martes, 14 de febrero de 2023

(1954) El primer viaje a la costa mexicana fue muy duro, muriendo muchos, y hasta quien iba al mando, Francisco Hernández de Córdoba. Pero los descubrimientos resultaron prometedores, y el gobernador Velázquez preparó otra salida.

 

     (7) -Arrea la mula, que se nos larga Bernal. Está ya en Chipiona. -Tranqui, reve, que ya lo veo. Seguro que bautizó ese rincón de Cuba algún paisano de Rocío Jurado. En Trinidad, un paisano de Bernal, Antonio ‘de Medina’ (por si las dudas), le ayudó, y con ese alivio, había conseguido llegar a Santiago y ver a su pariente, el Gobernador Velázquez, que ya estaba engolosinado con lo que se contaba del viaje del fallecido Fernández de Córdoba.  Preparó otra expedición, y como daba por correcto el nombre de aquella tierra, le preguntó a Bernal “que si estaba bueno para volver a Yucatán, y riéndome le dije que allá no lo llaman así, y que mejor nombre sería ‘la tierra donde nos mataron a más de la mitad de nuestros soldados’; y entonces dijo, volved otra vez a la armada que hago, que yo mandaré al capitán Juan de Grijalva que os haga mucha honra”. Luego cuenta detalles de la preparación. Dinos algo. -Un placer, pequeñuelo, porque saca a relucir a cuatro pesos pesados de Indias que yo conocí bien. “Y en aquella sazón halláronse  presentes en Santiago Juan de Grijalva, Alonso de Ávila, Francisco Montejo y Pedro de Alvarado, que eran hombres principales”. Bajo el mando de Grijalva como capitán general, se le confió a cada uno de los otros un barco. La noticia tuvo entusiasmado eco, “y pronto nos juntamos 240 compañeros, y pusimos matalotaje (provisiones) y armas; trajimos un clérigo que se llamaba Juan Díaz, sevillano, y los 3 pilotos del otro viaje, Antón Alaminos, de Palos (no de Cantabria como alguno dice), Camargo, de Triana, y Juan Álvarez el Manquillo, de Huelva”. Ahorita le veremos disculparse por tratar a lo llano a los tres capitanes. -Se nota, querido Sancho, que Bernal está  escribiendo lo que tantas veces contó en un corrillo a petición de curiosos y amigos. -Y explica por qué casi los tutea: “Parece cosa descomedida nombrar secamente los nombres de estos grandes capitanes,  pues Pedro de Alvarado fue Gobernador de Guatemala y Caballero de Santiago, Montejo, Adelantado de Yucatán y Gobernador de Honduras, pero Alonso de Ávila no tuvo tanta ventura, porque le prendieron los franceses”. Es típico de Bernal liarse con lo anecdótico, y en este caso se olvida de que Alonso de Ávila tuvo un gran protagonismo en México. Fue llamativo que lo apresaran los franceses, pero tiene poca importancia en su notable biografía. Acto seguido, Bernal deja claro que va a continuar un tiempo dándoles un trato sencillo: “Les seguiré llamando solo por sus nombres hasta que tuvieron concedidos por Su Majestad los honores mencionados”. (El monumento de la foto es el dedicado a Bernal en Medina del Campo. Tiene grabado al dorso los nombres de los compañeros de fatigas que él cita en 15 páginas al final de su libro: en total, ¡unos 500! Y en el texto van sus nombres y algunos datos personales. Es una lástima que, por respeto a los difuntos, no se añada en el monumento la lista de los nombres de los caballos que él recordaba en su crónica. Prodigiosamente memorioso y humano).




No hay comentarios:

Publicar un comentario