(1130) Juan Gómez de Almagro, a pesar de
su desamparada soledad, y estando herido, logró ponerse a salvo dirigiéndose
hacia el fuerte de Purén, donde se habían refugiado los otros seis
supervivientes de Los Catorce de la Fama: "Sus compañeros llegaron al
fuerte dando noticias de su viaje y de dónde les habían matado a sus amigos, diciendo
también que estaban seguros de que Valdivia había muerto. Les entró tanto temor
a los de Purén, que habrían deseado abandonar aquel fuerte, aunque dejaron de hacerlo
porque les pareció que sería cobardía irse sin conocer mejor la situación. Pero
pronto lo supieron, pues, cuando se conoció por todas partes la muerte de
Valdivia, los indios de la comarca tomaron las armas, seguros de que estaban
muy temerosos los hombres del fuerte. Compelidos por la necesidad, ocho
soldados que se hallaron en él, salieron a pelear, y, entre ellos, un
arcabucero llamado Diego García, herrero de oficio y hombre valiente, el cual,
en dos mantas de cuero hizo algunos agujeros, para tirar desde detrás con tres
arcabuces que tenían. Y dio orden de que, con ellos por delante, seguidos por los
de a caballo, fuesen a desbaratar a los indios. Con este ardid de guerra fueron
a luchar contra ellos. Los indios les tiraban muchas flechas, pero no se atrevían a acercarse, por no entender
qué era aquello que detrás de los cueros veían venir. Los soldados, acercándose
con los tres arcabuces que tenían, tiraban a bulto, y derribaban a muchos. Los
indios, viendo que los mataban, y no teniendo ánimo para enfrentarse a los de
las mantas, comenzaron a recular. Los de caballo, notando el temor que tenían, se
echaron sobre ellos, alanceando algunos, los desbarataron y los dejaron ir sin
seguirlos por no alejarse del fuerte".
Los españoles habían resuelto la temible
situación, pero sabían que era solo de momento: "Vueltos al fuerte de
Purén, se dio orden de que marcharan al poblado de La Imperial los que habían
llegado desbaratados, que solo eran seis (Juan Gómez de Almagro andaba aún
escondido) de los catorce que
fueron al fuerte de Tucapel (Andrés Fernández de Córdoba, Gregorio de
Castañeda, Martín de Peñalosa, Gonzalo Hernández, Juan Morán de la Cerda y Sebastián
de Vergara), y estaban muy malheridos. Llegados a La Imperial, le contaron a
Pedro de Villagra todo lo sucedido, el cual, como hombre de guerra, envió doce
hombres a socorrer el fuerte de Purén. Los que iban, tenían por su capitán a
don Pedro de Avendaño, hombre en gran manera belicoso y amigo de guerra.
Dándose mucha prisa en caminar, topó en el camino con los que iban desde Purén,
pues habían desamparado el fuerte, y quiso ir a comprobar si era verdad lo que
decían de los muchos indios a los que habían matado y que había un alzamiento
general. Llegado don Pedro al fuerte, vio muchos indios que estaban allí, todos
con sus armas, los cuales se juntaron creyendo que pelearía. De esta ida
resultó que Juan Gómez de Almagro no callera en manos de aquellos bárbaros".
Es algo confusa la redacción, en parte también porque yo he cambiado los
tiempos. La última frase nos lo aclara
todo. En su solitaria huida, Juan Gómez de Almagro reconoce la dirección que
lleva al fuerte de Purén, y hacia allá va escondiéndose como puede. Lo que no
sabe es que el fuerte ya estaba abandonado. Por entonces llega a Purén Pedro de
Avendaño, y es cuando un soldado suyo recoge a Juan Gómez de Almagro, y lo
salva llevándolo sobre las ancas de su caballo.
(imagen) JUAN MORÁN DE LA CERDA, uno de
los CATORCE DE LA FAMA (de quienes ya hablamos) tiene ese segundo curioso
apellido que puede resultar incómodo. Y, sin embargo, sería para presumir, ya
que es de linaje real, puesto que se debe a Fernando de la Cerda, hijo de
Alfonso X el Sabio, al que se lo llamó así por venir al mundo con un pelo
grueso en el pecho. Juan de Morán era natural de Guillena (Sevilla) y nacido en
1518. Consta que el año 1539 formó parte del séquito que acompañó a Jerónimo de
Lebrón a la colombiana población de Santa Marta, para tomar posesión como
gobernador interino por la muerte de Pedro Fernández de Lugo. El año 1548 llegó
Juan de Morán a Chile con el capitán Esteban de Sosa. Estuvo presente en la
fundación de Concepción y otras poblaciones, y más tarde residió en Villarrica,
donde fue regidor, en La Imperial y, por último en Angol, siendo allí capitán y
regidor, lugar en el que se le pierde el rastro el año 1580. Anteriormente, en
1564, habiendo derrotado el cacique Olvera al gran capitán Juan Ortiz de Zárate,
protagonizó Juan Morán un hecho similar al que lo convirtió en uno de Los
Catorce de la Fama. Lo narra otro cronista conquistador, Pedro Mariño de Lobera
(1528/1594): "El maestre de campo Bernal lo lamentó mucho, y, para restaurar
parte del daño, envió al famosísimo capitán Juan Morán, que fue uno de Los
Catorce de la Fama, con trece hombres, siendo así catorce, ya que con este
número era tan afortunado. Salió luego con ellos, y, llegando a Unquelemo, dio
sobre el capitán del territorio, que estaba descuidado, con gran borrachera y
regocijo, e hizo grave estrago en muchos de los suyos. Entonces tuvo noticia de
que el cacique Olvera avanzaba para atacar la ciudad de Los Infantes (luego
llamada Angol), destruyendo todo lo que topaba por el camino, con no poco
detrimento de los indios de paz de la comarca. Fue a su encuentro el capitán
Morán, y les dio alcance junto a la ciudad de Los Infantes, donde trabó con
ellos batalla tan sangrienta, que duró gran parte del día. Finalmente, él salió
con la victoria, dejando muertos muchísimos enemigos, y llevando presos no
pocos. Volvió con sus trece hombres buenos y sanos, a los cuales les dijo,
recordando la otra situación semejante: 'Si, como somos catorce, fuéramos doce,
nos llamarían Los Doce de la Fama". Y no olvidemos que era tuerto, porque,
como vimos anteriormente, luchando en el grupo de Los Catorce de la Fama le
quedó un ojo colgando, se lo arrancó y siguió batallando.
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