viernes, 14 de abril de 2023

(2005) La codicia entró en juego, y Cortés le pidió oro a Moctezuma, el cual llegó a la generosidad de entregar el tesoro de su difunto padre. En el reparto, los españoles tuvieron que permitirle a Cortés salir muy beneficiado, sabiendo que era un líder excepcional.

 

     (58) – La codicia, hijo mío: volaron hacia la carroña como buitres. -Tenían ansia de oro, santo padre, y llegó el momento de buscarlo. “Cortés le preguntó a Moctezuma que a qué parte estaban las minas. Y le dijo que de donde más oro le traían era de Zacatula. Le dio las gracias, y luego envió al piloto Gonzalo de Umbría con otros soldados mineros a lo de Zacatula. Este Umbría era al que Cortés mandó cortarle los pies cuando ahorcó a otros dos porque se alzaron con un navío. E cuando volvió, supimos que vino con mucho oro y bien aprovechado, que a este efecto le envió Cortés, para hacerle su amigo después de lo pasado”. Astuto cual vulpeja. -Todo lo remendaba, compañero. “E por la banda norte mandó a las minas a un joven capitán pariente suyo que se decía Pizarro, mancebo de unos 25 años. En aquel tiempo no se conocía el Perú, ni se sabía de Pizarros. También Diego de Ordaz quiso ir, y, aunque Cortés lo rehusaba porque era hombre de buenos consejos y lo quería tener a su lado, le dio licencia por no descomplacerle”. Fueron salidas que también sirvieron para extender su control sobre el territorio, siendo acogidas favorablemente si los indios odiaban a los mexicanos, como ocurrió “con unos que habían tenido una batalla con ellos, y llamaban al lugar Cuylonemiquis, que quiere decir ‘donde se mataron a los putos (maricas) mexicanos’. Luego Cortés le dijo al gran Moctezuma que ordenase a todos los caciques que tributasen a Su Majestad,  y lo hizo de inmediato. Después le dijo: ‘Tengo aparejado para el emperador todo el tesoro de mi padre, que está en vuestros aposentos y bien sé que lo abristeis’. Al oírlo, quedamos asombrados de la su bondad y generosidad, y con gran acato nos quitamos todos las gorras y le dijimos que le estábamos muy agradecidos. E luego sus mayordomos nos entregaron ese tesoro”. (Prosigo, pequeñuelo). Así que tiraron la pared, dedicando tres días a un orgasmo de codicia, “y era tanto lo que había, que juntaron tres montones de oro, más mucha plata y otras riquezas. Se comenzó a fundir, y se hicieron dello barras muy anchas, salvo las joyas ricas que nos pareció que no eran para deshacer. Luego se marcó todo el oro delante de los oficiales reales, y sin contar la plata, pesaba más de 600.000 pesos (2.400 kg)”. Los solados pidieron que se hiciera ya el reparto, pero Cortés quería esperar a que el tesoro aumentara. Sin embargo las exigencias de la tropa seguían, “pues habíamos visto que, cuando se fundía el oro, había en los montones mucho más oro y ahora faltaba la tercera parte de ello, porque lo tomaban los amigos de Cortés, los capitanes y el fraile de la Merced. Aumentaba la presión y se decidió hacer el reparto. E diré que Cortés y otras personas se quedaron con la mayor parte del tesoro”.  El bueno de Bernal admiraba sin límites a su gran capitán, pero no era ciego, ni tonto, ni cobarde. Nos mostrará al Cortés más egoísta. (Foto: “¡Money, Money, Money…!”. Liza Minnelli y Joel Grey cantaron como nadie en “Cabaret” el ansia pornográfica de dinero en los felices y locos años del charlestón, mientras se iba fraguando silenciosamente el horror de la segunda guerra mundial.).




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