lunes, 5 de junio de 2023

(2049) Se da tormento a Cuauhtémoc para que diga dónde tiene su tesoro, pero los soldados sospechan que lo escondía Cortés, quien, tras su grandiosa victoria, tendrá muchos fracasos en su vida.

 

     (102) -¡Oro, oro, oro!, tierno infante: ¡maldito oro!

     -Lo que nunca es bastante resulta muy peligroso, my dear priest. Creo que fue el apocalíptico Leon Bloy quien dijo que el dinero era el excremento del Diablo. Por su culpa quedó otra mancha española indeleble en la herida memoria histórica de los mexicanos. Bernal al habla: “Se recogió el oro y la plata que había en México, y pareció que fue muy poco, por manera que los oficiales del rey decían que Cuauhtémoc lo tenía escondido y Cortés holgaba de ello para que no lo diese y tenerlo todo para sí. Y por esta causa acordaron los oficiales dar tormento a Cuauhtémoc y a su primo, el señor de Tacuba. Y ciertamente mucho le pesó a Cortés, y aun  a algunos de nosotros, que a un señor como Cuauhtémoc le atormentasen por codicia del oro, habiéndose  fundido ya y hecho barras 380.000 pesos de oro (1.520 kg). Y como los conquistadores que no estaban a bien con Cortés vieron tan poco oro (para el reparto, tras separar el quinto real y el del jefe), y le decían al tesorero real que tenían sospecha de que Cortés, por quedarse con el oro, no quería darle tormento, finalmente, para evitar que le achacasen algo, no pudo oponerse, así que le atormentaron a Cuauhtémoc quemándole los pies con aceite, y al señor de Tacuba también”. Triste cosa, reve.

     -Y total para nada, joven (porque no hubo más oro), salvo para que haya quedado grabada en  piedra la  vergonzosa escena en el monumento mexicano a Cuauhtémoc. Lo que sí encontraron los españoles fueron más joyas que les habían pasado desapercibidas en los aposentos de Moctezuma: “Valían dos veces más que lo que se sacó de los quintos del rey y de Cortés; todo lo cual enviamos al emperador con Alonso de Ávila (su viaje, como veremos, será una buena peripecia)”. Luego ocurrió que el mezquino reparto tuvo dos reacciones. La primera fue atender una generosa propuesta del fraile de la Merced y de varios capitanes: ya que era tan poco, mejor sería dárselo a los más necesitados. Y lo hicieron, pensando que el oro oculto saldría  a flote y quedarían satisfechos. La descripción de los destinatarios  nos da una idea del montón de desgraciados que formaba parte de la tropa: “Los que quedaron mancos, cojos, ciegos y sordos, y otros que se habían tullido o estaban con dolor de estómago, y otros que se habían quemado con pólvora, y todos los que estaban con dolor de costado”. Pero el buen gesto se enconó. Si había más oro, alguien lo ocultó, y resultaba que le iba a tocar a cada soldado de a pie unos 250 gramos (conquista México para eso). “Y desde que aquellas partes nos señalaron,  ningún soldado las quiso tomar”. Bernal y otros se limitaron a mostrar así su disconformidad. “Pero los soldados que habían sido amigos y paniaguados del gobernador Velázquez se desvergonzaban diciendo que el oro lo tenía escondido Cortés, y las paredes de su casa amanecían cada mañana con muchos escritos en prosa y en verso, que decían que más conquistados nos traía que la conquista que dimos a México, y aun otras  palabras que no son para poner en esta relación”. Cortés, ingenuamente, entró al trapo: “Como era algo poeta, respondía también con buenos escritos; pero como cada día iban más desvergonzados los dichos, puso: ‘Pared blanca, papel de necios’. Y amaneció escrito más adelante: ‘Y aun de sabios, e Su Majestad lo sabrá muy presto’. Y así, sabiendo quiénes eran los autores, se enojó y dijo públicamente que no se pusiesen más malicias, porque castigaría a los ruines desvergonzados”. Vayan acostumbrándose vuesas mersedes a ver en adelante al glorioso Cortés en otros empeños de gran calado (genio y figura….), pero el resto de su vida hará bueno el dicho de que “nunca segundas partes fueron buenas”. Seguirá apostando fuerte, como siempre hizo; sin embargo tendrá que morder el polvo con frecuencia porque la Fortuna dejará de mirarle con ojos de enamorada, y le pasará factura la parte más negativa de su carácter: muchos, probablemente los más ambiciosos, no le perdonarán los estragos de su habilidad como manipulador.

     (Foto.- Relieve en el céntrico monumento que tiene Cuauhtémoc en México: se muestra la tortura de Cuauhtémoc y del cacique de Tacuba. Como veremos, luego ocurriría algo peor, y la semilla del odio prendió bien. No te extrañe, jovencito, que alguien que lo oyó en México, te contara que en un combate de boxeo, hace más de 40 años, el púgil español derribó al mexicano, y un patriota le hizo reaccionar al grito de: “¡ACUÉRDATE DE CUAUHTÉMOC..!”).




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