(1143) El joven Lautaro se había
convertido en un líder excepcional que convencía a los indios de su valentía y
su inteligencia, por lo que no salieron a atacar a los españoles, sino que,
como él les indicó, se quedaron en el fuerte: "Les dijo también a sus indios
que, cuando tocase la trompeta, saliesen a pelear por donde él les señalase, y
cuando la volviese a tocar, se retirasen. Con este orden esperó lo que Pedro de
Villagra haría, el cual, cuando llegó, se
puso a caballo con toda su gente en un alto junto al fuerte. Luego mandó a
quince soldados que se apeasen y fueran a ver de cerca cómo estaba. Los indios
los dejaron acercarse y, cuando estuvieron junto al fuerte, salieron por dos
partes, y, rodeándolos, pelearon unos y otros con lanzas, consiguiendo los cristianos
matar a algunos con los arcabuces. Allí fue cosa de ver a un valentísimo soldado
esclavón (Esclavonia es una región de Croacia), llamado Andrea, pelear
tan bravamente, que al indio que con su espada alcanzaba, lo podía cortar por
la mitad. De tal manera peleaba que, aunque quebró su espada, no osaban los
indios llegar a él, por el mucho temor que le tenían".
Al
final, Lautaro tuvo que disimular su fracaso, y también algunos soldados
españoles criticaron la blanda actitud de su capitán: "Viendo Pedro de
Villagra que le estaban hiriendo a su avanzadilla de soldados, los comenzó a
retirar. Los indios, que serían unos seiscientos, fueron tras ellos, y, a un soldado natural de Zamora, llamado
Bernardino de Ocampo, que había peleado valientemente y llevaba la rodela a la
espalda para protegerse de las flechas, un indio lo alcanzó y le asió de la
rodela con tanta fuerza, que quebrantó la correa con que iba asida y se la
llevó. Pedro de Villagra se retiró tanto como un tiro de arcabuz, pues ya era tarde
y tenía intención de volver para pelear de otra manera. Lautaro, sabiendo que
allí estaba perdido, marchó aquella noche del fuerte y se fue al río Maule. Pedro
de Villagra fue por la mañana a ver el fuerte, y al no hallarlos, se informó de que no los podía
alcanzar, porque iban, para su seguridad, por el monte y por malos pasos para
caballos. Después de haber hablado con algunos principales, decidió ir a
Santiago. En esa jornada que habían llevado a cabo, perdió, entre los que
competían con él, la reputación que tenía de ser un valioso hombre de guerra".
Aunque los dos estaban privados del título
de gobernador de Chile, seguía siendo muy tensa la relación entre Francisco de
Villagra y Francisco de Aguirre, hasta el extremo de que Villagra, sacado de
quicio, ya pensaba en atacar directamente a su competidor. Además se daba la
circunstancia de que, jerárquicamente, Villagra había quedado favorecido,
porque, como hemos visto, la Audiencia de Lima lo había nombrado
corregidor de todo el territorio de
Chile. De nada servían los mensajes que Villagra le enviaba a Aguirre para que
fuera a verlo con el fin de tratar cuestiones sobre el trato de los indios.
Como no contestaba, Villagra estaba
decidido a recurrir a la fuerza: "Viendo
que en tres meses no había podido persuadirle para que viniese a verlo, determinó
ir personalmente adonde él, y si estuviera todavía en Copiapó, castigarlo según
justicia, porque tenía consigo la gente necesaria para hacerlo, y, además, iría
como representante del Rey".
(Imagen) ¿Qué hacer cuando hay dos gallos
en un corral? Quizá lo mejor sea quitar a los dos y traer uno nuevo: "Por entonces llegó un soldado
que lo enviaba el marqués de Cañete, virrey del Perú, el cual les hizo saber la
muerte de Jerónimo de Alderete (como sabemos, recién designado gobernador),
y que, por esa razón, había nombrado gobernador de Chile a don García de
Mendoza, su hijo. Aguirre recibió la carta del marqués, y escribió a Villagra
diciéndole que mirase cómo eran tratados (quería un tratamiento más
distinguido), porque en el sobre decía 'Muy noble señor'. Villagra le
contestó que, de cualquier manera que el señor virrey lo tratase, sería mucha
merced la que le hacía. Luego salió a recibir al mensajero con trompetas; y
mandó que le dieran quinientos pesos de oro. Después Villagra escribió al virrey,
y a don García, su hijo, y se volvió a Santiago con la gente que tenía, pasando
por la ciudad Imperial para dar noticia sobre el nombramiento del nuevo
gobernador de Chile. Siguiendo luego su camino, topó con el
capitán Juan Godínez, que iba con veinte hombres en busca de Lautaro, porque
este cacique, llegado a su tierra, dijo que los indios de Santiago estaban
dispuestos a echar a los cristianos. Entonces se le juntaron a Lautaro muchos
indios valientes, con los cuales dio
vuelta hacia Santiago y tenía desasosegada la ciudad. Al saberlo Francisco de
Villagra, caminó junto a Godínez para ir contra Lautaro. Al amanecer, llegaron a un lugar pantanoso, donde estaba con sus indios
durmiendo bien descuidado. De inmediato se apearon cincuenta soldados, y, con
los indios amigos que llevaban, dieron contra ellos. Los indios de guerra
tomaron las armas para luchar, y hallándose cercados de cristianos, pelearon
con grande determinación, dando y recibiendo muchas heridas. Lautaro quiso salir
de una choza pequeña donde estaba durmiendo, y fue su mala suerte que un
soldado, hallándose cerca y sin conocerlo, le atravesó el cuerpo con la espada.
Los indios, viéndose sin capitán que los acaudillase, pelearon tan
valientemente sin quererse rendir, que un soldado, hombre noble, llamado Juan
de Villagra, queriendo temerariamente atacarlos al pasar una ciénaga, confiado
en el buen caballo que llevaba, fue muerto a vista de muchos que, aunque
quisieron darle socorro, no pudieron. Murieron en este asalto más de
trescientos indios, además de otros muchos rendidos y castigados".
Evidentemente, esta vez el mítico líder mapuche LAUTARO tuvo un descuido en su
hábil estrategia de guerra.
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