino de Santa Fe, lo  mataron a él y a algunos otros españoles, así como a indios amigos y negros remeros. También apresaron a una española, y, por estar  cercana al parto, no la mataron, sino que la ayudaron, teniéndola consigo hasta que la liberó el Capitán Juan de Campos, y después los ataques de los indios carares cesaron:  “No fue así en las tierras que atacaba Pipatón, pues el Capitán Benito Franco no podía frenar sus acosos, pero luego tuvo habilidad suficiente para traer de paz á Pipatón y a su familia ante el Presidente de la ciudad de Vélez, donde yo lo vi y traté mucho a este Cacique. No siendo la inclinación del Gobernador Don Juan de Borja hacer guerras y pacificaciones con derramamientos de sangre, prefirió, a pesar de las maldades que habían hecho los nativos,  llegar a un acuerdo con Pipatón y los demás indios, que ya eran pocos,  para que se estableciesen en la parte que les señaló. Así se hizo, dándoles como predicador y administrador de los sacramentos al Padre Bartolomé Hernández. Pero no tardaron en volver a rebelarse, aunque por poco tiempo, ya que los españoles apresaron de nuevo a Pipatón  y a algunos de su familia. Habiéndolos traído a la ciudad de Santa Fe, murieron todos en la cárcel, al parecer debido a las epidemias que padecieron en general los indios de aquellas tierras, pues son ya muy pocos los que han quedado”. Y termina diciendo el cronista: “Aunque por ese motivo dejaron de luchar los indios, se sigue  vigilando el río Magdalena, pues casi es suficiente la presencia de un solo indio para inquietarlo todo. Es tan grande el miedo que se les tiene, que a los españoles solamente podrá quitárselo Dios,  a quien le ofrezco todo lo escrito en esta segunda parte”.






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