miércoles, 7 de junio de 2023

(2051) Vencidos los aztecas, Cortés diseñó de inmediato la nueva ciudad de México. Mandó liberar a Pánfilo de Narváez, y lo recibió con gran afecto. Tribus, ya sin el yugo azteca, se rebelaron inútilmente contra los españoles.

 

    (104) –Veamos, secre, la caballerosidad de Narváez y Cortés.

     -Fue bonito, santo padre, ver al vencido y al vencedor tratarse con respeto. Llevaba meses Pánfilo de Narváez preso y tuerto en la Villa Rica. Lograda la toma definitiva de México, Cortés hizo que se lo trajeran para hacerle comprender en su conjunto por qué se había visto obligado a luchar contra él. “Cuando Narváez iba de camino viendo las grandes ciudades y llegó a Texcoco, se admiró, y en Coyoacán, con la laguna y ciudades que había pobladas, y sobre todo, en la gran ciudad de México, mucho más. Cortés había mandado que le salieran a recibir y le hicieran mucha honra. Llegado Narváez ante él, se hincó de rodillas y quiso besarle las manos, y Cortés  no lo consintió, y le abrazó mostrándole mucho amor, y le sentó cabe sí. Narváez le dijo que todos los capitanes muy nombrados que eran vivos afirmarían que se podría anteponer a Cortés a los muy afamados e ilustres que ha habido, que  no había otra ciudad más fuerte que la de México, y que él y sus soldados eran dignos de que Su Majestad les hiciera muy crecidas mercedes. Y le dijo otras muchas alabanzas; e son merecidas. Cortés le respondió que nosotros  no éramos suficientes para hacer tanto, sino con la gran misericordia de Dios”. Seguidamente Bernal, que no pudo asistir a la reconstrucción de Tenochtitlán por andar en otras misiones, nos da un pequeño detalle de las primeras disposiciones urbanísticas: “Entonces Cortés puso orden en cómo poblar la gran ciudad de México, y repartió solares para las iglesias, monasterios, casas reales y plazas, y también a todos los vecinos les dio solares. Luego vinieron cartas de Pánuco (costa del Atlántico) diciendo que toda la provincia estaba levantada y que eran muy belicosos guerreros porque habían muerto a muchos soldados de los que habían ido a poblar”. Lo que supone un botón de muestra de la dura tarea que le quedaba a Cortés: había caciques que se hicieron amigos, pero otros, libres del dominio de los mexicanos, pensaban que serían capaces de escapar también del poder español; era el caso de los de Pánuco, “que estaban encarnizados por los muchos soldados que habían muerto, hacía dos años, de los enviados por Garay, y así creyeron que harían con los nuestros”. La cosa era seria, y esta vez se puso Cortés al frente de sus tropas para solucionar el problema. Los choques fueron muy duros, y de nuevo, el horror. Te toca, reve.

     -Pues sigamos escuchando a Bernal: “Se fueron a dormir a un poblado que estaba vacío,  y vieron en un adoratorio de ídolos muchos vestidos y caras desolladas, con sus barbas y cabellos, que eran de los soldados enviados por Garay a poblar Pánuco; y muchas de ellas fueron reconocidas por otros soldados que decían que eran de sus amigos, y a todos se les quebró el corazón de verlas de aquella manera, y las llevaron a enterrar”. Prueba de la derrota total de México es el hecho de que gran parte de los indios guerreros que llevaba Cortés eran aztecas, y resultaron de gran eficacia en esta campaña: “Muchos amigos mexicanos, sin ser vistos, entraron en el pueblo donde estaban los enemigos y lo destruyeron, haciendo gran estrago y despojo”. Lo cierto es que todas aquellas gentes eran ya poco peligro para la maquinaria militar de Cortés, y le resultaba fácil someterlas, aunque con el precio inevitable de algunas bajas. Ya de vuelta, sufrieron otra escaramuza; los vencieron y ahorcaron a dos caciques. Los indios vinieron luego de paz, “y Cortés mandó dar el cacicazgo a un hermano de uno de los caciques ahorcados”. Bernal hace un juicio durísimo de estos indios: “Otra gente más sucia y mala y de peores costumbres no la hubo como la de esta provincia de Pánuco, porque todos eran sodomitas, y (¿lo pongo, no lo pongo?: lo pongo) se embudaban por las partes traseras, torpeza nunca en el mundo oída, y sacrificadores y crueles en demasía, borrachos, sucios y malos. Y fueron castigados con los males que les vinieron en tener como gobernador a Nuño de Guzmán (una bestia fina), que les hizo a casi todos esclavos y los envió a vender en las islas”.

     (Foto: Nos viene bien el cuadro de Velázquez, porque representa como ninguno el respeto al vencido y la honrada, pero digna, sumisión al que ha ganado en buena lid. Justino de Nassau entrega las llaves de la perdida ciudad de Breda a Ambrosio Spínola, que, con una sonrisa amable, parece invitarle a un abrazo. Es lo  mismito que nos acaba de contar Bernal sobre el encuentro de Cortés con Pánfilo de Narváez).




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