jueves, 3 de junio de 2021

(1437) Bajando por el Misisipi, los indios acosaron a los españoles, hiriendo a muchos, durante diez días y diez noches, desde sus grandes canoas y con una ingeniosa estrategia de ataque. No se conformaban con que huyeran: querían matarlos.

 

     (1027) Veremos en la imagen (que se anticipa, en 'flashback', al texto que ahora vamos a tratar) la descripción que hace Inca Garcilaso de las características de las canoas de los indios, y de los cantos con que se animaban los guerreros para enardecerse y amedrentar a los españoles, aunque, en principio, se limitaron a eso, sin llegar a atacarlos: "Entre otras cosas que decían (según lo interpretaron los indios que los españoles consigo llevaban) era loar y engrandecer su esfuerzo y valentía y vituperar la pusilanimidad y cobardía de los castellanos, y decir que ya huían los cobardes de sus armas y fuerzas, y que los ladrones temían su justicia, y que no les valdría huir de su tierra, pues todos morirían presto en el agua, y así acabarían sus maldades. Estas y otras cosas semejantes venían diciendo, y bogaban al son de ellas. Y, al fin de cada cantar, daban grandísimos gritos y alaridos".

     Pero, después de saborear los indios la exhibición de su fuerza acuática y de su pintoresco espectáculo, llegó la hora de la verdad: "Habiendo observado los indios con atención la armada de los españoles, pequeña en número pero grande en calidad, la siguieron hasta medio día sin hacerle enojo alguno, y, pasada aquella hora, dividieron las canoas en tres tercios iguales, haciendo vanguardia, batalla y retaguardia. En la parte delantera del primer tercio iban las del cacique Quigualtam, capitán general en agua y tierra de la liga de los caciques. No se supo de cierto que él viniese en ellas, pero los indios en sus cantares y en las voces sueltas que daban mencionaban muy a menudo su nombre". Los indios tenían una estrategia de ataque muy estricta y bien pensada: las canoas de la vanguardia arremetieron contra las carabelas de los castellanos, pero no para embestirlas, sino para pasar por delante de ellas, dejándolas a mano izquierda para poder tirar mejor sus flechas. De esta forma pasaron de una ribera a otra, y echaron sobre las carabelas una lluvia de flechas, hiriendo a muchos españoles. Habiendo pasado las primeras canoas, y llegado a la ribera de la mano izquierda se volvieron luego por delante a la mano derecha a ponerse en el primer puesto". Luego hicieron la misma maniobra los dos tercios de canoas restantes, sin que dejara de continuar esta forma de ataque una y otra vez: "En esta forma de juego de cañas (torneo deportivo) muy concertado, persiguieron los indios a los castellanos todo aquel día sin dejarles descansar un punto. De noche hicieron lo mismo, aunque se contentaron con atacar dos veces. Con la misma batalla que el primer día y noche tuvieron los indios con los españoles, los acosaron diez días continuos con sus noches, y en ese tiempo mataron con las flechas todos los caballos, salvo ocho que iban mejor protegidos. Los españoles, aunque heridos casi todos, se defendían con algunas ballestas, porque los arcabuces se habían gastado en clavos para los bergantines, y, además, hicieron poco servicio en toda esta campaña de la Florida por la poca práctica que nuestros arcabuceros entonces tenían, y ya ni siquiera les quedaba pólvora desde que se quemó toda en la batalla de Mabila. Por estas razones, los indios no solamente no habían temido los arcabuces, sino que hacían burla de ellos, de manera que ya no los llevaban los nuestros".

 

     (Imagen) Nos dijo anteriormente  Inca Garcilaso que apareció al amanecer en el Misisipi una 'hermosísima flota' de más de mil canoas de indios enemigos. La situación no se prestaba a la broma, pero el cronista, además de ironizar, también se refiere a que el espectáculo era espléndido. Por eso, de seguido, nos describió cómo fabricaban sus magníficas canoas. Lo explica muy extensamente, y lo abreviaré: "Buscan los árboles más gruesos, le dan al tronco cortado la forma de una artesa y las hacen de una pieza, porque no saben construir un barco con tablas clavadas, ni tuvieron hierro, ni supieron hacer clavos, ni calafatear, ni buscar brea, ni estopa, velas, jarcias, gúmenas (maromas), anclas y las demás cosas necesarias para la fábrica de los navíos. Solamente se aprovechan de lo que la naturaleza (en lo que ellos no alcanzaron con su ingenio) les mostraba con el dedo. Entre las muchas canoas que en seguimiento de los españoles amanecieron el segundo día de su navegación, se vieron algunas de extraña grandeza que les causó admiración. Las capitanas eran tan grandes, que tenían veinticinco remos por banda, por lo que había muchas canoas capaces de llevar hasta ochenta hombres, que en ellas venían puestos de tal suerte que pudiesen pelear todos sin estorbarse unos a otros, y, a pesar de ser tan grandes,  estaban hechas de una sola pieza porque hay árboles muy hermosos en aquella tierra. Cuando una canoa de estas va con los remeros de boga arrancada, lleva tanta velocidad, que apenas le haría ventaja un caballo a todo correr. Para bogar acompasados, tienen aquellos indios diversos cantares, en los que van diciendo hazañas de sus antepasados, con cuya memoria se incitan a la batalla y al triunfo. Cada una de las canoas capitanas venía teñida por dentro y por fuera de un solo color. Como, además de las canoas, llevaban el mismo color los remeros y guerreros, e incluso tenían plumas y madejas que traen por tocado en la cabeza, siendo muchas y de tantos colores, con el buen orden y concierto que traían hacían una hermosísima vista para los ojos. Con esta belleza y grandeza siguieron los indios a los españoles el segundo día sin darles pesadumbre alguna para que, sin ella, pudiesen ver y considerar mejor la hermosura y pujanza de su armada. Iban en pos de ellos bogando al son de sus cantares (en los que presumían de su propia grandeza y mostraban cuánto odiaban y despreciaban a los españoles)". En la imagen se ve una antigua canoa de los indios de La Florida que dejó al descubierto el huracán Irma el año 2017.




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