jueves, 14 de octubre de 2021

(1540) Con ingenio y valentía, los pocos soldados de Purén repelieron un ataque de los mapuches, muy crecidos por la muerte de Valdivia. Tiempo después, Juan Morán de la Cerda repitió la hazaña de Los Catorce de la Fama.

 

     (1130) Juan Gómez de Almagro, a pesar de su desamparada soledad, y estando herido, logró ponerse a salvo dirigiéndose hacia el fuerte de Purén, donde se habían refugiado los otros seis supervivientes de Los Catorce de la Fama: "Sus compañeros llegaron al fuerte dando noticias de su viaje y de dónde les habían matado a sus amigos, diciendo también que estaban seguros de que Valdivia había muerto. Les entró tanto temor a los de Purén, que habrían deseado abandonar aquel fuerte, aunque dejaron de hacerlo porque les pareció que sería cobardía irse sin conocer mejor la situación. Pero pronto lo supieron, pues, cuando se conoció por todas partes la muerte de Valdivia, los indios de la comarca tomaron las armas, seguros de que estaban muy temerosos los hombres del fuerte. Compelidos por la necesidad, ocho soldados que se hallaron en él, salieron a pelear, y, entre ellos, un arcabucero llamado Diego García, herrero de oficio y hombre valiente, el cual, en dos mantas de cuero hizo algunos agujeros, para tirar desde detrás con tres arcabuces que tenían. Y dio orden de que, con ellos por delante, seguidos por los de a caballo, fuesen a desbaratar a los indios. Con este ardid de guerra fueron a luchar contra ellos. Los indios les tiraban muchas flechas, pero  no se atrevían a acercarse, por no entender qué era aquello que detrás de los cueros veían venir. Los soldados, acercándose con los tres arcabuces que tenían, tiraban a bulto, y derribaban a muchos. Los indios, viendo que los mataban, y no teniendo ánimo para enfrentarse a los de las mantas, comenzaron a recular. Los de caballo, notando el temor que tenían, se echaron sobre ellos, alanceando algunos, los desbarataron y los dejaron ir sin seguirlos por no alejarse del fuerte".

     Los españoles habían resuelto la temible situación, pero sabían que era solo de momento: "Vueltos al fuerte de Purén, se dio orden de que marcharan al poblado de La Imperial los que habían llegado desbaratados, que solo eran seis (Juan Gómez de Almagro andaba aún escondido)  de los catorce que fueron al fuerte de Tucapel (Andrés Fernández de Córdoba, Gregorio de Castañeda, Martín de Peñalosa, Gonzalo Hernández, Juan Morán de la Cerda y Sebastián de Vergara), y estaban muy malheridos. Llegados a La Imperial, le contaron a Pedro de Villagra todo lo sucedido, el cual, como hombre de guerra, envió doce hombres a socorrer el fuerte de Purén. Los que iban, tenían por su capitán a don Pedro de Avendaño, hombre en gran manera belicoso y amigo de guerra. Dándose mucha prisa en caminar, topó en el camino con los que iban desde Purén, pues habían desamparado el fuerte, y quiso ir a comprobar si era verdad lo que decían de los muchos indios a los que habían matado y que había un alzamiento general. Llegado don Pedro al fuerte, vio muchos indios que estaban allí, todos con sus armas, los cuales se juntaron creyendo que pelearía. De esta ida resultó que Juan Gómez de Almagro no callera en manos de aquellos bárbaros". Es algo confusa la redacción, en parte también porque yo he cambiado los tiempos.  La última frase nos lo aclara todo. En su solitaria huida, Juan Gómez de Almagro reconoce la dirección que lleva al fuerte de Purén, y hacia allá va escondiéndose como puede. Lo que no sabe es que el fuerte ya estaba abandonado. Por entonces llega a Purén Pedro de Avendaño, y es cuando un soldado suyo recoge a Juan Gómez de Almagro, y lo salva llevándolo sobre las ancas de su caballo.

 

     (imagen) JUAN MORÁN DE LA CERDA, uno de los CATORCE DE LA FAMA (de quienes ya hablamos) tiene ese segundo curioso apellido que puede resultar incómodo. Y, sin embargo, sería para presumir, ya que es de linaje real, puesto que se debe a Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X el Sabio, al que se lo llamó así por venir al mundo con un pelo grueso en el pecho. Juan de Morán era natural de Guillena (Sevilla) y nacido en 1518. Consta que el año 1539 formó parte del séquito que acompañó a Jerónimo de Lebrón a la colombiana población de Santa Marta, para tomar posesión como gobernador interino por la muerte de Pedro Fernández de Lugo. El año 1548 llegó Juan de Morán a Chile con el capitán Esteban de Sosa. Estuvo presente en la fundación de Concepción y otras poblaciones, y más tarde residió en Villarrica, donde fue regidor, en La Imperial y, por último en Angol, siendo allí capitán y regidor, lugar en el que se le pierde el rastro el año 1580. Anteriormente, en 1564, habiendo derrotado el cacique Olvera al gran capitán Juan Ortiz de Zárate, protagonizó Juan Morán un hecho similar al que lo convirtió en uno de Los Catorce de la Fama. Lo narra otro cronista conquistador, Pedro Mariño de Lobera (1528/1594): "El maestre de campo Bernal lo lamentó mucho, y, para restaurar parte del daño, envió al famosísimo capitán Juan Morán, que fue uno de Los Catorce de la Fama, con trece hombres, siendo así catorce, ya que con este número era tan afortunado. Salió luego con ellos, y, llegando a Unquelemo, dio sobre el capitán del territorio, que estaba descuidado, con gran borrachera y regocijo, e hizo grave estrago en muchos de los suyos. Entonces tuvo noticia de que el cacique Olvera avanzaba para atacar la ciudad de Los Infantes (luego llamada Angol), destruyendo todo lo que topaba por el camino, con no poco detrimento de los indios de paz de la comarca. Fue a su encuentro el capitán Morán, y les dio alcance junto a la ciudad de Los Infantes, donde trabó con ellos batalla tan sangrienta, que duró gran parte del día. Finalmente, él salió con la victoria, dejando muertos muchísimos enemigos, y llevando presos no pocos. Volvió con sus trece hombres buenos y sanos, a los cuales les dijo, recordando la otra situación semejante: 'Si, como somos catorce, fuéramos doce, nos llamarían Los Doce de la Fama". Y no olvidemos que era tuerto, porque, como vimos anteriormente, luchando en el grupo de Los Catorce de la Fama le quedó un ojo colgando, se lo arrancó y siguió batallando.




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