(1129) Pedro de Valdivia, antes de morir,
había hecho algunas gestiones: "Llegada a la ciudad Imperial una carta que
Valdivia le escribió a Pedro de Villagra, que era su teniente, para que le
enviase veinte hombres, los preparó, y partieron con mucha presteza. Al entrar al
fuerte de Purén, que está a doce leguas de La Imperial, hallaron a Martín de
Ariza, que había llegado de Tucapel desanimado. Por él supieron cómo había
quedado el fuerte que a su cargo tenía. Al enterare de que la provincia de Tucapel estaba en rebeldía, hubo
varios pareceres sobre si ir allá o no. Estuvieron dudando dos días, y, al
final, como eran hombres tan valientes, determinaron partir en ayuda de
Valdivia. Salieron del fuerte de Purén catorce de los veinte hombres, y caminaron
hasta llegar a la vista del fuerte de Tucapel. Los indios, que estaban al corriente de la muerte de
Valdivia, los dejaban pasar, sabiendo que estaban perdidos, y, después de
pasar, les cerraron el paso esperándoles para la vuelta. Yendo su camino,
llegaron a un alto desde el cual vieron venir hacia ellos un escuadrón de
indios, que, llegando cerca, les decían que habían matado a su gobernador. No
dándoles crédito, porque muchas veces mienten, pasaron adelante peleando contra
ellos. Poco tiempo después toparon con otro escuadrón que había tenido que ver con
la muerte de Valdivia, y les dijeron lo mismo. Al ver que traían algunas lanzas
de Castilla y ropa de cristianos, les dieron crédito. Entonces los españoles,
todos agrupados, se retiraron por el camino que habían venido, y, llegando a
Purén, encontraron el camino cerrado y los enemigos a la defensiva, viéndose
obligados a pelear para pasar adelante o morir allí. Entonces les mataron a un
soldado, al que se le vino la silla a la barriga del caballo por llevar la cincha
floja. Poco después, pasado un puente, mataron a Pedro Niño, soldado de buena
determinación, y a Pedro Cortés, hombre valiente y de grandes fuerzas, que de
nada le sirvieron. Más adelante, derribaron de los caballos a otros tres
soldados. Solo pudieron escapar siete de los catorce, uno de ellos tan mal
tratado de heridas y golpes en la cabeza, que, llegado a la ciudad Imperial,
perdió la vista de ambos ojos, y en pocos días murió. Era un caballero
conocido, natural de Córdoba y llamado Andrés Hernández de Córdoba. Allí le
acaeció a un soldado llamado Juan Morán de la Cerda, natural de Guillena, en la
ribera del Guadalquivir, junto a Alcalá del Río, una cosa digna de escribirla,
y fue que, andando peleando, le dio un indio una lanzada en un ojo que se lo
sacó del casco y lo llevaba colgando sobre el rostro. Como le impedía pelear y
recibía pesadumbre trayéndolo colgando, lo asió con su propia mano, lo arrancó
y lo echó de sí. Luego hizo tan buenas cosas peleando, que los indios, cuando
le veían venir, era tanto el miedo que le tenían, que, apartándose, le daban
lugar para que pasase. Este soldado tan valiente escapó con un ojo menos. En
este postrero enfrentamiento ya venía la noche, y, entre los soldados que allí
derribaron, uno de ellos, natural de Almagro, llamado de su nombre Juan Gómez
de Almagro, hombre de grandes fuerzas y buenas partes, a quien llevaban los
catorce por su capitán, con la oscuridad de la noche que era vecina, se metió
por un monte. Estando escondido, ya no oyó gritos entre los indios como antes, pues
habían dejado la persecución para protegerse de la lluvia en unas casas que
estaban en medio del camino". Con lo que acaba de decir el cronista,
resulta evidente que está hablando de LOS CATORCE DE LA FAMA. Nos vendrá bien
la imagen para precisar detalles al respecto.
(Imagen) Ya vimos que LOS CATORCE DE LA
FAMA fueron a socorrer a Valdivia, se enteraron de que había muerto y tuvieron
que regresar, tan acosados por los indios, que solo sobrevivieron siete. El
cronista habla de que su capitán, JUAN GÓMEZ DE ALMAGRO, tuvo que huir solo,
pero no comenta que lo hizo por no entorpecer, herido y sin caballo, la
escapada de sus hombres. Ahora nos cuenta cómo se salvó: "Juan Gómez de
Almagro, viendo que los indios se habían retirado por la lluvia, salió de donde
estaba escondido al camino, yendo por él sin espada, ni daga, ni arma alguna, pues
todo lo había perdido peleando. Topó con un indio y le habló en su lengua, por
lo que creyó que era indio también, pero Juan Gómez, pareciéndole que,
habiéndole el indio conocido, daría aviso a los de guerra, que estaban cerca, y
viéndole un cuchillo que en una mano llevaba, arremetió con él, quitándoselo, y
lo mató. Yendo adelante, reconoció que estaba cerca del fuerte de Purén.
Determinó irse hacia allá ocultándose por los trigos grandes que había en el
camino. Al atardecer, se metió en el monte, y se escondió debajo del hueco de
un árbol que estaba caído de tiempo atrás y cuyo alrededor era cenagoso.
Esperando la noche, quiso su ventura que un soldado de don Pedro de Avendaño se
apartó de los demás que iban juntos. Como lo echó de menos, mandó que lo fuesen
a buscar, y los que se encargaron de hacerlo dieron algunas voces que las oyó Juan
Gómez de Almagro desde el hueco del árbol. Entonces salió, y, yendo hacia donde
las había oído, vio un soldado a caballo, que de inmediato vino hacia él, lo tomó a las
ancas y lo llevó adonde su capitán estaba. El cual se holgó en gran manera por
haber sido instrumento para salvar a un soldado tan valiente y tan principal.
Luego Juan Gómez se fue a La Imperial con su gente. Los que estaban haciendo
sus casas en Angol, al saber de la
muerte de Valdivia (fue un mazazo para todos, y una borrachera de euforia
para los indios), se retiraron, unos a La Imperial y, otros, a Concepción.
Los que estaban en las minas sacando oro fueron luego avisados por los que de
Arauco habían ido, y, de esta manera, se retiraron las guarniciones que tenía
Valdivia en los fuertes". El documento de la imagen muestra que JUAN GÓMEZ
DE ALMAGRO aún vivía en Santiago de
Chile el año 1567, se lo reconocía como uno de los primeros conquistadores de aquellas
tierras y pleiteaba reclamando una encomienda de indios.
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