martes, 12 de octubre de 2021

(1538) El cronista insiste en que sus defectos echaron a perder las grandes virtudes de Pedro de Valdivia. Nos cuenta cómo era, y hace referencia a que el vasco Martín de Ariza fue uno de los pocos que se libraron de la matanza.

 

     (1128) Total que el padre Pozo se  mostró más realista que Pedro de Valdivia, consciente de que los indios los iban a matar. Sirve también para constatar que en todas, o en la mayoría de las expediciones de conquista, había algún religioso que acompañaba a la tropa para darles un consuelo espiritual, sin  participar en la lucha, pero arriesgando su vida como cualquier soldado. Casi unca se habla de ellos, salvo cuando su protagonismo era el de morir como mártires. Es de justicia reconocer su gran mérito.

     Tras hablar de la dramática muerte de Pedro de Valdivia, el cronista Marmolejo  nos regala una semblanza del personaje, al que conocía muy bien, pero siempre con la mirada de un hombre de profunda fe religiosa, que no puede transigir con actitudes pecadoras: "Este fue el fin que tuvo Pedro de Valdivia, hombre valeroso y bien afortunado hasta aquel momento. ¡Grandes secretos de Dios que deben tener en cuenta los cristianos! Un hombre como éste, tan obedecido, tan temido, tan señor y respetado, murió de una muerte tan cruel a manos de bárbaros. Por donde cada cristiano ha de entender que el estado que Dios le da es el mejor, y, si no le levanta más, es para mayor bien suyo, porque muchas veces vemos a los hombres ambiciosos procurar cargos grandes por muchas vías y rodeos, haciendo laxa su conciencia para alcanzarlos, pero después es voluntad de Dios que, tras haberlos conseguido, los pierdan con ignominia y gran castigo hecho en sus personas, como a Valdivia le acaeció cuando tomó el oro (de soldados suyos) en el navío y se fue con él al Perú, y fue voluntad de Dios que, por aquel camino que utilizó para ser señor, por aquel mismo perdiese su encumbramiento y la vida". De donde, según Marmolejo, se deduce que Valdivia no cumplió la promesa, que le hizo a Pedro de la Gasca, de devolver el oro requisado a sus soldados (con la cual logró que lo nombrara gobernador de Chile), sino que estafó a todos, de la misma manera que lo había hecho con el vulnerable y desmoralizado Francisco Pinel, el cual, hundido porque  Valdivia le negaba con desprecio una y otra vez  la devolución de lo que le había robado, se suicidó.

     Luego Marmolejo describe al personaje sin dejar de lado su parte positiva: "Era Valdivia, cuando murió, de edad de cincuenta y seis años, natural de un lugar de Extremadura pequeño, llamado Castuera (de La Serena-Badajoz), hombre de buena estatura, de rostro alegre, la cabeza grande conforme al cuerpo, que se había hecho gordo, espaldudo, ancho de pecho, hombre de buen entendimiento, aunque de palabras no bien limadas, liberal, y hacía mercedes graciosamente. Cuando llegó a ser señor (importante) recibía gran contento en dar lo que tenía (mejoró su carácter), y era generoso en todas sus cosas, amigo de andar bien vestido y lustroso, y de los hombres que así andaban, y de comer y beber bien, así como afable y humano con todos. Pero tenía dos cosas con las que oscurecía todas estas virtudes: que aborrecía a los hombres nobles, y de ordinario estaba amancebado con una mujer española". Es curioso que Marmolejo no diga jamás que se trataba de Inés Suárez, ni hable de las grandes virtudes y méritos extraordinarios que esa mujer tenía.

 

     (Imagen) El cronista Alonso de Góngora Marmolejo, además de narrar el triste final de Pedro de Valdivia, explica quién fue su fuente de información:  "El cómo murió me lo dijo un señor principal  en la ciudad de Santiago, que se llamaba don Alonso y servía a Valdivia de guardarropa, que hablaba en lengua española (lo que quiere decir que era indígena), y de mucha razón, que estuvo presente a todo, y escapó en hábito de indio de guerra sin ser conocido, y aquella noche llegó al  fuerte de Arauco y dio noticia de todo lo sucedido a los que en él estaban, los cuales se fueron a Concepción, que estaba de allí a nueve leguas, antes de que los indios les cerrasen el camino". Daré algunos datos biográficos del vasco MARTÍN DE ARIZA. Ya vimos que él y seis más salvaron su vida porque salieron pitando del fuerte de Tucapel, adonde, para su desgracia, llegó enseguida Pedro de Valdivia. Martín de Ariza había nacido en tierras vascas el año 1518. Hay constancia de que, en 1542, estaba en Perú formando parte de las tropas del representante del Rey, Cristóbal Vaca de Castro, en la batalla de Huarina, donde resultó derrotado y muerto el joven y trágico Diego de Almagro el Mozo. Pero más tarde fue hecho prisionero por Gonzalo Pizarro, quien lo obligó a formar parte de sus rebeldes tropas. A pesar de que, en el último enfrentamiento, el de Jaquijaguana, se pasó al bando real, fue considerado traidor a la Corona y desterrado a Chile. Se casó allí con María de Valdivia, quien, casi con seguridad, era hermana de Pedro de Valdivia. Actuó como capitán en luchas feroces contra los mapuches, siendo recordado por Alonso de Ercilla en La Araucana, su poema épico. Vivió situaciones extremas, como la derrota sufrida en Marihueñu el año 1554, donde tuvo que huir de Concepción mientras los araucanos arrasaban eufóricos la ciudad. Luego pudo salvar la de La Imperial. Ya en 1562, y en agradecimiento a sus servicios, se le concedió a Martín de Ariza una extraordinaria encomienda de indios, pero el nuevo gobernador, Francisco de Villagra, con quien no se llevaba bien, se la anuló. Hartos de sinsabores, MARTÍN DE ARIZA y su mujer, MARÍA DE VALDIVIA, se retiraron, hasta el final de sus vidas, a un lugar próximo a Santiago de Chile. La imagen ilustra bien acerca del emplazamiento de aquellas ciudades fundadas por los españoles. No solo destruían: asombra ver lo que crearon en tan poco tiempo (quince años escasos).




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