jueves, 17 de junio de 2021

(1449) Termina ya Inca Garcilaso de la Vega su magnífica crónica, y resulta estremecedor el resumen que hace del trágico final de las cuatro primera expediciones que llegaron a La Florida.

 

     (1039) Inca Garcilaso va a a mencionar misioneros fallecidos, pero hace previamente una breve alusión a conquistadores que también acabaron de mala manera: "Y, hablando primero de los seglares, diré que el primer cristiano que murió en esta conquista (falleció en La Habana el año 1521, tras volver gravemente herido) fue Juan Ponce de León, primer descubridor de la Florida, caballero natural de León, que en sus niñeces fue paje de Pedro Núñez de Guzmán, señor de Toral. Murieron asimismo todos los que con él fueron, que, según salieron heridos de mano de los indios, no escapó ninguno. No se pudo averiguar el número de ellos, pero eran más de ochenta hombres. Luego fue (el oidor) Lucas Vázquez de Ayllón (compañero del oidor Juan Ortiz de Matienzo, sobrino de Sancho Ortiz de Matienzo), que también murió a manos de los de La Florida, con más de doscientos y veinte cristianos de los que llevó consigo. Después de Lucas Vázquez de Ayllón, fue Pánfilo de Narváez con cuatrocientos españoles, de los cuales no escaparon más de cuatro (entre ellos, el gran Álvar  Núñez Cabeza de Vaca). Los demás murieron, unos a manos de los enemigos y, otros,  ahogados en la mar, y los que escaparon de la mar murieron de pura hambre. Diez años después de Pánfilo de Narváez fue a la Florida el Adelantado Hernando de Soto, y llevó mil españoles de todas las provincias de España, falleciendo más de setecientos. De manera que pasan de mil y cuatrocientos cristianos los que hasta aquel año han muerto en aquella tierra con sus caudillos (se  dan cifras más reducidas, pero sin demasiadas diferencias)".

     Inca Garcilaso nos va a recordar ahora a los clérigos fallecidos, y, con este último apartado, dará fin a su extensa obra, que ha tenido la virtud de dejar un recuerdo imborrable de la azarosa y heroica campaña de La Florida, capitaneada por HERNANDO DE SOTO, un hombre excepcional que lo perdió todo, resultando imposible que volviera a encontrarse con Isabel de Bobadilla, su extraordinaria mujer:  "Nos queda por hablar de los sacerdotes y religiosos que han muerto en La Florida. Se tiene noticia de los que fueron con Hernando de Soto y de los que partieron después, porque ni de los que fueron con Juan Ponce de León ni de los que fueron con Lucas Vázquez de Ayllón ni con Pánfilo de Narváez hay memoria en los escritos, como si no hubieran existido. Con Hernando de Soto fueron doce sacerdotes. Ocho eran clérigos y cuatro frailes. Cuatro de los clérigos murieron el primer año que entraron en la Florida, y no se hizo memoria de sus nombres. Dionisio de París, francés natural de la gran ciudad de París, y Diego de Bañuelos, natural de la ciudad de Córdoba, ambos clérigos, y fray Francisco de la Rocha, fraile de la advocación de la Santísima Trinidad, natural de Badajoz, murieron de enfermedad en vida del gobernador Hernando de Soto, pues, como no tenían médico ni botica, si la naturaleza no curaba al que caía enfermo, no tenía remedio. Los otros cinco, que son Rodrigo de Gallegos, natural de Sevilla, Francisco del Pozo, natural de Córdoba, clérigos sacerdotes, fray Juan de Torres, natural de Sevilla, de la orden del seráfico padre San Francisco, fray Juan Gallegos, natural de Sevilla, Fray Luis de Soto, natural de Villanueva de Barcarrota, ambos de la orden del divino Santo Domingo, y todos ellos de buena vida y ejemplo, murieron después del fallecimiento del gobernador Hernando de Soto. Los cuales, mientras vivieron, hicieron su oficio muy como religiosos, confesando y animando a bien morir a los que fallecían, y adoctrinando y bautizando a los indios que permanecían en el servicio de los españoles".

 

     (Imagen) Inca Garcilaso ya nos ha facilitado nombres de misioneros muertos en La Florida, pero dedicará, el poco espacio que le queda para el final de su crónica, a recordar a otros que sucumbieron posteriormente (de los que ya hablamos): "Después, el año 1549, fueron a la Florida cinco frailes de la orden de Santo Domingo sin llevar gente de guerra, por no escandalizar a aquellos indios. Mas ellos no quisieron oír la doctrina cristiana, y, en cuanto tres de ellos pisaron tierra, los mataron con crueldad, muriendo entre ellos el buen padre fray Luis Cáncer de Barbastro, que era su prior. El año 1566 pasaron a la Florida tres religiosos jesuitas. El que iba por superior era Pedro Martínez, natural de una aldea de Teruel, y, cuando bajó a tierra, lo mataron los indios. Dos compañeros que llevaba, el uno sacerdote, llamado Juan Rogel, y el otro, hermano, llamado Francisco Villa Real, se retiraron a La Habana bien lastimados de no haber podido enseñar la doctrina cristiana a aquellos gentiles. El año 1568 fueron a la Florida ocho religiosos, también jesuitas, dos sacerdotes y seis hermanos. El que iba por superior se llamaba Bautista de Segura, natural de Toledo, y el otro sacerdote era Luis de Quirós, natural de Jerez de la Frontera. Los nombres de los seis hermanos son los que se siguen: Juan Bautista Méndez, Gabriel de Solís, Antonio Zaballos, Cristóbal Redondo, Gabriel Gómez y Pedro de Linares, los cuales llevaron en su compañía a un cacique indio natural de la Florida. Ocurrió que el Adelantado Pedro Menéndez de Valdés fue a la Florida tres veces desde el año 1563 hasta el 1568. Del segundo viaje trajo a España siete indios, bautizándose todos acá, pero seis murieron en breve tiempo". Ya vimos que el indio que sobrevivió era el que volvió a La Florida con los jesuitas, y aparentando querer ordenarse sacerdote, pero se fugó para juntarse con su tribu y participó en el asesinato del jesuita Luis de Quirós y de los otros seis hermanos jesuitas que lo acompañaban. Y CON LAS SIGUIENTES PALABRAS TERMINA EL GRAN ESCRITOR INCA GARCILASO DE LA VEGA su crónica llamada LA FLORIDA DEL INCA: "Fueron en total veinticuatro los religiosos que murieron en La Florida hasta el año 1568, más los mil cuatrocientos españoles que fallecieron antes, y es de esperar que, tierra que tantas veces ha sido regada con tanta sangre de cristianos, haya de fructificar conforme al riego de la sangre católica que en ella se ha derramado. La gloria y honra se dé a Dios Nuestro Señor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero. Amén.




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