(1027) Veremos en la imagen (que se
anticipa, en 'flashback', al texto que ahora vamos a tratar) la descripción que
hace Inca Garcilaso de las características de las canoas de los indios, y de
los cantos con que se animaban los guerreros para enardecerse y amedrentar a
los españoles, aunque, en principio, se limitaron a eso, sin llegar a
atacarlos: "Entre otras cosas que decían (según lo interpretaron los
indios que los españoles consigo llevaban) era loar y engrandecer su esfuerzo y
valentía y vituperar la pusilanimidad y cobardía de los castellanos, y decir
que ya huían los cobardes de sus armas y fuerzas, y que los ladrones temían su
justicia, y que no les valdría huir de su tierra, pues todos morirían presto en
el agua, y así acabarían sus maldades. Estas y otras cosas semejantes venían
diciendo, y bogaban al son de ellas. Y, al fin de cada cantar, daban grandísimos
gritos y alaridos".
Pero, después de saborear los indios la
exhibición de su fuerza acuática y de su pintoresco espectáculo, llegó la hora
de la verdad: "Habiendo observado los indios con atención la armada de los
españoles, pequeña en número pero grande en calidad, la siguieron hasta medio
día sin hacerle enojo alguno, y, pasada aquella hora, dividieron las canoas en
tres tercios iguales, haciendo vanguardia, batalla y retaguardia. En la parte
delantera del primer tercio iban las del cacique Quigualtam, capitán general en
agua y tierra de la liga de los caciques. No se supo de cierto que él viniese
en ellas, pero los indios en sus cantares y en las voces sueltas que daban mencionaban
muy a menudo su nombre". Los indios tenían una estrategia de ataque muy
estricta y bien pensada: las canoas de la vanguardia arremetieron contra las
carabelas de los castellanos, pero no para embestirlas, sino para pasar por
delante de ellas, dejándolas a mano izquierda para poder tirar mejor sus
flechas. De esta forma pasaron de una ribera a otra, y echaron sobre las
carabelas una lluvia de flechas, hiriendo a muchos españoles. Habiendo pasado
las primeras canoas, y llegado a la ribera de la mano izquierda se volvieron
luego por delante a la mano derecha a ponerse en el primer puesto". Luego
hicieron la misma maniobra los dos tercios de canoas restantes, sin que dejara
de continuar esta forma de ataque una y otra vez: "En esta forma de juego
de cañas (torneo deportivo) muy concertado, persiguieron los
indios a los castellanos todo aquel día sin dejarles descansar un punto. De noche
hicieron lo mismo, aunque se contentaron con atacar dos veces. Con la misma
batalla que el primer día y noche tuvieron los indios con los españoles, los acosaron
diez días continuos con sus noches, y en ese tiempo mataron con las flechas todos
los caballos, salvo ocho que iban mejor protegidos. Los españoles, aunque
heridos casi todos, se defendían con algunas ballestas, porque los arcabuces se
habían gastado en clavos para los bergantines, y, además, hicieron poco servicio
en toda esta campaña de la Florida por la poca práctica que nuestros
arcabuceros entonces tenían, y ya ni siquiera les quedaba pólvora desde que se
quemó toda en la batalla de Mabila. Por estas razones, los indios no solamente
no habían temido los arcabuces, sino que hacían burla de ellos, de manera que ya
no los llevaban los nuestros".
(Imagen) Nos dijo anteriormente Inca Garcilaso que apareció al amanecer en el
Misisipi una 'hermosísima flota' de más de mil canoas de indios enemigos. La situación
no se prestaba a la broma, pero el cronista, además de ironizar, también se
refiere a que el espectáculo era espléndido. Por eso, de seguido, nos describió
cómo fabricaban sus magníficas canoas. Lo explica muy extensamente, y lo
abreviaré: "Buscan los árboles más gruesos, le dan al tronco cortado la
forma de una artesa y las hacen de una pieza, porque no saben construir un barco
con tablas clavadas, ni tuvieron hierro, ni supieron hacer clavos, ni
calafatear, ni buscar brea, ni estopa, velas, jarcias, gúmenas (maromas),
anclas y las demás cosas necesarias para la fábrica de los navíos. Solamente se
aprovechan de lo que la naturaleza (en lo que ellos no alcanzaron con su
ingenio) les mostraba con el dedo. Entre las muchas canoas que en seguimiento
de los españoles amanecieron el segundo día de su navegación, se vieron algunas
de extraña grandeza que les causó admiración. Las capitanas eran tan grandes,
que tenían veinticinco remos por banda, por lo que había muchas canoas capaces de
llevar hasta ochenta hombres, que en ellas venían puestos de tal suerte que
pudiesen pelear todos sin estorbarse unos a otros, y, a pesar de ser tan
grandes, estaban hechas de una sola
pieza porque hay árboles muy hermosos en aquella tierra. Cuando una canoa de estas
va con los remeros de boga arrancada, lleva tanta velocidad, que apenas le
haría ventaja un caballo a todo correr. Para bogar acompasados, tienen aquellos
indios diversos cantares, en los que van diciendo hazañas de sus antepasados,
con cuya memoria se incitan a la batalla y al triunfo. Cada una de las canoas
capitanas venía teñida por dentro y por fuera de un solo color. Como, además de
las canoas, llevaban el mismo color los remeros y guerreros, e incluso tenían
plumas y madejas que traen por tocado en la cabeza, siendo muchas y de tantos
colores, con el buen orden y concierto que traían hacían una hermosísima vista
para los ojos. Con esta belleza y grandeza siguieron los indios a los españoles
el segundo día sin darles pesadumbre alguna para que, sin ella, pudiesen ver y
considerar mejor la hermosura y pujanza de su armada. Iban en pos de ellos
bogando al son de sus cantares (en los que presumían de su propia grandeza y
mostraban cuánto odiaban y despreciaban a los españoles)". En la
imagen se ve una antigua canoa de los indios de La Florida que dejó al
descubierto el huracán Irma el año 2017.
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